El hecho importante es haber nacido viejos, resistir con la cara caliente una gloria de traición que no nos afecta la producción en las puertas de las ciudades portuarias; ni los pliegues viudos de misa pueden disimular la ofrenda que la verdad personal nos ofrece a diario bajo las aguas del café serrero y los pecados por cometer que trae una visión superflua, fiel a la recomendación impalpable de aguas ajenas, corriendo solo en consecuencia de la avalancha de cal que sin necesidad de vida, cae bajo el proceso que nadie soporta. La dedicación de nuestra variable juzgada explota la predilección hacia figuras insustituibles y las súplicas a las que se deben, concluyen cuando el pan enmohese ilusoriamente porque no comprenden el significado que representa una posibilidad de auxiliar a sus mismas partes, estando en consagrada valoración del espectro detonador.

         Los vidrios suenan y rompen las teclas que se anticipan a las viables y nobles vacunas que no definen inmunidad, niebla entre las manos, el sótano farmacéutico rueda rechinante para freir cerebros que editan verdad transmisora, la cual no apoya saludos de bondad dentro de campañas administrativas de violencia, porque los negocios entre territorios tienen una mancha amarilla que no se limpia con ácido clorhídrico siquiera. Sobre las flores del pésame fijo el ministerio cantoral anti-bolas de cristal en el día donde la comida se pudre por falta de bocas a quien ofrecerla sin necesidad de un papel o asfalto bajo los zapatos que como el solar de mi guitarra ultraja las creencias dictadas por hilos de conducta incoherente, nada que esperar del reverso estribillo informativo y las oscuras pasiones de los que suplican cuando no tienen intensiones de construir.