Lo primero que vi al nacer. Azul, verde y rojo; Como el televisor, me es difícil permanecer en el mismo canal, pero de tu mirada son las primeras palabras que escribo sobre la mañana haciendo eléctricas mis fallas. Del consejo general, los jefes Quivira, suficientes por la conjuntiva positiva en tres horas de caminata empedernida fermentaron mi saliva; escarificando mi piel se destruyen las siglas patógenas del amor de un solo bando, convertido en composición experimental. El silencio no desarrolla tumefacción sobre la branquia solar porque abunda tu entereza sobre las costumbres del mar.