Stieg Larsson fue un periodista y reportero de guerra Sueco, cuyo trabajo se centraba principalmente en combatir la violencia, denunciar grupos extremos como los grupos nazis de su país, e investigar los turbios negocios que relacionaban al poder político con los grandes capitales del sector financiero. Por las tardes, al llegar del trabajo, comenzó a escribir una serie de novelas negras (género que leía mucho) para su propio disfrute y poco tiempo después de haber entregado el borrador de su tercer libro al editor y unos meses antes de que se publicara el primero, falleció de un inesperado ataque al corazón. Sólo tenía 50 años. La Saga que escribió es la famosa Saga Millenium.

Los hombres que no amaban a las mujeres es la primera entrega de la Saga Millenium de Stieg Larsson, llamada así por el nombre de la revista en la cual trabaja uno de sus protagonistas, el periodista Mikael Blomkvist.
La historia comienza con Mikael enjuiciado por calumniar a un poderoso industrial y acusarlo de negocios turbios y conexiones ilícitas. Aunque sabe que Hans-Erik Wennerström es culpable, no logra demostrarlo ante la corte y debe pagar una cuantiosa compensación e ir unos meses a la cárcel. Para proteger a Millenium, también decide hacerse a un lado de la revista por un tiempo y así salvaguardar la poca reputación que pueda quedarle a la publicación. Y es en esa situación en que es contactado para un trabajo especial.
Henrik Vanger, un empresario ya anciano y uno de los hombres que en su época ayudó a construir el país, contacta a Mikael para pedirle que investigue un asesinato. El de Harriet Vanger, la nieta de su hermano, ocurrido casi cuarenta años antes. Al principio, Blomkvist se muestra dudoso ¿qué puede descubrir que no haya sido revelado durante tanto tiempo? pero la situación personal en la que se encuentra, sin trabajo de momento, con la obligación de pagar una cuantiosa compensación y sobre todo, lo que le ofrece Vanger a cambio, información para hundir a Hans-Erik Wennerström, el hombre que lo ha vencido en los tribunales, acaban por convencerlo de llevar a cabo la investigación.

El otro personaje protagonista de la historia nos es presentado en una línea argumental diferente. Lisbeth Salander es una joven hacker que trabaja para Milton Security como investigadora freelance. Tiene 24 años pero parece mucho menor, pálida, delgada en extremo, con el cabello cortado al cepillo, piercings en nariz y cejas, un dragón tatuado en el omoplato, pelirroja natural (dato desconocido para los que sólo han visto la película), pero que se tiñe el cabello de negro, al igual que sus labios, componiendo una imagen un tanto repulsiva para el común de la gente. Sin embargo no deja de resultar “atractiva, de una manera absolutamente incomprensible”. Lisbeth es contratada por el abogado de Henrik Vanger para investigar a Mikael, antes de ofrecerle el trabajo sobre Harriet y luego le piden investigar también a Wennerstrom. Esta segunda tarea es cancelada; sin embargo, Salander no deja las cosas a medias y sigue investigando al empresario por su cuenta.

El libro va contando entonces, en paralelo, el juicio de Mikael, su contacto con Vanger, el inicio de sus pesquisas, su vida personal, la relación que mantiene con Erika Berger, editora y coproprietaria de Millennium y su amiga desde hace más de veinte años; y por otro lado, la vida de Lisbeth, cuya “ausencia de compromiso emocional” y su violento pasado la han llevado a la incómoda posición de tener que tener un tutor legal, un guardián proporcionado por el estado para velar por su bienestar. La madre de Lisbeth está en un asilo y a Camilla, su hermana, no la ve desde hace tiempo. Cuando su comprensivo cuidador sufre un ataque cerebro vascular, su nuevo guardián, Nils Bjurman, aprovecha la situación y comete con Lisbeth una “agresión sexual y aprovechamiento de una persona en situación de dependencia”. La viola. Se trata de abuso de poder de un hombre sobre una mujer que está sometida física (Bjurman es mucho más grande y fuerte), psicológica y jurídicamente.
La trama avanza así por dos ríos que se finalmente se unen cuando Mikael conoce a Lisbeth (exactamente en la página 379) y ambos comienzan a sumar esfuerzos para desentrañar el misterio del asesinato de Harriet Vanger. Para el detective que investigó la muerte de Harriet en su momento “Investigar un asesinato puede ser el trabajo más solitario del mundo”, pero para Mikael Blomkvist no lo será. Ahora tiene a Lisbeth a su lado.

