He revelado ya por fin en este séptimo y ultimo día de la semana la cuarta parte de mi historia narrada por un personaje anónimo. Si es de tu interés mi historia por favor léela cronológicamente a continuación.

El misterio de la tumba de Dafne (Primera Parte)

El misterio de la tumba de Dafne (Segunda Parte)

El misterio de la tumba de Dafne (Tercera Parte)

He de terminar con el suplicio, no podré seguir narrando así que otras personas continuarán escribiendo en mi lugar, gracias por leer lo que fatídicamente me ha torturado por años, te deseo buenas noches y un prospero amanecer.

Reinaldo.

-Buenos días caballeros. –Respondió uno de los hombres, el cual era un anciano de barba larga y blanca que usaba bastón. –Qué bueno que ya están despiertos, nos preocupaba ser inoportunos al ser demasiado tempraneros.
-No se preocupe doctor Álvarez. –Respondió el padre Armando con una sonrisa en su rostro. –Somos muy tempraneros por esta región, nos gusta aprovechar las mañanas. Ya todos nos conocemos pero déjenme presentarle a mi amigo Reinaldo, el hombre que venimos a ayudar.

El padre Armando comenzó a presentar a todos los individuos con Reinaldo, los cuales también pertenecían a aquella extraña y secreta orden. Uno de ellos era un joven, de diecinueve años, pelirrojo, delgado, de mirada excesivamente seria y dientes chuecos, el muchacho era un prodigio en las artes y ciencias ocultas, y también un superdotado para la demonología y el esoterismos de distintas culturas en el mundo. Su nombre era Fabio y era el más joven de la orden.

El hombre a su lado se llamaba Pedro, un hombre alto y regordete, de cabeza rapada y barba bien poblada, tenía unos treinta y cinco años de edad, con una personalidad positiva y sonriente. El hombre tenía una maestría en biología pero también tenía oficio de exorcista no autorizado por el vaticano, sino bajo la jurisdicción de la orden.

Y por último el doctor Álvarez, ya mencionado en primer lugar. Un físico teórico con interesantes aportes sobre la vida después de la muerte, por supuesto, desenvolvió estas teorías desde su campo de trabajo, aunque poco ortodoxo para sus colegas era un hombre brillante, pero muchos lo tachaban también de loco. Era uno de los miembros más importantes de la orden y también uno de los reafirmantes, su presencia allí significaba una importancia magnánima de dimensiones incomprensibles para Reinaldo.

Después de que los hombres fueron presentados, Reinaldo los invitó a pasar y los acomodó en la sala donde tomaron asientos, excepto el joven pelirrojo que no había cambiado para nada la expresión seria de su rostro al entrar y se recostó en la pared junto a la ventana de la sala.

Reinaldo se apresuró inmediatamente a preparar el café para sus invitados, cuando vio de repente que un mensaje había llegado a su celular. Era su amigo Octavio quien le preguntaba cuando iba a ir a su finca para quedarse los días que acordaron. Reinaldo no quería responder en ese momento, de hecho, no quería decirle nada de lo que pasaba a su amigo, pensaba que no lo comprendería y su preocupación por él subiría a otro nivel, y en estos momentos no quería nada de drama, así que decidió inventar alguna excusa para evitar la propuesta de su amigo y su esposa para que quedaran más tranquilos.

Después de tener listo el café, Reinaldo se dirigió a sus invitados para servirles y empaparse del tema de conversación que tenían en ese momento, hablaban del mausoleo, la pequeña tablilla y los símbolos grabados en ella y dentro del recinto.

-Creo perfectamente saber de quienes se trata, no hay duda, y por la espera de la próxima luna llena no hay equivocación de que se trata de los invocadores de Tatzú. –Dijo el doctor Álvarez señalando las pruebas recolectadas en la mesa del centro con su bastón.

Los demás miembros asintieron con aprobación ante la conclusión, excepto el muchacho pelirrojo junto a la ventana que solo observaba y no se expresaba ni aportaba ninguna opinión al respecto.

-¿Tatzú? ¿Invocadores? ¿Qué es todo eso? –Interrumpió Reinaldo con sobresalto en el habla.
-Verás Reinaldo amigo mío. –Explicó el padre Armando. –Tatzú según los mitos antiguos africanos, es una criatura necrófaga sirviente de los dioses del mal que su único propósito en el mundo es alimentarse y causar sufrimiento, si una criatura así se libera en el pueblo sería terrible.
-Pero para tu tranquilidad y la gente de tu pueblo, no permitiremos que eso pase. –Dijo Pedro levantándose de su silla y poniéndose junto a Reinaldo con voz calmada y una sonrisa en el rostro.
-Lo cierto es que no tenemos mucho tiempo. –Prosiguió el doctor Álvarez. –Esta noche será luna llena y si completan el ritual de venida de Tatzú detenerlo será complicado, debemos pensar en algo pronto.
-Pero si hoy no es luna llena. –Dijo Reinaldo. –Según el calendario…
-Ese calendario no señala esta. –interrumpió Fabio desde su ubicación. –No hablamos de la misma luna llena de nuestro mundo sino de otro mundo conectado con el nuestro, un mundo sobrenatural, esta es una anomalía que ocurre cada nueve años.

