Introducción

Luego de la aparición del Bitcoin en el año 2009 y el desarrollo posterior de otras criptomonedas como métodos alternativos para el pago de bienes y servicios en todo el mundo; motivados en parte por las lentas y altas tasas, y los procesos engorrosos que implican las transferencias ofrecidas por las instituciones bancarias tradicionales, se hizo necesario crear plataformas de intercambio o Exchanges, que hacen su aparición en el mercado entre 2010 y 2011, permitiendo los intercambios entre diferentes criptomonedas, además de convertir nuestros activos digitales en dinero fiduciario (FIAT) y viceversa.

El mercado de activos digitales está creciendo a una velocidad vertiginosa y, según algunos expertos, todavía se encuentra en las primeras etapas de su masificación. Se estima que a partir de abril del año pasado, el volumen promedio diario en todos los intercambios de activos digitales supera el equivalente a 18 mil millones de dólares, con una capitalización de mercado estimada total que podría exceder el equivalente a un billón de dólares.

Algunas de estas plataformas existentes para el intercambio de criptoactivos son pequeñas, otras grandes; otras más estrictas al agregar a su listado nuevas criptomonedas y otras, por el contrario, tienen menos restricciones. Lo realmente importante es que todos ellas tienen la función de favorecer el intercambio de manera segura, simple y rápida.

Sin embargo, este crecimiento acelerado puede afectar las estructuras rígidas de los más conocidos Exchanges, que han estado operando al límite de su capacidad, ya que no pueden satisfacer las necesidades futuras del mercado, cerrando las puertas a nuevos usuarios, y afectando en consecuencia, la adopción masiva de criptoactivos.

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