Pues el hecho de ser rechazado y no aparearse, puede llegar a convertirse en una muerte anticipada juvenil, pues no perpetuará la especie. Esta situación la podemos encontrar sobre todo en casos de inferioridad selectiva de los híbridos -ocasionada por saltar las barreras postcopulatorias- donde las señales de apareamiento que emite el macho no son reconocidas por la hembra de cualquiera de las dos especies que generaron ese individuo.

Las diferencias entre individuos e incluso sus capacidades y aptitudes para encontrar pareja y aparearse, para de esta manera reproducirse y perpetuarse, es lo que conocemos como Selección sexual. El sexo implica tres grandes desafíos, el primero sobrevivir lo necesario para llegar a la edad reproductiva, aparearse y como si fuera poco que un individuo del sexo opuesto esté dispuesto a cooperar y aparearse.

Estudiemos el caso del pavorreal, que se caracteriza por poseer un plumaje bastante llamativo, sobre todo a nivel caudal, cuyo propósito es atraer a la hembra para aparearse y con ello aumentar la fecundidad. Sin embargo, tener ese tipo de plumaje acarrea ciertas consecuencias y entre ellas se encuentra el poder ser visto con más facilidad por los depredadores, y utilizar energía en el crecimientos de esta característica, que no podrá ser utilizada para la reproducción.

Ciertamente el ambiente crea presiones selectivas muy diferentes para hembras y machos. Como lo mencioné anteriormente, estas diferencias morfológicas entre ambos sexos puede a veces favorecer a la hembra, quien bajo una coloración criptica, puede camuflarse y pasar desapercibida. Si observamos con objetividad el fenotipo que diferencia a las hembras y los machos veremos que, generalmente este mostrara ser más vigoroso, colorido, ruidoso o incluso con olores fuertes y esto no es más que su estrategia de seducción para el cortejo. La hembra sólo se encargará de escoger al macho que mejor exponga su fenotipo pues esto garantiza una descendencia sana.

Ahora bien, los huevos y la preñez resultan mucho más costosos para la hembra, quien gasta también bastante energía y tiempo en su formación. Otra cosa es que, el cuidado parental aumenta las posibilidades del éxito reproductivo, y a medida que vamos analizando los diferentes clados evolutivos del Reino Animal, podremos observar que este se ve afianzado en aves, pero es muy característico de los mamíferos.

La disparidad de inversiones en el cuidado parental es notable. Generalmente es la hembra quien se encarga de cuidar a las crías hasta que puedan llegar a valerse por sí misma y reproducirse, mientras que, en la mayoría de las especies, el macho no se preocupa por la descendencia.

Podremos decir entonces que, las hembras hacen una mayor inversión de tiempo y energía en cada descendiente, lo que limita su éxito reproductor pues tiene tiempos en el que solo se dedica a sus crías, mientras que el macho, está todo el tiempo activo para reproducirse, y su barrera estará en la posibilidad de encontrar una hembra con la que se pueda aparear.

Ya les he hablado de estas diferencias en cuanto a tiempo y energía, tanto en hembras como para los machos. Esta asimetría va a limitar el éxito reproductor ambos sexos, lo que genera diferencias en lo que al comportamiento para el apareamiento se refiere. Las principales son:

• En machos

  
  Se genera una marcada competencia por la hembra, pues el acceso a estas es limitado. En consecuencia, varios machos pueden competir por una misma hembra.

• En Hembras

  
  Se afianza la selectividad. El decidir con quien se apareará le ayudará a escoger los mejores genes; esto debido al compromiso que mantiene con el cuidado de la descendencia.

La selección intrasexual implica las diferentes interacciones entre los miembros de un mismo sexo, en su búsqueda del éxito reproductor. Los machos tienen una alta tendencia a mantener la competencia entre ellos mismos, en su posesión por el sexo opuesto. En muchos casos busca mantener un control sobre la hembra o algún recurso imprescindible para ellas. Algunos tipos de competencia son:

• Combate

  
  Al existir varios machos con pocas hembras, se establecerá un combate entre machos, donde saldrá favorecido el que mantenga mejores características morfológicas (tamaño corporal, armas, defensas y estratégicas tácticas). A veces puede ocurrir que, mientras los machos más fuertes están en un combate, los más pequeños se arriesgan y si son seleccionados, apuntaron hacia el éxito.

• Competencia espermática

El poder aparearse no implica que haya conseguido reproducirse, pues si la hembra ya ha copulado con otros machos, el esperma recurrirá a una verdadera competencia en el tracto reproductivo de la hembra para poder fertilizar. Algunos de los caracteres que contribuyen con este éxito tienen que ver con la producción de una eyaculación abundante con espermatozoides activos. Otros machos realizan un tapón copulatorio o aplican feromonas para disminuir que la hembra sea atractiva.

• Infanticidio

  
  Sobre todo en los mamíferos llega a producirse el infanticidio. Generalmente cuando están agrupados en manadas solo existen pocos machos que tienen el permiso de aparearse. Cuando una hembra pare una cría macho, los grandes de la manada trataran de asesinarlo para garantizar su éxito reproductivo y evitar la competencia. La hembra puede defenderlo, e incluso en ciertas ocasiones lo hace, pero a veces, ejecuta un aborto espontáneo para evitar gastar energía en una descendencia que será sacrificada al nacer. Además, un macho joven que emigre hacia otra manada, también podrá ser atacado hasta causarle la muerte. Este tipo de estrategia aumenta las posibilidades del macho de aparearse y es verdaderamente perjudicial para el éxito reproductivo de las hembras.

Cuando los machos no logran monopolizar a la hembra, sus posibilidades de apareamiento se reducen a ser seleccionado por ella. Ya Darwin en 1971, nos hablaba en sus obras del poder activo de la hembra para seleccionar a su pareja, sin embargo, algunos biólogos evolucionistas planteaban que las hembras actúan de manera discriminatoria al aceptar solo individuos de su misma especie.

Si un macho es suficientemente atractivo, esto será un indicativo para la hembra de que posee buenos genes, y asegurará el éxito de su descendencia. También puede buscar escoger un macho que provea de comida, cuidado y recursos para ella y sus hijos.

La selección sexual como tal implica procesos bastante complejos en donde la hembra tiene el papel de seleccionar y el macho el de impresionar con sus características morfogenéticas a esta para garantizar la perpetuación de su especie. Sin embargo, en este esfuerzo por mantenerse vistoso ante la hembra, gasta suficiente energía que si bien es cierto pudo utilizarse en generar mayor número de descendientes.

La hembra al parecer, gasta mayor energía en generar los huevos – que generalmente contienen nutrientes para los primeros estadios- y cuidar a las crías hasta garantizar su éxito reproductivo, situación en la que muy pocas veces el macho silvestre participa. Esta situación genera un tipo de competencia intrasexual entre los machos por poseer a una hembra, entra las que destaca el combate, la competencia espermática y el infanticidio. Lo cierto es que la hembra siempre buscará seleccionar al macho con la mejor genética y esto la hace evaluar todas las características morfogenéticas posibles: tamaño, olores, sonidos, aptitudes e incluso muchas veces sus capacidades de cuidarla a ella y proporcionarle recursos a sus descendientes.

A veces nos gusta negar que somos animales, sin embargo yo les invito a evaluar el comportamiento de los machos y hembras en nuestra sociedad, que a pesar de haber sido educada y vestida para negar sus instintos, concuerda en muchos eventos con las hembras silvestres, que no han sido adoctrinadas en sistemas formales y definitivamente muchas noticias de los diarios revelan nuestro más oscuro lado animal.