Después de la explicación del muchacho pelirrojo Reinaldo comenzó a divagar en dudas, por lo que el padre Armando agregó.

-Como te comenté Reinaldo y como has podido deducir, lo peor aún no ha sucedido, es por eso que te pedí toda tu disposición y así me la has dado. Sólo queremos que entiendas que haremos todo lo posible pero debes estar atento con todo lo que te diremos a partir de ahora. Siempre debes tener presente que salvaremos el alma de Dafne, pero también tienes que tener presente que no podemos permitir que una criatura tan abominable como Tatzú vague libre por estas tierras.

Luego del argumento del padre Armando, los demás presentes comenzaron ideando un plan, mientras que el sacerdote le explicaba a Reinaldo sobre el mal que se enfrentarían. Tatzú antiguamente era un chamán que un día encontró la manera de por sí solo trabajar las artes prohibidas. Comenzó con débiles encantamientos que no hacían el mínimo daño hasta que se diversificó elaborando maleficios más complejos.

Las oscuras artes que realizaba comenzaron a trastornarlo y su sentido común se perdió por completo. Un día, dejó que se liberara una maldición tan poderosa que trajo consigo una terrible enfermedad que no solo afectó a su tribu sino a otras circundantes. Los demás chamanes y guerreros de otras tribus se dieron cuenta y buscaron la raíz de aquél mal hasta que dieron con él.

El frenético hombre fue encadenado, enjaulado, tratado como un animal; decía cosas sin sentido y en una lengua distinta. Había veces que hablaba como un demonio con la voz gruesa y gutural, verlo provocaba un miedo estremecedor, así que las personas se alejaban. Lo mantuvieron así hasta que un día lo sentenciaron a morir, y según la leyenda, sus últimas palabras, fueron que volvería como el peor mal que haya asolado esas tierras, y luego fue inmolado vivo.

Y así fue, días posteriores a su muerte, la gente notaba con pánico que los cuerpos embalsamados de sus muertos desaparecían sin dejar rastro, según las leyendas la criatura era más veloz que un guepardo y saltaba a más de cinco metros de altura. Muchas personas fueron asesinadas y posteriormente devoradas, evitar al Tatzú, que en lengua de aquella tribu africana ya extinta significa “El Profanador” era casi imposible de lograr.

Aquél mal se había salido de control, por lo que los chamanes de distintas tribus se reunieron para realizar múltiples conjuros para deshabilitar las fuerzas de Tatzú, y efectivamente lo lograron, crearon diferentes símbolos de apresamiento en donde mantuvieron a Tatzú atrapado en el mundo sobrenatural, sin posibilidad alguna de volver, a menos que alguien lo libere por voluntad propia.

Esta no sería la primera vez que Tatzú sería liberado, de hecho, hubo muchas veces más, y siempre desatado por el mismo grupo de individuos dementes y alabadores de los dioses del mal, a este grupo se le ha llamado los seguidores de Tatzú, y al parecer, estaban dispersos por todo el mundo.

Los miembros de la orden del padre Armando los conocían muy bien, incluso han tenido varios enfrentamientos, su objetivo de esta noche es evitar que Tatzú sea liberado de nuevo. Ya Reinaldo sabía por que habían escogido el mausoleo de Dafne, era un sitio solo, en una colina solitaria y con un cadáver del cual, Tatzú podría alimentarse para así desenvolverse sin problemas.

La energía maligna de aquél demonio no permitía que el alma de Dafne encontrara descanso en el más allá, mientras profane su recinto sagrado de descanso, y pensar en ello volvía loco a Reinaldo. Solo esperaba que todo se resolviera esa noche.

El plan se trazó y Pedro, el hombre calvo que cargaba un enorme maletín negro el cual lo recogió del suelo y lo puso sobre la mesa del comedor, reveló lo que contenía y Reinaldo se sorprendió.

Cuchillos de diferentes formas, dagas, puñales, frascos con polvos grises y blancos, pequeños dardos y crucifijos que al apretarlos en el centro disparaban unas pequeñas balas que paralizaban al objetivo si este estaba alterado lo suficiente. Todos ya tenían claro lo que tenían que hacer, incluso Reinaldo, el padre Armando se sentía preocupado al principio pero luego vio una chispa en los ojos de Reinaldo que luego se convirtió en llamarada, estaba dispuesto a todo para enfrentar lo que sea. Ahora su mente se volvió una con su cuerpo… y con el peligro.

El padre Armando sujetó uno de los crucifijos con fuerza y con la garganta llena de templanza dijo.

-Estamos todos listos entonces, nos prepararemos bien ahora en la tarde, y cuando caiga la noche, y la luna esté en todo su esplendor los enfrentaremos sin piedad ¡No se escaparán esta vez…!

Continuará...