Relato: Un Día en el Trabajo

Hoy es un hermoso día, es un día perfecto para trabajar, me doy una buena ducha fría me coloco mi abrigo negro, agarro mi maletín y salgo en la camioneta, creo que hoy será un excelente día, no se, simplemente lo creo así. Voy en mi camioneta conduciendo por una zona residencial en la busca de mi próximo cliente, observo a una chica que va camino a la universidad y me acerco para ofrecerle un aventón, ella amablemente accede muy contenta, sube y en el camino vamos conversando plácidamente, me habla un poco sobre lo que está estudiando y sus sueños para el futuro, me dice que quiere ser una gran ingeniera, pero al momento que me está contando eso, me desvío en un tramo del camino, ella me dice que doblado en la calle incorrecta, no se porque simplemente se quedo en silencio, todo hubiese sido mas tranquilo para los dos.

La miro con una sonrisa mientras ella comienza a ponerse nerviosa, se dio cuenta muy tarde, la agarro del cabello y golpeo su cara contra la guantera varias veces, cada ves con mas fuerza hasta que no siento signos de lucha, sigo conduciendo hasta mi lugar de trabajo mientras ella esta inconsciente, por fin he llegado, un viejo galpón abandonado.

Saco a mi nueva clienta del vehículo y la llevo hasta mi oficina, la siento en una silla y la amarro para que no se trate de ir sin permiso, me enoja mucho que lo hagan, simplemente les disparo en la cabeza a todas las que tratan de hacerlo, pero detesto hacerlo es un desperdicio de recursos.

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Ya con mi clienta lista, me preparo para atenderla, me pongo mi delantal y abro el maletín en la mesa, saco todas mis herramientas de trabajo: un bisturí, una tenaza, un martillo y un frasco de ácido clorhídrico que no puede faltar. Ella se esta tardando demasiado en despertar, le doy una fuerte bofetada y se despierta de golpe, ahora si puedo comenzar a trabajar, lo primero que siempre hago es observar bien a mi cliente, me doy cuenta que es una chica muy hermosa, claro dejando al lado todos los moretones que le he hecho, tiene unos 20 años de edad, piel clara como el marfil, una larga cabellera negra y unos hermosos ojos azules, me encantan esos ojos, me observan con tanto miedo que me comienzo a excitar.

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Su cara cada vez demuestra mas terror, si no fuera por la mordaza estaría gritando a todo pulmón por ayuda, pobre inocente, tal vez no le enseñaron a no aceptar aventón de extraños, bueno basta de observarla, empezaré por medir su grado de resistencia al dolor, agarro la pinza de la mesa y me acerco a su mano, son muy delicadas, se nota que nunca ha trabajado, agarro uno de sus dedos y con la pinza comienzo a tratar arrancar la uña, lo hago lentamente mientras veo su rostro para no perderme de sus expresiones, es lo que mas me gusta, la carra de sufrimiento que hacen mientras juego con ellas, mientras mas levanto la uña peor es su cara y sus lagrimas comienzan a salir, se mueve mucho con desespero pero aún así no me detengo, la trato de arrancar de un solo golpe para divertirme un poco, no lo hice bien y solo salio la mitad, ella llora y se ahoga con sus gritos, esos quejidos son música para mis oídos, agarro rápidamente y arranco la mitad faltante, no me gusta hacer nada incompleto, su cara de sufrimiento es invaluable, cojo mi cámara y le tomo una fotografía para mi colección, me coloco atrás de ella y le susurro al oído “no te esfuerces tanto, apenas estamos comenzando”.

Me di cuenta que es demasiado sensible al dolor, es un juguete muy frágil, no me gusta normalmente los rompo muy rápido, me siento en la mesa frente a ella mientras pienso como divertirme, observo esos hermosos ojos azules y me molesta, se parecen a los de mi antigua esposa, agarro una cuchara y la caliento con un soplete, ya ella se imagina lo que pienso hacerle, con su mirada me suplica que la deje ir, se debe de estar preguntando que hizo para merecer eso así que le digo: “solo estabas en el momento y lugar equivocado”, ella sigue llorando con una expresión de rendición, ya se ha calentado lo suficiente la cuchara, le agarro la cabeza pero no se deja, trata de luchar, pierdo la paciencia y dejo la cuchara a un lado, agarro el martillo y sin vacilar le doy un golpe en la sien, queda aturdida, ahora puedo seguir con tranquilidad, agarro nuevamente la cuchara y delicadamente la introduzco y con cuidado le saco el ojo, ni se inmuto por el dolor, ya debe de estar en las ultimas, saco el otro rápidamente para que no muera antes de tiempo, coloco los ojos en un recipiente con para que no se dañen, esos ojos me los llevare a casa para recordar a mi esposa.

Es hora del golpe final, ya casi esta muerta, por eso no me gusta tan frágiles, la toco para comprobar que sigue viva y se mueve un poco, ya no sonríe como en la camioneta, me gustaba esa sonrisa, quiero verla de nuevo, agarro el bisturí y me posiciono frente a ella, le levanto la cara y con mucha precisión se abro un poco la boca he introduzco el bisturí en el lado izquierdo, poco a poco voy dibujando esa hermosa sonrisa nuevamente, ella se comienza a mover nuevamente, con el movimiento la sonrisa no quedo perfecta, trataré de hacerlo mejor con el lado derecho, la agarro firmemente por el cabello para que no se mueva tanto, voy cortando y poco a poco deja de luchar, ya no me interesa, he terminado, admiro mi obra de arte, cojo nuevamente la cámara y capturo esa hermosa sonrisa, otra foto mas para la colección, me deshago del cuerpo en un horno de cremación que fabrique para cuando he terminado mis trabajos, lo único que queda son esos ojos y la foto para recordarla.

No quede muy satisfecho con mi trabajo de hoy, pero eso no importa, mañana es otro día y conseguiré una mejor cliente, les digo “clientes” porque diciéndoles victimas me hace sentir un poco mal, me aseo, limpio la silla donde estaba y la sangre en el piso y me voy rumbo a la casa para planear el próximo día, todos son diferentes, espero puedas ser testigo de mis próximos trabajos, me esforzaré para que te gusten.