Naturaleza del Drama: Conflicto

Llegamos a la última entrega de esta serie de artículos acerca de la literatura dramática y tal vez a uno de los temas fundamentales en toda obra de Teatro: el conflicto. Para muchos autores es ahí donde se encuentra la esencia que define a un buen drama, empezando por la simple idea de que sin conflicto no podría darse acción y por lo tanto no podríamos conocer a sus agentes, los personajes. ¿Qué sería pues esa sustancia que le da vida al drama y que está contenida en el conflicto?

El crítico inglés, Eric Bentley desde un punto de vista enmarcado en las ideas del psicoanálisis, aborda la cuestión en su libro La vida de drama, a partir de nuestra relación emotiva con las historias que nos cuenta la literatura en la trama de sus obras. La manera en que afrontamos las situaciones de la cotidianidad tiene que ver no sólo con nuestra capacidad racional de asumirlas como un proceso en la vida, sino que esta sucede a través del deseo, que representa “el combustible del mecanismo humano”. El deseo está expresado en los sueños y fantasías en las que simbólicamente se resuelven nuestras necesidades y los conflictos u obstáculos que nos separan de los objetos del deseo. Así al ver en una obra un entramado de acciones que van llegando a un objetivo a través un personaje que pese a todo va cumpliendo su encomienda y realizándose, experimentamos un placer no sólo intelectual sino emotivo al comprender los elementos en conflicto y por cuales decisiones y acciones transita hasta llegar a las consecuencias finales. De alguna manera vivimos junto a los personajes de la trama las mismas situaciones y resolvemos, al menos en un plano intelectual, psicológico o espiritual, los mismos conflictos a los que tal vez no habíamos hallado respuesta en la vida.

Roberto Álvarez y Silvia Marsó en una escena de Csasa de muñecas, de Henrik Ibsen,
bajo la dirección de Amelia Ochandiano.
(Fuente)

Para Lajos Egri, otro teórico que ha sido revisado en esta serie, el principio del conflicto está fuertemente sustentado en la lógica dialéctica, la cual expone de esta manera en su libro Cómo escribir un drama:

Observemos más ampliamente este método. El mecanismo de la conversación es asegurado mediante tres pasos. Primero, enunciado de la proposición, llamada tesis. Luego, el descubrimiento de una contradicción a esta proposición, llamada antítesis, y que es lo contrario de la proposición original. Ahora bien, la resolución de esta contradicción requiere la corrección de la proposición original y formulación de una tercera proposición, la síntesis, que es la combinación de la proposición original y la contradicción a la misma.

Para Egri es de esta manera en que todos los procesos de la naturaleza suceden también, ya que materia y energía cambian de un estado a otro, en donde el estado inicial se opone un estado final que lo contradice. Cada momento entre los dos estados sería una síntesis de esa contradicción. Por ejemplo en el caso de un honorable padre de familia y destacado miembro de la sociedad que terminara convirtiéndose en un vulgar ladrón, o viceversa; los elementos en conflicto, el entorno y las acciones tendrían que llevar necesariamente por un proceso en el que descubramos las causas, las diferentes circunstancias y acontecimientos que llevan del padre de familia al ladrón. La expectación, comprensión y reacción emotiva ante este proceso constituye el sustento del drama.

Atendiendo a estas ideas pensaríamos en el conflicto dramático también como un fuerte generador de sentido, es decir, un mensaje claro se comprende dependiendo de las diferentes conexiones que la obra llegue a establecer simbólicamente con nuestros sentidos, con nuestra emotividad, con nuestras experiencias y saberes, con nuestro ser socio-cultural, con nuestra psique; esto sucede de acuerdo a los diversos estados y oposiciones por los que transitan los personajes, que han de adecuarse constantemente para llevar las situaciones hasta el final del drama, cuyo resultado nos revela alguna verdad que construimos junto con la acción poética de la obra.

Conflicto dramático

Podríamos decir para definir el conflicto de una manera simple, que es un relación de fuerzas que tienden a objetivos que son mutuamente incompatibles y cuyo equilibrio fluctúa a lo largo del drama. Se puede reconocer este equilibrio cuando determinamos un protagonista cuyo deseo o necesidad hace surgir la acción y otra fuerza antagonista y se opone a esta acción. La oposición puede provenir de otro personaje, del entorno o bien desde alguna condición particular del propio personaje que deba superar para conseguir su deseo. Las oposiciones en el conflicto podrían expresarse en estas formas que nos refiere Patrice Pavis en su Diccionario del Teatro:
Rivalidad: Cuando la oposición se da en torno a un objeto de orden material, sea por cuestiones afectivas, económicas, en el campo de la escala social, etc.
Concepción del mundo: Dos puntos de vista o concepciones irreconciliables entran en pugna.
Debate moral: Regularmente entre los aspectos subjetivos y objetivos del propio protagonista. Por ejemplo la lucha entre el gusto y el deber, lo pasional y lo racional. Ocurre como un debate entre dos campos que intentan imponerse al protagonista de la acción.
Individuo y sociedad: Conflicto entre los intereses de una persona en contra de los de la sociedad en que vive. Motivaciones particulares contra las generales.
Conflicto metafísico: Es el que se da entre el individuo y una entidad, principio moral o bien un impulso interior que lo sobrepasa.

