Tres de los escritores latinoamericanos más grandes de las últimas décadas, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa, crearon varios de los libros más importantes de la Literatura universal. Los tres tienen al menos una obra realmente trascendental y lo que quiero destacar de ellos y de sus libros es que Rayuela fue la segunda novela de Cortázar (se había dedicado más a escribir cuentos), y Cien años de soledad fue la quinta novela del Gabo; pero La ciudad y los perros fue la primera novela de Mario Vargas Llosa. Encontrar un escritor tan completo en su primera novela es toda una rareza y añadir a eso que era el más joven de los tres y que apenas tenía veintisiete años cuando publicó la novela, lo hace todavía más especial.

La novela relata la vida de unos adolescentes que estudian en el colegio militar Leoncio Prado, una institución estricta en la que se imparte una dura disciplina, no exenta de abusos. Los personajes principales son el Jaguar, un joven fuerte de ojos azules, con pasado delictivo, valiente, cuyo coraje y audacia lo han erigido como el líder de la manada; Porfirio Cava, el Serrano, quien abre la novela con la misión de robar un examen, tras perder en los dados.; Ricardo Arana, el Esclavo, un joven retraído, maltratado por sus compañeros porque no encaja del todo en el grupo (dejarse abusar es parte de su intento de ser aceptado) y cuya madre es golpeada por su padre; y Alberto, el Poeta, hijo de un padre mujeriego que no vive con él y apodado así porque escribe relatos eróticos que luego vende a sus compañeros o los cambia por cigarrillos. A través de la narración y la óptica de estos cuatro jóvenes, se conoce cómo es la vida dentro del Leoncio Prado: la vida militar, el toque de diana, madrugar, marchar, el orden, los abusos físicos y los malos tratos, considerados necesarios por los uniformados porque, como dice uno de ellos, “La letra con sangre entra”.

Es una historia en la que la violencia engendra más violencia porque los abusos perpetrados por los uniformados contra los alumnos, luego son emulados y ampliados por estos mismos alumnos contra los estudiantes de grados inferiores. Por ejemplo, llaman perros a los alumnos de tercer año, los nuevos, y apenas llegan los bautizan: les hacen cosas, los golpean, los obligan a tender las camas de los mayores, los torturan, los orinan, los obligan a comportarse como perros, ladrar, morder y a pelear entre ellos; incluso se ve el intento de violación a uno de estos alumnos.

El colegio se convierte así en un pobre sustituto de los hogares destrozados: el Jaguar era un delincuente casi huérfano, al igual que su hermano; el Esclavo vivía con su madre y su tía hasta que llega junto a ella a Lima y conoce a su padre quien comienza a golpearla al poco tiempo y envía a Ricardo al colegio militar para que lo enderecen; y el padre del Poeta tampoco vive con él, su madre lo ha echado por mujeriego y ni siquiera acepta su dinero. La figura paterna en la novela está ausente, quebrada, devaluada y es sustituida en parte por modelos no muy edificantes: el Teniente Gamboa en el colegio, o el flaco Higueras (amigo del hermano del Jaguar) en la ciudad. Ninguno de estos jóvenes llegó al Leoncio Prado por voluntad, la vida militar se les apareció como un castigo, una huida, un intento de rectificación.
El clasismo y el racismo son claves en la novela (por eso he hecho mención de ciertos rasgos de los personajes). Según los protagonistas, los serranos son brutos y traen mala suerte; y cada personaje es presentado con su distinción de clase o de raza: Vallano es negro, Arróspide es Blanco, Cava es Serrano, el Jaguar es rubio, etc., porque en muchas situaciones su destino estará condicionado por su estatus o el color de su piel.

Además de los cuatro protagonistas, otro personaje importante es Teresita, una chica poco agraciada que sin embargo salió con tres de ellos en algún momento, y que representa el amor adolescente, un motivo para esperar la licencia del domingo y soportar un poco el infierno que es la vida en el colegio militar y que adquiere una nueva dimensión al final de la primera parte cuando ocurre la tragedia: en un ejercicio militar, uno de los alumnos recibe un balazo en la nuca y tras agonizar unos días, fallece. Las autoridades intentan ocultar el hecho diciendo que fue un accidente, que se disparó él mismo, pero uno de los estudiantes acusa a otro y para hacerlo, le cuenta al Teniente Gamboa todo lo que hacen los alumnos del colegio: cigarrillos, botellas de alcohol, salidas a los bulines, etc., provocando castigos por parte de las autoridades y recelos por parte de sus compañeros.

Libros de Mario Vargas Llosa

Los abusos, el drama, la tragedia, la disciplina militar, la adolescencia, la violencia, el compañerismo, la amistad, el honor, clasismo, racismo, todos estos elementos y más son reforzados por la pluma perfecta de Mario Vargas Llosa quien desde esta primera novela (llevada al cine en 1.985) demostraba maestría en la ruptura temporal, la polifonía de las voces narrativas (una de ellas sin identificar hasta el epílogo del libro), la construcción de frases, párrafos, enriqueciendo una trama llamativa con una experiencia literaria a la altura de los grandes clásicos. Un autor y un libro que recomiendo leer, especialmente en la edición conmemorativa del 50º aniversario, coordinada por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, que además de la novela contiene ensayos sobre el autor, el libro y su papel fundamental dentro de la historia de la narrativa latinoamericana. Sin duda alguna, La ciudad y los perros es un libro de lectura obligatoria para cualquier lector, especialmente para los de habla hispana. ¿Ya lo leyeron? ¿qué les pareció? y si no lo han leído ¿qué están esperando para hacerlo?