Trilogía: Un amor sobre el cielo y la tierra parte III

in #spanish6 years ago

 Fuente de la imagen editada 

 Previamente en Un amor sobre el cielo y la tierra Parte II 

Luego de aquella noche ella dormía siempre en mi hotel, prácticamente vivíamos juntos, no podíamos estar separados uno del otro, solo que fuese por la rutina del trabajo, y aun así, nuestro celulares no dejaban de repicar por los miles de mensajes que nos mandábamos, entre esos los tantos te extraño y una que otra conversación picara. Parecía que toda mi vida iba en buen rumbo, tenía a mi lado a la mujer que más amaba, por así decirlo, a la primera que amo. Luego de terminar mi estadía en la isla, pensé en dedicar un tiempo de calidad con ella, por lo que todos los asuntos de negocios los deje a un lado, la mayoría de mis reuniones fueron canceladas y otros compromisos más fueron pospuestos, pero ella aún no sabía de mis planes, quería tener el momento perfecto para mencionárselo, así que solo pase por ella al aeropuerto y mientras hablábamos de camino, yo solo le sonreía y la miraba fijamente.

—¿Qué, por qué me miras así? — pregunta ella aun sonriendo

—No es nada, solo que me gusta mirarte mucho, me tienes hipnotizado— le menciono, para luego reírnos juntos; por un momento ella se me acerca del asiento copiloto a darme un beso.

—Quieta, harás que choquemos.

Estuvimos por todo el camino hacia el hotel hablando sobre lo agotador que fue el día, para ella ser aeromoza era algo notablemente gratificante, pero a  la vez como todo trabajo de atención al público conllevaba un esfuerzo agotador. Muchas veces intente que dejara su trabajo, y que trabajara para mi, algo que nos haría ver como el jefe que se enamora de su secretaria, típico de viejas novelas, pero mi intención era tenerla cerca, aun así las numerosas veces que lo intente fracase, es una mujer de armas tomar segura de las decisiones que toma y de su vida, supongo que es algo de lo cual me enamore también. 

Una vez estacionado en la entrada del lobby del hotel bajo un techo iluminado de pedrerías y reflectores, baje del auto como cual caballero y me dispuse a abrir la puerta de copiloto para que ella se bajara, pude divisar por encima de la carrocería por un momento a una persona mirarme fijamente desde la esquina de la calle, su vestimenta me era algo peculiar; en los pocos segundos pude dar con la respuesta, era la misma persona que vi en mis sueños aquellas vez en el avión. No sé en qué momento paso, pero ya mis pies habían respondidos inmediatamente a la alerta de mi corazón y pensamiento, como si nada estaba corriendo tras esa persona y deje a aquella dama entre gritos de preocupación que poco a poco fueron desvaneciéndose con la lejanía. Por más que corría no pude alcanzarla, una mujer joven de unos 36 años tal vez; pude tanto reconocerla al momento recordando mis palabras en aquel sueño, “mamá”, pero no podía comprender lo que pasaba, mis padres estaban muertos. Tenía que buscar alguna respuesta a ello, y por impulso mismo mi cuerpo reacciono.


 —Oiga usted, deténgase allí— le grite varias veces pero esta me ignoraba, y solo volteaba momentáneamente su rostro. Varias veces por mi rostro se deslizaba cual lagrimas salían de mis ojos.

—¡Cuidado! — le grite una vez más posando mis manos en la cabeza y dando media vuelta en posición agachada para no presenciar la escena, sabiendo que sería imposible salvarla. Un camión pasaba a toda velocidad mientras ella cruzaba por la calle; yo simplemente cerré mis ojos con brusca fuerza del terror, no pude notar quejidos ni gritos, esperaba al menos oír la bocina del camión sonar, pero al abrir mis ojos y voltear no vi más que el paso peatonal vacio, y las calles con afluencia normal de carros, no podía comprender nada de lo que pasaba, estaba seguro que no era un sueño esta vez. Mi cuerpo quedo con la sensación más desagradable e incómoda para un hombre, estaba temblando de miedo, mis pasos cada vez se ralentizaban más de camino al hotel. 

