Bajo la seducción de Río de Janeiro – Brasil / II Parte
Mi cuarto día en Río de Janeiro fue para conocer el monumento que más identifica a la ciudad y quizá a todo Brasil: el Cristo Redentor, esa gigante estatua ubicada en el corazón metropolitano de la urbe, dentro del Parque Nacional da Tijuca.
Tomé un autobús para la zona de Cosme Velho, ahí se encuentra la entrada hacia el Corcovado, la montaña de 710 metros que lo alberga.
Es importante ir un día despejado, porque desde ahí las vistas de Río son espectaculares.
La manera más popular para subir hacia la estatua es el tren tipo elevador, para lo que hay que comprar el boleto en la estación de la Rua Cosme Velho. Existe también una carretera que llega a la base del monumento y un sendero.
Había mucha gente cuando fui, al parecer es casi imposible evitar la aglomeración. El tren te deja en un punto y luego tienes que caminar un poco.
Comencé a subir, a mirar para arriba, pero nada se veía aún, cuando avancé un poco más la espalda del Cristo Redentor apareció con el cielo muy azul de fondo. Ya después ascendí dando la vuelta y lo tuve de frente.
Creo que independientemente de ser cristiano o no, lo imponente de la estatua y la energía de la naturaleza que la rodea no deja a nadie indiferente, se siente una fuerza espiritual allí.
De lejos es visible y atrae las miradas desde casi cualquier parte de la ciudad, pero de cerca su figura estilo art déco de 38 metros de altura (incluyendo la base) realmente impresiona.
No es sólo por el tamaño sino también por la expresión de serenidad en su rostro, que seguro se debe a la bellísima panorámica de Río que contempla.
Cuando bajé de este emblemático monumento me fui rumbo al centro, a callejear un poco y comer algo.
Probé la deliciosa coxinha, una especie de croqueta que rellenan con pollo, queso y otros sabores. Esta era de queso:
Después fui a conocer un famoso local del centro, la Confitería Colombo, un deslumbrante lugar fundado en 1894, con estilo art nouveau, que te hace sentir en otra época. Aquí se puede tomar café, postres y también tienen platos principales.
Luego estuve caminando por ahí y viendo esa mezcla de edificios antiguos y calles modernas que posee el centro de Río.
Entré al Centro Cultural del Banco de Brasil, pasé por Candelaria con su plaza e iglesia, por Cinelandia (zona llamada así porque hace casi 90 años albergaba las principales salas de cine de la ciudad) y también por el bello Teatro Municipal.
Al día siguiente en la mañana pasé por la playa de Leme y subí hacia el fuerte Duque de Caxias, mejor conocido como Fuerte de Leme, a ver qué encontraba por allí.
Esta edificación fue construida entre los años 1776 y 1799 cuando Brasil todavía era parte del Imperio Portugués, para alertar a las otras fortificaciones de la llegada de barcos enemigos a Río de Janeiro.
No es un lugar muy visitado por turistas, algo positivo en el sentido de que no hay aglomeraciones, es tranquilo y desde allí hay magníficas vistas.
Ya al mediodía tomé un autobús para la zona de Lapa, que es como la bohemia de Río, con muchos locales de música en vivo, bares, restaurantes, arte callejero… allí contemplé los Arcos de Lapa, un antiguo acueducto que abastecía el centro de la ciudad y la zona de Santa Teresa, situada en una colina.
Arriba de estos arcos de 64 metros de altura circula el “bonde”, un famoso tranvía que hace la ruta Centro-Santa Teresa y viceversa.
Otro paseo que hice en Lapa fue a la Escadaria Selarón, una obra al aire libre del artista chileno Jorge Celarón, quien cubrió las escaleras de una calle con baldosas o azulejos de todas partes del mundo.
Su colorido es un homenaje al pueblo brasileño y en total son 215 escalones.
Por la tarde, con un grupo de viajeros que conocí en el hostal donde me alojé, fuimos a disfrutar un poco de la noche de Río, y volví a Lapa.
Allí estuvimos escuchando música en vivo, bossa nova, que había en varios locales, en algunos ni siquiera era necesario entrar porque los artistas tocaban en la parte de afuera. Nos sentamos a tomar algo, conversar.
Ya pasada la medianoche cuando decidimos irnos tuvimos una visión extraterrestre ante nosotros: la Catedral Metropolitana de Sâo Sebastiâo, con su forma de cono e iluminada en tono rosa intenso.
Mi sexto y último día en Río de Janeiro fue de relax en la playa de Ipanema, tomando caipirinha, disfrutando el ambiente de esta vibrante ciudad y ya sintiendo saudade de ella…
Fotos propias hechas con una cámara digital Sony Cyber Shot 7.2 mp
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I didn't realize how perfectly beautiful Brazil is. Thanks for sharing!
Yes! Brazil always leaves you wanting more hehehe ... thanks for stopping by and commenting