La joven de la sangre de oro (V)

vickaboleyn (65)in #spanish • 7 years ago (edited)

Ivar sintió que estaba viendo visiones. Frente a él estaba la niña pequeña que, abrazando a su oso de peluche, le miraba con curiosidad. Un sentimiento extraño inundó su pecho conforme acercaba su rostro para que la niña lo acariciara. Cristina, al ver la mansedad de aquella fascinante bestia, tocó su piel. "Es muy suave", pensó la joven mientras le miraba fijamente a los ojos.

Los recuerdos de París aparecieron en su mente. La imagen del ser alado que la había llevado de vuelta a Mérida encajaba perfectamente con él.

-¿Ivar? -murmuró, insegura si ese era el nombre de aquél joven que había decidido ayudarla en aquél momento.

El dragón esbozó una sonrisa mientras bajaba el ala.

Cristina, cayendo en la cuenta del significado de aquél gesto, volvió su mirada hacia la puerta de la casa.

¿Cuántas veces mucha gente que la quería y la apreciaba le había advertido que dejara de ser una niña?, ¿cuántas veces le habían dicho que dejara de poner excusas y que enfrentara a sus miedos como adulta? Quizás un número infinito, quizás varias veces, quizás pocas; no se había molestado en contar esas veces que le habían dicho de frente las cosas como son. Y dudaba mucho que lo hiciere en ese momento.

Pero había algo de lo que sí estaba segura: si no aprovechaba la oportunidad que aquél dragón le ofrecía, sea cual sea, entonces se arrepentiría.

-Lo siento -murmuró mientras que, volviéndose hacia Ivar, le inquirió:

-¿Será largo el viaje?

Ivar negó con la cabeza, a lo que la joven inmediatamente le dio la espalda y entró a la casa. Ahí, en la cocina, buscó una hoja y un bolígrafo con la intención de escribir una carta. Escribir que se la había llevado un dragón a tierras lejanas sonaría a que había caído en la locura; escribir que la habían contactado de la Interpol para comunicarle que debía presentarse en París era, por otra parte, mucho más convincente.

Una vez que dejara la carta en la mesa, subió a su habitación y se cambió de ropa. "¿Qué estoy haciendo? Esto es una locura", pensó la joven mientras bajaba por las escaleras.

Cerró los ojos cuando miró por última vez su hogar antes de salir. No debería estar haciendo lo que estaba a punto de hacer; debería estar en su cama durmiendo, esperando a que el sol llegara otra vez para empezar la rutina diaria de buscar un trabajo, dejar currículos aquí y allá. Debería estar preparándose inconscientemente para otra ronda de entrevistas de trabajo, prepararse para el "nosotros le llamamos"... Debería estar haciendo todo eso y no treparse en el lomo de un ser imaginario.

Pero ella lo estaba haciendo. Aunque desconocía completamente las razones o naturaleza de su invitación y de su propia decisión, presentía que había hecho lo que podría decir que era lo correcto.