Allí estaba ella esperando por mí con cara de preocupación, para mi sorpresa ella no pregunto nada, solo se postro a mi lado izquierdo y paso mi brazo por encima de su espalda para ayudarme a caminar. Subimos a la habitación y en total silencio, ambos no cruzamos palabras ni en el largo trayecto de los pasillos, ni en el silencio del ascensor ascender, se me hizo extraño tanto silencio por parte de ella, pero mi cabeza estaba abarrotada de pensamientos y recuerdos que no me dejaban pronunciar palabra alguna. Ella me ayudo a acomodarme en la cama, quitándome los zapatos, chaqueta y camisa, para luego dirigirse al vestidor y regresar sin prenda alguna, solo vestía de lencería. Aun luego de un rato ella simplemente se acostó a mi lado y pude sentir sus manos frías por mis costillas y su cabeza sobre mi pecho, yo ya tenía mis ojos cerrados esperando quedarme dormido.

—¿Quieres ser mi esposa?— pronuncie alegremente de rodillas ante ella. Podía divisarnos en un lugar conocido, una vieja cabaña familiar, el lugar justo donde quería pedirle que fuese mía por siempre. Estábamos en un campo florido, lleno de hermosos lirios, rosas de infinitos colores bañadas en roció. Ella me sonreía y afirmo a mi petición con un ligero movimiento de cabeza, yo me incorpore nuevamente a besarla y cargarla mientras girábamos en esa pradera, estaba completamente feliz de tenerla a mi lado y saber que con ella construiría una familia, aquella que no pude disfrutar por mi perdida prematura de mis padres.

Más tarde ella me pidió ir a un pueblo cercano a comprar frutas para la cena mientras ella preparaba las demás cosas en la cabaña, me despedí con un beso y subí a la camioneta para ir al pueblo más cercano. Las personas fueron muy cálidas y amables como si me conocieran de toda la vida, yo de manera cortés agradecí y una que otras veces me hacía de la vista gorda que les desconocía, los trataba como una familia también, un efecto secundario más de humildad y cordialidad por el amor que sentía por mi bella dama, me había cambiado la vida. Luego de escoger las frutas frescas me dirigí nuevamente al rancho, se podría decir que solo dure una media hora, pues era realmente cercano el pueblo. Me baje haciendo estruendo con la bolsa de papel que contenía las frutas y entre por la puerta principal procurando no caer por las escaleras de la entrada.   

—Ya llegue amor, aquí están las frutas que me pediste ¿dónde estás? — mencione y pregunte en voz alta para hacerle saber que ya estaba en casa, pues en la cocina ella no estaba, aunque de camino pude ver que la mesa estaba casi preparada, con un par de velas rojas encendidas, par de copas y un vino aun tapado.

—Amor, ¿dónde estás? — pregunte nuevamente si obtener respuesta alguna. Pronto la situación me alarmo pensando que algo había sucedido, subí las escaleras hasta nuestra habitación y vi que la puerta estaba abierta, lo primero que pensé es que se habían metido en el rancho, pero no fue así; al asomarme desesperado por la puerta pude verla a ella sentada en el suelo llorando de espaldas a la cama.

— ¿Te encuentras bien? — le pregunte mientras la sostenía en mi regazo y secaba las lagrimas con la yema de mi dedos pulgares.

—Perdóname no debí dejarte sola.

—Estoy bien, tranquilo, ahora lo entiendo todo— me responde, entre llorando y sonriendo, cosa que me extraño.

— ¿Qué es lo que entiendes?

—Ven, salgamos, te lo diré todo— me responde dándome un beso para luego sujetarse firme de mi mano y arrastrarme con ella hacia fuera.

