Concurso Cervantes: 10ª Entrega

Gloria Fuertes - Fuente de Imagen

Fuente

---

Existen momentos en la vida cuando una fuerza nos motiva a realizar acciones que, en esos momentos, aun no comprendemos. Ya tenía tiempo queriendo participar de los concursos y ahora, el tiempo apremia. Mi identificación con este poema hace que mis manos jueguen libremente sobre el teclado.

“Pido se me permita la palabra, ante tan notable audiencia. Si bien no soy escritor, tampoco poeta, debo confesar que miles de palabras dan vuelta en mi cabeza. Dan vueltas infinitas cuando leo este poema. Agradezco a tan notoria persona, llena de prosas y versos, me permita en este instante desglosar su poema. Desglosar excelsa obra para mostrar entre líneas, la vida de quien os cuenta y en este concurso participa”. - Saturno Mangieri. Alias @theghost1980

Acto 1 – El nacimiento

“Nací para poeta o para muerto”

Si bien es cierto que los poetas se expresan a plenitud, debo contarles que cuando nací, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Mi madre no sabía si pegarme o acompañarme en la risa. Eligió pegarme una nalgada mientras ocultaba su risa.

“Pero… Sé que debo pegarle un poco para que llore. Llorar es bueno para un recién nacido. Mira cómo se ríe este bandido…”

Decía mi madre. Me contaba ella, puesto que mis memorias, no se remontan a tan lejanos horizontes. Un par de nalgadas y en efecto lloré. Lloraron las vecinas junto a mi llanto. Esposas de militares quienes contemplaban a mi madre dando a luz casi a solas.

“Escogí lo difícil”

Escogí lo difícil al nacer, justo cuando era el momento y solo con la ayuda de mi madre. Los bomberos de la ciudad de Caracas me pasearon para que viera con mis propios ojitos, la ciudad que me recibía. Ningún hospital o clínica estaba disponible, pero, aun así, asilo encontramos y al departamento de bomberos, agradecimos. 

“-supervivo de todos los naufragios-”

Desde el primero de los muchos, aun supervivo de todos los naufragios. Conociendo distintas ciudades, latitudes y países desde muy temprana edad. Incluso, naufragando cortamente en muchos puertos. Mi primer viaje en avión me mostraba la cara de una azafata de vuelo, quien se sorprendía de ver a un bebé volando. 

“Pero tan chico y vuela solo...”, decía la azafata. Esto me contaban mis abuelos quienes me esperaban una vez al mes, en la ciudad de Barquisimeto. Años mas tarde, mis aventuras se llevaban a cabo en una caja. Para mi corta edad y entendimiento, una caja, no era una simple caja como creerías. Era mi jardín de juegos predilecto. Desde un avión, hasta una base, construía. A partir de una mezcla de cartón y pega blanca que mis manos sostenían.

“Y sigo con mis versos”. Aunque me vaya poniendo viejo, sigo con mis versos. La caja fue tomando forma. Una forma viva y amena. Ahora la toco con mis manos y la percuto al son. Puedo casi decir que, le hago percusión.  Puedo también decir que, gracias a eso, mi imaginación, repite aun el día de hoy que está “vivita y coleando”.

Acto 2 – Descubriendo a la mujer de frente y sin tapujos

“Nací para puta o payaso”

Me decían sus ojos. Sus labios femeninos que apenas y había probado, no decían palabra alguna. Luego de una discusión esa mujer me preguntaba con su mirada. Bella mujer de menor tamaño que el mío, pero de mucho más carácter que el que yo podía soñar. Claro, en mis ególatras alturas. Era mi primera y única esposa. La amé con locura. La locura implacable del momento que te ciega. Yo, como siempre, inmaduro y valga la palabra, payaso. Abrí mi bocota y “escogí lo difícil”. Y La abandoné. Sin decir mucho más que un adiós. Sin poder explicar un enredo del tamaño del mundo que se suscitaba en mi cabeza. Entre unas gotas que corrían por mis mejillas, terminé, años más tarde, en un país árabe haciendo algo que nunca pensé que haría. Me dedicada a “hacer reír a los clientes desahuciados”.

Por más de dos años, entretuve centenares de personas. Almas nobles, almas buenas escuchaban mis canciones. “Los del patio”, me gritaban a montones. Dos gardenias felices bailaban y si, a veces, hasta rompía corazones. Esos trucos del canto y el espectáculo, me abrieron puertas en Marruecos. Sin saberlo me jalaban a un mundo de arte. De arte, que me hacía sentir hueco. Respiré profundo y repetí, una y otra vez. Puedo decirles que aun hoy los hago, me refiero a entretener, a alguno que otro desahuciado. Lo hago hoy sin miedo a nada, con la cabeza en alto “y aún sigo con mis trucos, sacando una paloma del refajo” armando un alboroto y un muy buen relajo.

No pasa un día sin que mis manos se muevan solas. A tocar una guitarra. A dejar volar esa paloma. Paloma que canta y que recuerda, que la vida solo es una. Perdón, seamos más comunes y hagamos un cliché. Quise decir, que la vida, es una sola.

Acto Final – Cuando la palabra quiere que la acción la siga

“Nací para nada o soldado”

Es la verdad. Nací para nada o soldado. Mi verdad. Y puede que la verdad de muchos. Querer gritarlo a viva voz. Gritar que nací para nada o soldado. Tanto ese camino he caminado, que muchas veces encuentro un hombre. Un hombre cabizbajo que se queja y dice:

“Que si la vida, que si el gobierno…”

“¿Que si la vida no se deja?”, le digo yo con tono burlesco, pero hablando muy en serio. Tanto ese camino de soldado he caminado. Vistiendo una túnica primero, luego hasta de color sangre una vez vestido. Gritando a un comandante ya desaparecido. Ahora mirando ese pasado. Como he cambiado en mis adentros. Y si… No me da miedo decirlo. Contaros a vosotros que “escogí lo difícil”. 

Difícil para muchos he oído. Muchos que de rodillas hasta vencidos se han sentido. Y sigo aquí de pie. De cara al viento con mirada embravecida. Es que en Marruecos pude haberme quedado, pero, escuchando una canción, canción que me estremecía, decidí escoger “lo difícil”. Haberme regresado ha sido ahora lo elegido. Ayudar a otros a ver las cosas como siempre hemos querido. Corrijo. Como siempre, en profundidad, las cosas han sido. Mirada simple y extravagante, son las insignias que llevo ahora. “Soldado de paz” es la canción que canto. Elevo risas y, con el perdón de los afectados, a veces hasta llantos he promovido. No es mi culpa. No señores... Que mi voz se eleve tanto. Tanto que una vez cantando me sentía dos Saturnos. Uno cantando y el otro escuchando. Mientras tomaba los brebajes de los indios. Unos indios que me enseñaron “-no ser apenas nada en el tablado-”. Un tablado que dejé en Marruecos junto a mi guitarra y un hermano. Hermano de cantos, y como Él decía, hermano del “tablao”.

“Joder tío, ¡Salam Alekum!”

No espero que entiendas si recién me lees. No me creas criminal. Para mí las cuerdas, guitarras y cajas son armas para matar. Matar la avaricia y el deseo maligno. Dejar salir la vida de donde hemos venido. Mi canto es munición, mi palabra es alimento. Trato de llevar esperanza, aunque dolor tengan por dentro. Es un poco de mí, de quien soy y quien seguiré siendo. Yo sigo en pie, “y sigo entre fusiles y pistolas sin marcharme las manos.”