El Dolor

in #spanish5 years ago

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El Dolor (Parte 7 de una historia terror inspirada en mitos y leyendas de los Andes Venezolanos - Al final del post encuentras los capitulos anteriores)

Simona salió de la casa para hacerle frente a Doña Josefa. La abuela de Pablo estaba dispuesta a todo para protegerlo. Era lo único que le quedaba en su vida.–Tranquila Simona – le dijo la anciana de dientes amarillentos –me odias, lo sé, no quieres que me acerque a él. Pero si no unimos nuestras fuerzas, lo vamos a perder por completo. Por eso he venido hasta tu hogar. Se ha enamorado de esa muchacha, ella será su perdición. Además, el policía citadino es peligroso. . – Simona sabía que eso era verdad. Por culpa de la muchacha, su nieto había asesinado al chico que la policía estaba buscando. Si descubrían la verdad, encerrarían a su nieto. Peor, lo matarían.

El detective Alfredo Morillo recopilaba todas las pistas posibles. El día anterior había visitado la casa de Simona. Quería escuchar todo sobre el suicidio de Amador, que coincidía con la desaparición de Sebastián Aristimuño. Mientras ella le contaba todo lo acontecido ese trágico día, el detective detallaba toda la casa.

-¿Donde estaba su nieto en ese momento? No encontré ninguna declaración del joven en el expediente.

-Pablito aun dormía cuando mi hijo decidió quitarse la vida. Tiene la mente de un niño y no quiero que se traume más por esa tragedia.

Morillo pareció conforme con la respuesta. Vio a Pablo la noche que conoció a Iris. Le pareció bastante introvertido y frágil. Era uno de los primero en ser descartado como sospechoso. Luego de toda la información que le fue suministrada por los agentes y demás personas interrogadas. Según su experiencia, quien ataco a la pareja en el acampado era un hombre fornido, con suficiente fuerza y agilidad para causar suficiente daño al vehículo. A pesar de eso, el suicidio de Amador le continuaba pareciendo muy extraño. ¿Acaso era Amador el atacante? ¿Su madre oculta algo? Eran las preguntas que se hacía mientras miraba la parte trasera de la casa. Distinguió muchas huellas en dirección a los arboles del fondo.

–¿Que hay en ese camino entre los arboles?

–¿Las letrinas mijo, tiene ganas? – le respondió la anciana.

Morillo entraba al auto cuando Pablo llego a la casa. El joven no podía disimular su desagrado cuando lo vio. Desde que conoció a Iris, hacia 3 días, el detective pasaba mucho tiempo en casa de chica. Ya no eran conversaciones sobre los sucesos de la noche del ataque de la criatura. Se habían caído bien y parecía existir alguna atracción. La madre de Iris lo invitaba a comer todas las noches. Ahora era el citadino quien pasaba tiempo con Iris. Ese hombre amenazaba con alejarlo de su amada.

-¡Epa!Pablo, acércate – le dijo el agente que conducía. – Le contamos al detective que tú conoces muy bien toda esta zona. Podríamos necesitar tu ayuda. Queremos hacer un recorrido por toda el área y nos gustaría que pudieras servirnos de guía. – Pablo asintió con la cabeza.

-¿Eso es un sí? – le pregunto Morillo

Pablo lo apuñalo con la mirada antes de responder -¡Sí! – Morillo sintió un leve escalofrió. Los ojos de Pablo parecían haber cambiado por unos segundos. Parecía otra persona. –Mañana pasamos por ti – exclamo el conductor antes de poner en marcha el coche patrulla.

Iris se disponía recoger los platos, pero su madre se lo impidió. Prefería hacerlo ella y le dijo a su hija que se quedara conversando con el detective. Se fueron al patio a disfrutar de la brisa. Dentro de poco el frio se haría más intenso, al caer la noche. Los dos pasaban horas conversando desde que se conocieron. Ella le tuvo que contar absolutamente todo. Había salido con Sebastián. Ante la negativa de tener relaciones, se puso violento. En ese momento apareció al criatura de los andes. Después de allí todos los recuerdos eran difusos. La bestia la acaricio. A ella no le hizo ningún daño. El golpe que se llevo en la cabeza fue producto de su caída. Para Morillo, eso demostraba empatía del criminal para con la chica. Era alguien conocido. Alguien que siente algo por ella. Por eso no la secuestro ni le hizo nada malo. Pidió una lista de todas las personas que tuvieron acceso a su hogar en las últimas semanas. Nombres de sus amistades más cercanas. Habi un nombre que se repetía siempre. Pablo. Cuando lo expuso ante los otros oficiales,todos se rieron. Pablo era un debilucho, el tonto del pueblo. Uno de los agentes le dijo que lo único abominable que hacia ese muchacho, era la zoofilia. Desde niño le conocen como el cojecabras.

Ella se mostraba atraída por ese apuesto detective, con un gran futuro dentro de la institución policial. El sentía el cosquilleo en el estomago cada vez que la veía. Estaba encantado por su belleza. Nunca antes una mujer lo había hechizado de esa forma.

-Mañana haremos una búsqueda por la zona – dijo Morillo.

-Dime la verdad, ¿crees que esté vivo? – exclamo con preocupación Iris.

-Cada minuto que pasa hace que esa posibilidad sea más remota.

