La mayoría de las películas de los últimos años siguen un mismo tipo de estructura, con algunos trucos que varían poco de una a otra. El montaje y la trama puede ser más o menos efectivos, pero casi siempre logra entenderse la cinta sin que se requiera un gran esfuerzo. Sin embargo, de vez en cuando aparece una película que, como también ocurre en la literatura, desafía las formas tradicionales y obliga al espectador a pensar, a prestar atención, a estar muy atento a cada detalle para poder desentrañar la historia. Y ese es el caso de The Texture of Falling, una película de 2018 que significó el debut como Directora de Maria Allred.

La película es un drama, con algo de thriller, pero decir eso es quedarse muy corto. A grandes rasgos, la historia es como sigue: Louisa es una joven directora de cine que tiene una crisis personal debido a dificultades laborales; siente que es una fracasada y tiene una idea para un largometraje que no parece convencer a quienes se la cuenta. Un día conoce a Luke, un músico que también atraviesa una crisis artística y personal (tiene problemas en su matrimonio). A pesar de estar casado y con hijos, Luke inicia una relación afectiva con Louisa, quien se enamora de él. En simultáneo, se nos va contando la historia de amor entre Michael, un joven y exitoso arquitecto, y Sylvia, una pintora rubia, entregada a su arte. A medida que avanza el film, vamos notando ciertos paralelismos entre las historias: ambas relaciones unen a dos artistas (a su manera, la arquitectura también es arte) y ambas tienen un importante elemento pasional, aunque los encuentros sexuales entre Michael y Sylvia son más intensos que los de Louisa con Luke. Hasta allí, parecen ser dos historias separadas. Incluso en una escena vemos a las dos parejas bailar en el mismo club. Pero entonces, las cosas comienzan a enredarse.

Cuando vemos a Ati, un hombre mayor de rasgos asiáticos que habla con Louisa, nos damos cuenta de que ambos mantienen una relación amorosa desde hace tiempo, por lo que él le pregunta, celoso, por su nuevo romance (Luke). No pareciera mayor cosa hasta que vemos a Ati hacer el mismo reclamo a Sylvia. Es el primer personaje que enlaza las dos historias ¿es amante de ambas, de Louisa y de Sylvia? no se ve muy claro al principio. Todo parece cobrar sentido cuando vemos que Louisa decide escribir y filmar una cinta basada en su relación con Luke. Los espectadores más perspicaces caen en cuenta inmediatamente: Michael y Louisa son actores que representan la historia de amor entre Louisa y Luke. Esta película dentro de la película es un elemento metaficcional, trabajado de una forma muy inteligente, porque durante toda la primera parte de la cinta, no hay indicios claros de que la historia no sea real.

¿Una película dentro de la película? ¿eso es todo? No. Si sólo fuera eso, no habría tenido que ver la cinta dos veces. La cuestión es que, de pronto vemos a Sylvia ir en una motocicleta con otro hombre, Antony, quien la llama por otro nombre: Julie. Tras un instante de confusión y reflexión, pensamos "Julie debe ser el nombre de la actriz y Sylvia el de su personaje; por tanto, esta historia también es real", lo que parece tener sentido porque comenzamos a ver escenas en el set de grabación y a Louisa coordinar el rodaje de la película. Antony trabaja para ella, Julie/Sylvia es su actriz y Michael es un actor. Finalmente lo hemos entendido. O así parece hasta que vemos a Julie/Sylvia decir "Corte" y actuar como directora. Louisa se acerca, con cámara en mano y se dirige a Julie/Sylvia por el nombre de Maria ¿qué? y esta le responde a Louisa llamándola Julie. Una escena previa nos muestra a Maria refiriéndose a Antony por el nombre de Demian y entonces un caos invade nuestra cabeza ¿quién es quién en la película? ¿qué es real y qué no? la clave la encontrarán en los nombres reales de las actrices principales.

Una historia dentro de otra historia dentro de otra historia no es algo tan raro en el cine (aunque es más común en la literatura) pero la clave está en la forma. Esos fundidos a negro, o cambios tradicionales que se usan en el cine para evocar recuerdos o sueños están ausentes en la cinta, la cual, sin embargo sí va dejando indicios desde el inicio de la trama. La confusión con los nombres y el estilo narrativo me recordó a la icónica Mulholland drive y el factor ficción/realidad me hizo pensar en Perfect blue, ese thriller psicológico animado de Satoshi Kon tan celebrado por Darren Aronofsky, el director de Requiem for a dream, Black Swan y Mother!. Pero The Texture of Falling aporta novedad también en la fotografía, en una banda sonora sintética apropiada que, junto a los detalles de ciertas escenas, anuncia las transiciones si se presta suficiente atención. Y además de la forma, el fondo de la película también es interesante, con reflexiones acerca del amor, el sexo, la identidad, las adicciones, las relaciones interpersonales, los sueños, la pasión, el arte. Una de las mejores frases del guión cierra la película y resume la idea que dio inicio al proyecto:

"Los sueños son mejores que los recuerdos, porque los recuerdos los olvidaré completamente. Y ahora que lo he olvidado, es como si nunca hubiera sucedido, pero al menos tengo evidencia"

La realización de un proyecto como este requiere trabajo, entrega y sobre todo pasión por lo que se hace. Y todo eso lo demuestra Maria Allred, quien escribió, dirigió, produjo y fotografió esta, su primera película, en la que además actuó (como Maria/Sylvia/Julie), aunque como ella misma reconoce en la cinta, no es muy buena actriz. Un guión original, una estructura desafiante, una música apropiada y una excelente fotografía, conforman una muy buena cinta, de un 7,5/10, no al alcance de todos, pero recomendada para aquellos que están cansados de ver siempre lo mismo o para los cinéfilos amantes de los retos. Todas las flores van para Maria Allred, por su apuesta y su talento, del cual espero ver más en un futuro próximo.