Vemos en estas formas los posibles campos en los que el conflicto suele presentarse, sin embargo debemos tener presente que el conflicto no es algo que podamos percibir a simple vista como el personaje, sino que lo vamos comprendiendo a través de los diálogos, los monólogos y la propia acción y el rumbo que va tomando que se resuelve en un clímax que revela la estructura entera del conflicto y la acción. Otro aspecto importante es que, como nos recuerda Pavis, “el conflicto no depende sólo de la voluntad del dramaturgo, sino de las condiciones objetivas de la realidad social descrita” y podríamos agregar que también con la realidad social del espectador que interpreta esa representación.

Fuenteovejuna, de Lope de Vega
versión de la compañía de Antonio Gades
(Fuente)

Condiciones del conflicto dramático

El conflicto debe de cumplir idealmente ciertas condiciones para hacer efectiva una obra dramática, son varios los autores que suelen coincidir en los siguientes puntos. En primer lugar ha de ser concreto, es decir debe expresarse a través de la oposición de objetos narrativos cargados de valor y no puramente simbólicos. Se disputa un territorio, políticos se debaten para aprobar cierta ley, se lucha por estar con la persona amada, etc. Otra condición importante es lo inmediato y obligatorio del conflicto, la consecución del objetivo debe darse en un determinado tiempo. Debe ser fuertemente motivado, es decir, ha de ser de resolución absolutamente necesaria tanto para el protagonista como para los agentes que se oponen a la acción.

Egri reconoce además una condición que puede potenciar el sentido dramático de la obra, tiene que ver con la relación entre los personajes o fuerzas en conflicto y le llama unidad de opuestos. En el artículo sobre el personaje también se mencionó este principio el cual tiene que ver con el vínculo particular que existe entre las fuerzas que están en conflicto, por virtud del cual no lo pueden evadir por ningún motivo e impone también ciertos límites en la forma en que estas fuerzas pueden resolverlo.

Naturalmente, los caracteres tienen que estar hechos de una materia prima tal que sean capaces de ir al límite. La unidad entre los opuestos debe ser tan fuerte que el desacuerdo insuperable pueda ser quebrado sólo si, al final, alguno de los adversarios o ambos están agotados, vencidos o aniquilados completamente.

Movimiento en el conflicto

Así como la acción dramática, el conflicto también tiene una progresión que podríamos comprender como los distintos ciclos en que el equilibrio de fuerzas va transformándose en torno a la consecución de una meta. Las diferentes situaciones dramáticas de una obra se determinan por el grado de “saber”, “poder” o “tener” que un momento específico puede tener un personaje en torno a su objeto de deseo, en conjunto con el estado de la oposición que se está ejerciendo a su acción. Eugene Vale, otro influyente teórico sobre todo en el campo del guión cinematográfico, sintetiza la estructura del conflicto así como la de cada uno de estos ciclos, reconociendo una serie de momentos definidos:

Estado inalterado: Es el estado inicial del conflicto.
Alteración: La acción y la oposición se ponen en marcha lo cual puede expresarse a través de la aparición de obstáculos, ocasionados por el entorno; complicaciones, ocasionadas por las circunstancias propias del personaje; o bien contra-intenciones, ocasionadas por otro u otros personajes.
Lucha: Las fuerzas opuestas, reconociéndose, se enfrentan directamente.
Ajuste: Es el nuevo estado después de las tensiones. Durante la obra, aunque se llegue a diversos estados de ajuste, el conflicto permanece latente. Siendo el desenlace el ajuste final.

Egri reconoce también y recomienda estar pendientes de tres tipos de movimiento en el conflicto dramático que producen distintos efectos en el lector espectador:

Conflicto estático: La situación ha sido planteada pero sin un objetivo claro o bien sin que se avance con determinación hacia él.
Conflicto a saltos: La situación pasa de un estado a otro opuesto sin ninguna graduación ni justificación lógica.
Conflicto creciente: La situación va pasando de un estado a otro de forma gradual y verosímil, es decir, de acuerdo a una lógica de causas y efectos.

Rafe Spall como Jerry y Daniel Craig como Robert en Traición, de Harold Pinter
(Fuente)

Conclusión

Con esta serie he querido poner en perspectiva los principales conceptos que participan de la escritura dramática, tratando siempre de entender cómo se vinculan pero también cómo funcionan de manera distinta según estemos en un proceso de escritura de un texto o bien de su análisis, cada obra además requerirá una forma de abordarla muy particular de acuerdo a su propia naturaleza. Nos hemos centrado en estos artículos precisamente en esos textos que se consideran dentro de la “tradición dramática”, es decir la que está constituida por los ejes personaje-conflicto-acción y su constante interacción. Dentro de la técnica dramatúrgica será importante comprender que las posibilidades de juego entre estos elementos, incluso su propia presencia o ausencia, además de las relaciones con otros géneros literarios en el arte escénico contemporáneo son abundantes, muchas de ella nacen precisamente del conflicto y la oposición a formas de escribir el teatro que eran canónicas y casi inamovibles, sin embargo es importante comprender estos principios de composición que pueden servir para encontrar la libertad creativa necesaria para expresar un discurso personal, novedoso y original a través del Teatro, o bien entender a cabalidad el discurso y sentido expresado en una pieza dramática.

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