La joven comenzó a llorar. Si no hubiesen ido a ese acampado, nada de eso hubiera ocurrido. En cierta forma se sentía culpable. Morillo la tomo por las manos. Le dijo que no se preocupara. Encontrarían a Aristimuño y especialmente darían con el criminal que los ataco. Iris lo abrazo. Estar rodeada de sus brazos le daba confianza. La hacían sentir segura. Después de cruzar miradas, ocurrió lo inevitable. Se besaron.

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Aunque el amor parecía tenerle la mente nublada. Morillo se aparto de iris y desenfundo su arma apuntando hacia los matorrales del patio de la casa. Su instinto le hizo sentir que eran observados.

-¡Despacio! Muévete despacio. ¿Quién está allí?

Pablo salió de los matorrales y se coloco frente al detective. No parecía tener miedo a pesar de ser apuntado por un arma.

-¿Qué haces? Baja esa arma. ¡Es Pablito! – ella se acerco al joven -¿Qué hacías escondido? Nos diste un susto.

-Disculpa…no era mi intención…- balbuceo pablo.

Era un imposible. Su amada nunca se fijaría en el. El hombre que estaba encargado de darle cacería, era también el hombre que le arrebataría la persona que amaba. Las ganas de transformarse y dejar salir a la bestia eran tremendas. No le tomaría más de un minuto el arrancarle la cabeza al policía. Pero hacerlo, sería algo que Iris jamás le perdonaría. Ella era su punto de equilibrio. Lo único que evitaba que la criatura emergiera de las sombras.

Morillo guardo el arma. Ser espiado lo incomodo. Tomo a Pablo por los hombros y de un manotón subió la manga de la camisa que cargaba puesta. Sus brazos estaban limpios, No había rastros de heridas o cicatrices recientes. Ese acto casi hace salir a la bestia. Las garras comenzaban a emerger de las manos de pablo cuando Iris se interpuso entre los dos. No le gusto la forma en que estaba tratando a Pablo. Y se lo hizo saber al policía.

El radiotransmisor policial interrumpió discusión. Le comunicaron al detective que la criatura fue vista en las cercanías de una estación de servicio. El coche patrulla estaba en camino a recogerlo en casa de Iris para trasladarlo hasta el lugar. Pablo le volvió a dirigir una mirada de desprecio y también una sonrisa de burla mientras el detective se retiraba. Perdería su tiempo tras esa pista. El Monstruo, la criatura, la bestia que buscaba estaba frente a sus ojos y no se daba cuenta.

-Discúlpalo, está bajo presión. Todos en el pueblo estamos asustados – le dijo Iris con cariño.

-¿Quieres algo de tomar? – pregunto pablo, aprovechando que quedaron solos.

-No Pablito, no quiero nada, gracias. – Respondió – creo que debemos hablar algo.

No fue hasta esa noche que Iris se percato que Pablo parecía sentir algo más que una amistad. Se sentía estúpida por no darse cuenta antes. Ese joven servicial amable y de buen corazón estaba enamorado de ella.

-Pablo,eres una persona maravillosa y me gusta conversar contigo. Espiar a las personas esta mal. ¿Tenias mucho tiempo tras los arbustos? … está bien, no quieres contestar. Quiero dejar claro que hemos pasado buenos momentos de amistad. Porque eso eres para mí. Eres mi amigo. Te quiero mucho y quiero ser tu mejor amiga. Somos y seremos siempre amigos…Lo siento si te confundí…

Pablo no respondió. Ella le agarro la mano, Pablo la rechazo. -Me voy – fue lo único que dijo.

Ella lo llamaba para que no se fuera. Pablo no escuchaba.Lo que experimentaba en ese momento era algo indescriptible. Su vida había sido un constante sufrimiento. Pero nada se asemejaba al dolor que estaba sintiendo. Los vio besarse. Parecían enamorados. Ella solo quería ser su amiga. Había perdido para siempre lo que nunca le perteneció. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo o quitarse ese dolor? ¿Se transformaba y mataba a todo el pueblo? ¿Le contaba la verdad? Un montón de preguntas sin respuestas lo atormentaron en su trayecto a casa.

Una sorpresa le esperaba a Pablo. Su abuela estaba con Doña Josefa,la anciana que conoció en el mercado del pueblo siendo un niño. La misma que vio junto a la cabra negra.

-Qué bueno que llegaste mijo – exclamo su abuela Simona.

-¿Vienes de casa de Iris? – Pregunto Doña Josefa. – Debes alejarte de allí. Corres un gran peligro. -Pablo dirijio una mirada a su abuela y esta asintió.

– Escúchala, es importante mijo, es hora de que lo sepas todo.

-¿Qué tengo que saber?

-Es tiempo de que sepas la verdad.– dijo Josefa mostrándole la vieja moneda que ella le dia hace años, en el mercado y que había mantenido guardada en la cueva, su refugio - Es hora de que sepas quien eres y cuál es tu destino.

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Lee los capitulos anteriores
Parte 1 - La Promesa
Parte 2 - La Cabra Negra
Parte 3 - El Ritual
Parte 4 - El Chupacabras
Parte 5 - La Tragedia
Parte 6 - La Tragedia

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Buenas letras y buen sentimiento... Un abrazo, hermano búho cleaner...

Gracias por comentar y el apoyo Eleazarvo !!!

No sabía que hacías contenido de terror y suspenso. Se te da muy bien la verdad :3

Gracias por pasar por mi espacio y comentar. Feliz dia !

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