La Cabra Negra (II)

jcrodriguez (66)in #spanish • 6 years ago (edited)

Solo faltaba un día para que Pablo cumpliera 18 años, pero muchas cosas habían cambiado desde la noche de las gallinas negras. Nunca se volvió a hablar en su casa sobre lo ocurrido, pero el siempre lo recordaba. Su alegría, entusiasmo y buen humor se fue apagando, ahora era un joven retraído, con mirada triste, se comunicaba poco con las personas. Además, su padre Amador, comenzó a tomar de manera exagerada. Todas las noches llegaba borracho. Su abuela ahora estaba más vieja y se la pasaba sentada mirando las montañas con un profundo pesar. Parecía que después de la visita de la anciana de dentadura amarillenta les habían robado la felicidad.

Lo único que le gustaba a Pablito era estar con su cabritas, ya tenían más cabras lecheras y sus paseos hasta la cueva eran a diario, le gustaba saciar sus deseos sexuales, no sabía lo que era tener una mujer, el solo conocía a sus amadas cabritas. Los chicos del pueblo se burlaban de el , le decían el cojecabra cada vez que lo veían. Pablo no les respondía nada y las chicas no se fijaban en el , pensaban que era tonto. No les hablaba. No había rastro de aquel niño popular, alegre y conversador de hace casi ocho años atrás, ahora solo era el bobo del que todos sentían lastima y otros hasta desprecio.

Ese día estando en el supermercado, donde en ocasiones trabajaba embolsando las compras de los clientes, llego una señora muy elegante acompañada de una hermosa jovencita como 2 años menor que Pablo. Nunca había habia visto una chica tan hermosa, se notaban que estaban recién mudados. Ella estaba entretenida con su teléfono móvil y mientras recorría junto a la señora el pequeño supermercado, Pablo no dejaba de seguirlas con la vista. Cuando llego el turno de pagar por las compras, la señora solicito que le llevaran todas las bolsas. Vivía a 6 calles de allí y Pablo fue el encargado de llevar sus compras. Cabizbajo tomo todas las compras. Caminaba detrás de la señora y la chica. Estaba tan entretenido mirándola que llegando a la casa, tropezó y se le cayeron algunos productos.

-Ay si será mojiganga muchacho – reclamo la señora.

-¡Tranquila mama! Solo se tropezó- respondió la chica.

Ella se agacho y ayudo a Pablo a recoger o los productos – ¡No le prestes atención, se hace la brava! - le dirigió una mirada e hizo un gesto de que su madre estaba un poco loca. Comenzó a reírse y Pablo no sabía como reaccionar, ninguna muchacha antes le había mirado a los ojos y sonreído. -Eeeeso cojeeecabra – se escucharon unos gritos burlones, eran un grupo de adolescentes que siempre se metían con Pablo y en ese preciso momento estaban pasando por la otra calle –cojecabra cojebra jajajaja - se reían cruelmente. La chica miro extrañada a los burlistas. Pablo tomo rápidamente la propina que le ofrecía la señora y salió corriendo. -¿Cómo te llamas? –le pregunto la chica, pero él no escucho, el solo quería salir de esa calle, sentía rabia porque fue avergonzado delante de la muchacha más hermosa que había conocido.

No regreso al supermercado, se fue a las montañas donde se sentía en paz con la naturaleza. Las burlas de los jóvenes del pueblo resonaban en su mente. Estaba llorando de rabia cuando escucho unos suaves pasos que se acercaban, giro velozmente y se dio cuenta que era una cabra muy linda. No era de las suyas, se levanto y fue acercando hasta el animal, la cabra era mansa, la agarro e inmediatamente se le vino a la mente sus acostumbradas travesuras. Se la llevo a la cueva. Su refugio secreto y amansando lentamente a la cabra comenzó a darle el "chaca chaca", así le llamaba. El animal estuvo manso, pero cuando termino su travesura sexual, la cabra se puso violenta, Pablo se resbalo y la cabra se le fue encima dándole una mordida en los brazos, grito al ver que sangraba.

-¡Cabra loca! –le grito intentando levantarse

La cabra se le quedo a cierta distancia. En ese momento se fijo que el animal tenía una marca igual a la moneda que le había regalado la anciana de dientes amarillento. Unos suaves ruidos se escucharon y Pablo quedo perplejo cuando pudo ver cómo de todos los rincones de la cueva emergían serpientes que se acercaban con actitud amenazadora. Se asusto mucho, pero las serpientes que en principio parecían que lo atacarían, lo rodearon, había una enorme, parecía la madre de todas las otras serpientes, esa se levanto y abrió su boca, expulsando una gran cantidad de liquido en el rostro de Pablito –¡Veneno! ¡Veneno! – se puso a gritar como desesperado, se limpio los ojos del liquido que no lo dejaba ver nada. Las serpientes ya no estaban, habían desaparecido. Se fijo que la cabra estaba allí y fue tras ella. Al salir de su refugio vio a la cabra correr y llegar hasta el regazo de la anciana, hacia casi ocho años que no la veía, era Doña Simona con sus dientes amarillentos.

-Espero te "haiga gustao" mi regalo – fue lo que alcanzo a escuchar.