Serie El Confesionario (confesión No.6)
Hola amigos de Steemit, infinitos mundos y posibilidades caben en el alma de quién deja que la creatividad sea su dueña, aquí vamos en esta gran comunidad compartiendo lo creado, lo vivido, lo soñado, hoy traigo para ustedes la serie de cortos “El confesionario”, una serie hilada en muchas historias donde mi mente se ha explayado en plasmar en palabras lo que he imaginado. Espero las disfruten.
Para que puedas seguir la historia te invito a leer:
Imagen propia de la autora
Confesión No.6
Cada quién lava sus culpas lo mejor que puede, cada quién guarda sus secretos y lleva a cuestas los insomnios que estos producen, cada uno es dueño de la oscuridad de su corazón.
El día era gris en Santa Clara, aún se escuchaba a lo lejos la voz de las mujeres rezando el rosario en la novena de Don Miguel, el pueblo estaba como paralizado, nadie de ese lugar se habría imaginado que ocurriría de ese modo, hasta los árboles parecían estar atentos a la tristeza del lugar.
Yo caminaba esa mañana por la calle principal, regresaba de mi paseo de la playa, algo que ya había hecho un hábito, aún sabiendo que en muchos días no volvería a tener la dicha de conseguir a Luisa dándose un baño. Pasando frente a la tienda pude observar a Ana María, quien bajando el rostro se internó en el lugar, sabía cuánto le estaba afectando la partida de Don miguel, bueno yo creía que lo sabía hasta ese día.
Al llegar a la iglesia, luego de ducharme y prepararme para la misa de la mañana, fui hasta el confesionario, sin muchas esperanzas ya que por lo sucedido dudaba que alguien viniese a hacer alguna confesión, sin embargo, en el momento en que estaba mas sumergido en mis pensamientos, sentí el golpe al otro lado de la rejilla y la voz de un chico que decía:
- -¡Perdóneme padre porque he pecado!-
Confundido pude saber quién era, sin embargo, tomando aliento y sentándome presto a escuchar le dije:
- -Habla hijo, que tu siervo escucha-.
“Padre, no sé por donde comenzar, pero mi alma no puede más con este dolor, yo sólo quería amarlo padre, sólo quería darle lo mejor de mí, pero no… él la prefirió a ella, ese día llegué a la tienda más temprano de hacer todas las entregas, también había ido hasta su casa, pero al llegar la señora Luisa me dijo que no estaba, era extraño, yo conocía todos sus horarios, así que con cierto asombro me fui de regreso a la tienda, al llegar, escuché unos ruidos extraños en uno de los depósitos, y allí fue cuando lo vi, tenía su cara metida entre sus piernas, estaba extasiado comiéndose todo su cuerpo pasaba su lengua entre sus piernas, la mordía , la besaba y ella gemía de placer agarrándolo por los cabellos e incrustando su cara en su sexo como si quisiera que estuviese así para siempre… yo casi vomito ante esa escena, es una aberración haber visto a mi propia madre teniendo sexo con el hombre que yo amaba, así que nublado por el dolor y los celos tomé una sartén de hierro que estaba cerca y le di tan fuerte en la cabeza que lo maté, mi madre moría de dolor, me dijo que lo amaba, pero fue peor cuando yo le confesé que yo también , así que en medio de nuestra locura decidimos lanzar el cuerpo al mar por el acantilado para que pareciera suicidio. Él lo merecía, por infiel y por no amarme ¿por qué no pudo amarme?–terminó llorando como un niño.
- -¡Santo Dios!- fue lo que pude decir.
- -¿Qué has hecho?- le dije en voz baja.
- -Padre- esto es secreto de confesión, Ud. No puede contarle esto a nadie. –me dijo casi en tono de amenaza.
¿Qué estaba probando Dios en mí?, ¿qué podía hacer?, ¿qué debía decirle?, había asesinado al esposo del ser que yo creía que estaba empezando a amar, en el fondo me había hecho un favor, pues ahora Luisa podía estar sólo para mi contemplación. ¿Debía entregarlo a Ramón Antonio? ¿Qué penitencia se le pone a un pecado como ese?
Nos quedamos en silencio por un rato, mientras el calmaba su llanto, decidí entonces hacerme cómplice y no revelar su secreto, y ese día empezó el infierno en mi alma, pues empecé a usar lo que sabía para mis propios fines.
Le di una penitencia casi imposible de cumplir, y le dije que cuando viniese a la iglesia debía sentarse en los últimos bancos. No podía tener a un asesino sentado en primera fila.
Para los próximos días, empezaría entonces mi plan, el inicio de mis pecados en Santa clara.
Los años no me han hecho más fuerte, sólo me han ayudado a aguantar el peso de mis penas con mayor experiencia. ¿Qué hubieses hecho tú? Sigue leyendo lo que te escribiré, tal vez me apoyes o tal vez me juzgues, dependiendo de cuán pecador eres. Atte El padre Andrés.
Existen personas así! que piensan que tienen que amarlos obligados, donde en realidad el amor es libre!
Así es nada mas libre que el Amor. Gracias por seguir esta historia que ya le falta poco para terminar. Un abrazo
me intriga el desenlace,pero a la vez no quiero que termine! jeje
jajaja, todo en esta vida tiene un fin.
Upa! como dicen por ahí. Pueblo pequeño infierno grande. Fuerte abrazo @zullyscott
Jajajaja, pues si, pero a veces esos infiernos salen del alma de quien los habita. Gracias por pasar , es todo un honor que me leas.
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Ese Ramón Antonio debe ser dado por enterado. 😬. Cada vez más oscuras revelaciones. Buen relato el de esta parte. Saludos de corazón.