Equilibrada alienación VI.
Mi desesperación va en aumento, cuanto más tiempo paso sin alcohol en sangre más violento me pongo, necesito equilibrarme, necesito mi dosis y la quiero, ahora.
La sobriedad es mi peor enemiga, mi némesis, aquella que me devuelve al doloroso mundo terrenal del que siempre trato de huir. Quiero escapar. No quiero saber más de nada ni de nadie. Quiero vivir a mi manera, alejado de la realidad.
Mi cabeza comienza a pensar demasiado, mi cuerpo responde a innumerables estímulos que pasan ante mis ojos, mi ira continúa en aumento y me desespero. Ha llegado el momento de buscar en la basura…
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La cosa va bien, hay muchos restos de alcohol en botellas, vasos… algunos no se sabe ni lo que son, quizás sea orina pero me da igual, ahora lo más importante es volver a sentirme arropado por la embriaguez. La que me hace feliz, la única que me entiende y acompaña en mi viaje.
Por fin, me estoy recuperando, vuelvo a ser yo. Mis sentidos comienzan a alterarse, he vuelto a mi mundo, a mi pompa particular.
El sol comienza a salir, llega un nuevo día, -¡va a ser un gran día!- Debo conseguir algo de dinero si quiero disfrutarlo como me gusta, en soledad, sin que me molesten los malditos zombies.
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