De donde compramos el libro al museo eran solo tres cuadras, así que decidimos ir. Cuando fuimos nos dimos cuenta de que el museo estaba cerrado, ya que una banda se iba a presentar en la noche y estaban practicando; pero de igual manera nos dejaron pasar para que viéramos. Le dimos la vuelta al museo escuchando a la banda tocar y afinar, y fue algo grandioso, pero aún así no teníamos mucho que hacer, así que decidimos ir al mirador. Cuando entramos al centro comercial donde esta el mirador, nos dijeron que el mirador estaba cerrado, pero que había un concierto de música clásica en el séptimo piso. Fuimos al concierto, y en la entrada nos pidieron nuestros pases. Nos vimos los dos a la cara porque no sabíamos que hacer, no sabíamos que había que tener pases, no sabíamos que iba a pasar todo eso, porque solo fuimos por un piercing, pero la chica de la entrada, por alguna razón, fue condescendiente y nos dejó entrar. El concierto fue hermoso, y la chica, por mera casualidad, tocaba música clásica, así que esto fue un regalo para ella, y uno para mi, al ver como ella disfrutaba y hacía suya las melodías que escuchamos dentro de ese estudio.

Cansados de haber caminado tanto, terminamos en la plaza donde habíamos comprado los libros de Gabriel Garcia Marquez, para así tomar un café y comer pan. Para nuestra sorpresa, la cita no había terminado: la gente del conservatorio iba a dar un concierto de música venezolana ahí en la plaza, y nosotros pudimos disfrutar un poco de esto mientras tomábamos café y nos atragantábamos de pan con queso. Mientras descansábamos de esa atareada tarde, dijimos que ya era tiempo de volver, así que fuimos a esperar un carro que nos dejara a los dos en nuestras casas, tras el divertido día que habíamos tenido.

La cita terminó con nosotros dos rumbo a nuestras casas, agarrados de la mano de una forma muy peculiar. Era la primera vez que veía a esta chica y tristemente ha sido la última. La he querido volver a ver pero nuestras vidas cambiaron un poco después de eso, y encontrar un momento libre para poder vernos es difícil. A veces le escribo y a veces ella me escribe, ya que pasamos un buen momento en el que, por lo menos, yo, sentí una conexión muy real con alguien que en realidad no conocía. Fue algo lindo que me gustaría repetir, pero creo que son cosas que pasan una vez en la vida y ya, para mostrarnos que hay momentos efímeros que se disfrutan mucho más que meses de estar con alguien con quien en realidad no conectas.