Una historia para reflexionar

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Un día de tantos, un delfín muy travieso y parlanchín encontró una joven pareja de capibaras cerca del río, los jóvenes capibaras lo miraron con cierta desconfianza.

Como eran animales de tierra no deseaban compartir con el delfín, les parecía un animal muy extraño, porque solo podía estar dentro del agua.

El delfín intento llamar su atención de muchas formas, sin embargo, los capibaras seguían como si nada.
De pronto, al delfín se le ocurrió invitarlos a nadar, los jóvenes capibaras se miraron el uno al otro, porque siendo tan jóvenes aun no dominaban del todo nadar, así que aceptaron complacidos.

El delfín les dijo:

-No se preocupen, prometo enseñarles algunos trucos.

La pareja de capibaras acepto, pensaron que sería divertido.

Comenzaron a nadar al lado del delfín, un poco impacientes los capibaras no lograban aprender las técnicas que el delfín les enseñaba, mientras el delfín se movía muy bien en el agua.

De repente empezó a llover muy fuerte y el caudal del río empezó a aumentar en pocos segundos y, la pareja de capibaras fue arrastrada por la corriente, estaban muy asustados, presas del pánico, aunque intentaban mover sus pequeñas pesuñas no lograban avanzar.

El delfín apareció y, de nuevo les explico como debían hacer para nadar, primero debían guardar la calma, los jóvenes capibaras se tranquilizaron y empezaron a nadar mucho mejor. No lo podían creer, estaban nadando muy bien, como si toda la vida lo hubieran hecho.

Al final del día, después de mirar al delfín con desconfianza e indiferencia, llegaron a la conclusión que darse la oportunidad de conocerlo fue lo mejor.

Esto pequeño cuento nos deja una breve reflexión, algunas veces actuamos como los jóvenes capibaras, no nos damos la oportunidad de conocer personas, por simple desconfianza o las prejuzgamos por cualquier razón, sin ni siquiera conocerlas. Es posible que estemos perdiendo grandes oportunidades, por el simple hecho de prejuzgar a los demás.