La Brecha (relato original-parte 1) El Baúl de los Recuerdos Extraviados.

"Y aquí estoy nuevamente, dando vueltas y vueltas por los rincones mas oscuros de mi memoria, buscándome como si una parte de mi hubiera desaparecido en la bruma, olvidada." palabras de un anciano mientras salia de su trabajo.

Salí de la oficina a toda prisa como siempre, como todos los días cada vez que se cumple la jornada laboral, salgo disparado como una flecha y atravieso el umbral de la entrada principal cual atleta olímpico. Hoy tengo una particular prisa por llegar a casa, cosa que no es usual ya que normalmente al salir voy a la Plaza Central a ver a los niños jugar a la pelota o sentarme a medir mis habilidades en ajedrez con los otros viejos ¿Qué otra cosa podía hacer un hombre setentón como yo? No tengo amigos, lo único parecido a un amigo en mi vida es Alirio, mi archirrival en el ajedrez de plaza, no hay nadie esperándome en casa y jamás tuve hijos, es una cosa de la que a veces me arrepiento por las noches. Lo único que me levanta de la cama es un monótono trabajo en las oficinas de la Gran Biblioteca del Capitolio; trabajo al que me he acostumbrado y que se había llevado hasta todos los tonos castaños oscuros de mi cabello; aunque era un trabajo más agradable que el que antes tenía, como buen viejo terco que soy rehusaba a jubilarme de mi cargo…

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Al llegar a casa miré el reloj de mi sala, ese fiel compañero que jamás me ha mentido; noté que había llegado 15 minutos antes de lo previsto, encendí un cigarrillo, me serví una taza de café, dejé un poco en la cafetera por si la fugaz visita deseaba a pasar a tomar un poco. Fui hasta el balcón con cigarrillo y taza en mano a presenciar una de las pocas cosas que me llenan de dicha, la puesta del sol. Mientras se ocultaba en el horizonte pensaba en mí y en mi vida, en lo que había sido de mis amigos de la juventud, en mis antiguos amores, en las personas que ya no existían en este mundo y me preguntaba si algunas otras seguirían existiendo… Buscaba algún atisbo o alguna huella de mi yo de un pasado lleno de luces y esperanzas, buscaba a ese joven que una vez fuí y en qué momento se convirtió en un viejo cascarrabias solitario.

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Pasaron unos doce minutos y el sol ya casi se ocultaba por completo; oscurecía y las luces artificiales de la ciudad comenzaban a despertar. Sonó el timbre de mi puerta “¡Justo a tiempo!” Pensaba yo en mis adentros, caminé a toda prisa y abrí la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, por un momento sentí que ya no habían arrugas en mi rostro, dos jóvenes estaban esperando en la puerta; llevaban una caja enorme que parecía ser un baúl de madera de ébano, en el momento en que lo vi mis ojos brillaron de alegría pues conocía yo ese baúl desde hace mucho tiempo.

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— ¿Ese aroma es de café? — Preguntó levemente intrigado uno de los jóvenes mientras cargaba junto a su compañero el pesado baúl.

—Así es y está recién hecho, siempre preparo un poco al llegar del trabajo ¿Gustan quedarse a tomar un poco? De hecho creo que tengo algunas cervezas en el refrigerador— Les comuniqué a ambos mientras bajaban el baúl en medio de la sala.

— ¡Claro que sí señor! Nos gustaría mucho, ha sido un largo día y un descanso no vendría mal—

— ¡Pues a mí no me hace gracia pequeña sabandija, largo de mi casa antes de que vaya a buscar mi fusil del ejército y los eche a tiros de aquí! — Vociferé mientras los jóvenes corrían con sus caras pálidas y asustadas saliendo de mi apartamento, tropezándose el uno al otro y dando trompicones por las escaleras.

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Cabe destacar que jamás estuve en ningún ejército y por supuesto tampoco tenía ningún fusil. Cuando los vi por mi balcón abandonar a toda prisa el edificio solté una histriónica carcajada que me retorció de la risa mientras echaba mi cuerpo en el sofá de la sala y contemplaba el baúl negro que ambos jóvenes habían traído para mí. Luego de que las risas abandonaron mi mente; comencé a preguntarme porque les hice una broma tan pesada a esos jóvenes; creo que era la forma de descargar el desprecio que sentía por mí mismo y el haber desperdiciando toda mi vida en la efímera búsqueda del hedonismo supremo.

Estuve esperando este envío durante mucho tiempo, este baúl era de mi abuela y en su interior albergaba la esperanza de encontrarme con mi yo del pasado, de encontrar eso que no sabía exactamente que era pero que sabía que había perdido y que estaba intentando recuperar a toda costa. Contraté a una agencia muy eficiente de cazadores, no son cazadores ordinarios, son cazadores de objetos, vivencias y recuerdos del pasado y este baúl era el resultado de mi inversión en dicha empresa.

Respiré hondo mientras me decidía a abrir aquel portal al pasado, con un solo golpe empujé la tapa para desvelar sus misterios, lo que encontré en su interior hizo que mi corazón saltara al vacío oscuro de mi pecho y quedara suspendido en la deriva…

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Continuara...

Espero te haya gustado, gracias por leerme.