Ambos nos dirigimos hacia la costa que quedaba cerca de nuestro rancho, ella no me dijo nada en el camino ni yo le pregunte, solo se escuchaba las olas romper a la orilla de la playa, los cangrejos rojos salir y entrar en el agua salada, un momento de paz nos inundo con tal paisaje tan imponente.

—A partir de ahora lo entenderás todo, tus dudas, tus extraños encuentros, todo— me dice ella al oído mientras me aborda con sus brazos.

— ¿Qué sucede amor? Me estas asustando — le pregunto con una risa entre cortada.

— ¿Recuerdas aquella vez en que nos conocimos por primera vez?

—Si claro, en aquel avión ¿Cómo olvidarlo? — le respondo mientras mis dedos resbalan por su hermoso rostro humedecido por sus lagrimas.

— ¿Recuerdas esa vez que me dijiste que había una luz y ruido afuera?

Al preguntarme esto, sentí una pesadez y temor dentro de mi cuerpo, su pregunta contenía algo que no encajaba, ella no podía saber eso, nunca se lo dije además que se trataba solo de un sueño.

—Se que piensas, y no, no lo fue— me menciona interrumpiendo mi lluvia de pensamientos internos. Yo me alejo un poco de ella, estaba completamente abrumado, asustado, nada de lo que decía podía ser real, estaba seguro que todo fue un sueño, y si no fue así… 

—Sí, esa noche los pasajeros de ese avión incluyéndonos a ambos, todos— me dice, aunque la última palabra no pude escucharla, de pronto deje de escuchar para solo ver la imagen que se hacía cada segundo más borrosa de su rostro y lagrimas. 

Desperté aterrado, y aunque se tratara de un mal sueño, pude comprender aquello de lo que no pude escuchar al final. Ambos habíamos muerto junto con los demás esa noche, pero dentro de mis sueños claramente, nada de ello podía ser real, las personas nos veían, nos saludaban, entre otras cosas que hacían ver que no estábamos muertos, por nada del mundo pudimos haber muerto esa noche porque el avión aterrizo y no hubo incendio alguno; todos y cada uno de estos pensamientos inundaron mi noche mientras veía el techo de la habitación.

De pronto escucho una voz femenina a mi lado — ¿otro mal sueño?— se trataba de ella preguntando a mi oído derecho, tal vez la desperté con la impresión de mi sueño al despertar.

—No todo está bien— le respondo dando media vuelta para abrazarla, justo en ese momento al mirar a la mesa de noche de ella, quede totalmente helado y callado; allí estaba aquello que me hizo entender todo nuestra realidad, aquel anillo que en mis sueños le entregue, y que debía estar aun en el estuche dentro de mi chaqueta. 

En ese momento recordé que aquella mujer en el avión era mi madre y que  aquel ladrido se trataba de mi perro quien había muerto cuando tan solo tenía 15 años de edad. Realmente estábamos muertos… fue lo único que pensé antes de cerrar mis ojos y abrazarla más fuerte en nuestro eterno silencio.




La redacción de este artículo es completamente de mi autoría, muchas gracias por tomar de su tiempo en leer parte de mi trabajo, me despido no antes sin enviarles un abrazo fraternal a todos y un saludo a todos mis lectores de parte de @RoadStories



Agradecimientos especial al equipo de @cervantes que cada día apoya a la comunidad de habla hispana de Steemit, valioso el trabajo que desempeñan el equipo de moderación, curación, revista y administradores del chat discord, los quiero mucho en especial a mi querida @nelyp mi bella nena ojos bonitos @loreenna y al nuevo team mod renovado @amanardis @robinsonlgil @spicyshai




Infinitas gracias al equipo de curación @velazquez por su valioso e incondicional apoyo hacia mí.



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Lo hiciste super bien, mejor que las anteriores, diría que te amo pero soy hombre. XD

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