El libro es una novela negra de manual: crímenes, investigaciones, pistas, sospechosos, misterios, etc. Pero lo que mueve el hilo argumental y los hechos destacados son la misoginia y la venganza. Al inicio de cada una de las cuatro partes de la novela, Larsson deja estadísticas alarmante sobre las mujeres en su país, que tienen también sus semejantes en otras latitudes:

El 18% de las mujeres de Suecia han sido amenazadas en alguna ocasión por un hombre.

En Suecia el 46% de las mujeres han sufrido violencia por parte de algún hombre.

En Suecia el 13% de las mujeres han sido víctimas de una violencia sexual extrema fuera del ámbito de sus relaciones sexuales.

En Suecia el 92% de las mujeres que han sufrido abusos sexuales en la última agresión no lo han denunciado a la policía.

Reforzado con el hecho de que en Suecia, tan sólo en el siglo XX han quedado sin resolver decenas de asesinatos de mujeres y que “estadísticamente, la mayoría de los asesinos son hombres”, Larsson crea una atmósfera misógina que cubre todo el libro. “Lisbeth Salander no había conocido a una sola chica que no se hubiera visto obligada a realizar algún acto sexual en contra de su voluntad en, al menos, una ocasión”. El abuso es entonces algo normal, común y hasta cierto punto socialmente aceptado. Bjurman y Wennerstrom son hombres con fachadas intachables y secretos oscuros (“Todas las personas ocultan secretos”); esposos que golpean a sus esposas, padres que abusan verbal, psicológica y sexualmente de sus hijas, hermanos abusivos, violadores, asesinos, todos están presentes en la historia. El núcleo de la trama, el alma de denuncia que se oculta bajo el vértigo de las acciones que se suscitan, queda libre de toda duda cuando Lisbeth piensa, sobre el asesino de Harriet, que “Simplemente es uno más de esos cabrones que siempre ha odiado a las mujeres”, una frase más exacta al título original del libro (la traducción literal de Män som hatar kvinnor es Hombres que odian mujeres).

La otra fuente de la fuerza de esta historia es la venganza. En el umbral de la adolescencia, a Lisbeth le ocurrió Todo Lo Malo (no se aclara más) y su historial de violencia tiene la característica de que ella siempre reaccionó ante los demás. Desde primaria fue blanco de burlas, acosos, comentarios; era una freak, retraída, diferente, solitaria, sin amigos y ante los abusos de los demás ella respondía con violencia, queriendo protegerse, pero era castigada por ello. La castigaban a ella, no a los infractores. Por eso, cuando Bjurman la viola y Lisbeth cobra su venganza, sentimos gusto, casi placer, de ver cómo esta delgada y pálida joven toma la justicia por sus propias manos de una manera contundente. Pero también hay otros tipos de venganza. Mikael desea vengarse de Wennerstrom y por eso acepta el encargo de Henrik Vanger, quien claramente le dice:

“Jamás dejes que una persona que te ha insultado se salga con la suya. Espera tu momento y, cuando estés en una posición fuerte, devuelve el golpe, aunque ya no sea necesario hacerlo”.

La venganza entonces se convierte en un impulsor de las acciones y una motivación para los personajes principales. Lo curioso es que el lector también desea que estos se venguen. Han sido manipulados, abatidos y abusados, es cierto, pero puede infundir en la mente de los lectores la peligrosa idea de que tomar represalias está bien, que vengarse es no sólo posible, sino justo y necesario.

Los hombres que no amaban a las mujeres es uno de esos libros más cercanos a los best sellers que a la Literatura de calidad. Sin embargo es destacable la construcción de la trama, los personajes (reales, creíbles, imperfectos) y sobre todo el ritmo narrativo. Las 672 páginas se pasan con gran rapidez porque el lector no puede soltar el libro ante su necesidad de saber qué pasará a continuación. Una lectura ligera, a pesar de lo oscuros eventos narrados, que es recomendable para alternar con otras opciones más demandantes a nivel literario. Ideal para los lectores de las novelas negras, las historias de investigación policial y misterio; y recomendada para los fanáticos de Dan Brown, John Katzenbach, Sebastian Fitzek y otros autores similares, esta primera entrega de la Saga Millenium da a entender por qué los libros de Larsson habían vendido 80 millones de ejemplares para el 2015 y por qué sus historias han sido exitosamente llevadas al cómic, a novela gráfica y a la pantalla, grande y chica, en más de una oportunidad y han inspirado otras historias de otros autores que, buscando emular y explotar su éxito, han ampliado el universo de Millenium.