Creo que este será uno de los post más personal que me he permitido escribir. La idea de esta publicación rondó por mi cabeza durante bastante tiempo, la verdad no recuerdo cuanto, sé que menos de un año. La decisión llegó de manera espontánea, literalmente hoy termine mis actividades diarias y dije, ¿por qué no?

El corto entendimiento que tengo de la vida con 21 años, lo puedo definir, tratando de delimitar lo que es la felicidad, la tristeza, la ira y en sí, los sentimientos. Yo como muchos, soy un ser emocional, vivo a través de ellas, incluso cuando me gustaría ser de plástico y fibra de carbono, apelar más a la lógica, a los algoritmos y esquemas cuadrados, pero como un ser emocional a veces estas se salen de control. Volviendo al punto inicial, definíamos según yo: La felicidad, la tristeza, la ira y todo lo demás.

Buscaría en google, que son, copiaría y pegaría, pondría la fuente y les ahorraría una lectura tediosa, pero este post no es para que ustedes lo lean, es para que yo lo escriba y lo guarde en nuestro inmutable blockchain. En eso orden de ideas, me voy a permitir definir todo eso con un ejemplo.

La vida, y en especial la existencia humana, haciendo más énfasis en nuestro cerebro, es una singularidad biológica, un error, una casualidad, no es mi intención debatir sobre ello. Pero lo que es cierto es que este cerebro, está dotado de una habilidad que lo ha hecho remarcarse de los demás cerebros, y es la capacidad de sentir, disentir, discernir, categorizar, analizar y muchos otros etc. En ese sentido, la felicidad, la tristeza, la ira y todo lo demás, no son más que estímulos que llegan a nuestro cerebro para sinaptarse, y producir por consecuencia una reacción química, que nos obliga a expresarnos, pero no necesariamente a entenderlas.

La felicidad, la tristeza y la ira, tienen una utilidad, la de obligarnos a adaptarnos, la felicidad, a ponernos cómodos, la tristeza, a ver qué está pasando, la ira a luchar y todo lo demás, para todo lo demás. En tal sentido, puedo decir (básicamente por que sí. Es mi post) que es el cúmulo de eventos que ocurren, o por lo menos de los que nos damos cuenta, son los que le dan significado y razón a la vida.

Buscar la felicidad y encontrarla tiene que pasar por estar tristes, la victoria no se consigue sin haber sido derrotado, después de la ira siempre vendrá la calma. El problema, y la historia que me voy a contar a mi yo del futuro, es como yo me estanque, y como siento que me muevo otra vez.

Cursaba mi último año, me sentía muy a gusto con todo. En la universidad, estaba por cursar las pasantías, estaba emocionado y nervioso al mismo tiempo, Económicamente no iba para nada mal tampoco, y compartía todo eso con mi familia, amigos y mi pareja de aquel entonces. Todo iba de acuerdo al plan, inclusive muchísimo mejor.

Se podrán imaginar, yo estaba hecho un árbol de buenas vibras, sonriente y alegre, todo me salía bien, y estaba feliz. Pero, y siempre hay un pero. Mi pareja de aquel entonces se sentía deprimida, fuera de lugar y sin objetivo, una realidad completamente opuesta a la mía, Yo también me sentía mal, pero no por los mismos motivos, yo me sentía mal, porque la veía estando mal. La razón de sus sentimientos era bastante entendible, vivimos (Venezuela) en un país bastante hostil, y más cuando tienes toda la vida y metas por delante.

Sinceramente pensé que podía hacer algo por ella, y creo haber hecho lo que dentro de mis posibilidades podría hacer para que ella se sintiera mejor. Un buen día le llegó una oportunidad de trabajo en el extranjero, y sin pensarlo la tomo. Esa era la solución para sus problemas, así lo sentía ella.

Desde ese momento en que me lo dijo, recuerdo haberla abrazado y besado, aunque por dentro estaba corroyéndome. Era como que si un frasco de ácido sulfúrico, empezara a correr dentro de mi pecho, apoderándose de mis vasos sanguíneos, pulmones y casi podía sentir como lentamente subía a mi cerebro.

Recuerdo perfectamente esos días, Trate de fingir. Pues veras Pedro del futuro, yo siempre pensé en mi como una piedra, grande, hecha de granito, con diamante y mucha kryptonita, una vaina indestructible. Como ser invencible y glorificado a niveles de Mesías por mi ego, era imposible, que un hecho, por más trascendental que fuera lograra afectarme, pero obviamente, esa fachada no tardó mucho en caer, y sí que hizo ruido al desplomarse sobre mis carnosos, y blandos pies

Yo soy de las personas que intenta planearlo todo, desde el tipo de ropa que voy a usar, cuando esté viviendo en una gigante casa en algún sitio muy costoso, hasta por supuesto, con quienes me quiero rodear. Y yo pensé tener cubierto por mucho ese espectacular plan que arme meticulosamente en mi cabeza. Cada cosa por aquellos días estaba cayendo en su lugar e incluso los inconvenientes que pueden sobrevenir a cualquier plan de tan larga trayectoria, estaban ocurriendo y siendo sorteados con un éxito digno de cualquier héroe.

Lo que no me vi venir, fue justamente lo que ocurrió. Recuerdo que por aquellos días, yo asistía a pasantías en un hospital en Caracas, conocí a una señora muy simpática, con un osteoma en el fémur. Quien para extraérselo le habían realizado una intervención y colocado en su lugar unas placas de metal, a esa señora yo le hacía terapia, bueno nos hacíamos terapia. Ella noto lo que me pasaba, y teníamos largas conversaciones. Literalmente podíamos hablar durante horas sobre el chocolate, recuerdo en especial una conversación sobre la vida, y por supuesto, la muerte.

Esta señora se encuentra en un mejor lugar ahora, pero en aquella conversación mientras le realizaba la terapia me dijo **“vete, olvida todas las excusas que tengas, olvida todo y si no puedes vive con ello, Pero para ganar experiencias tienes que sacrificar el tiempo, tú decides como lo inviertes” ** Tengo que ser sincero, no sé si entiendo todavía esas palabras, tampoco si fueron esas exactamente. Pero lo que puedo decir es que esa señora irradiaba una sabiduría increíble, y es de las personas que más atesoro en mis recuerdos.

Sin embargo e incluso después de toda la sabiduría impartida por esta bella señora, yo seguía fingiendo, seguía fingiendo en que podía manejar esto, que podía sortear todo airoso, sin perder. Pero mientras los días pasaban se hacía más difícil fingir, yo había notado algunas entradas de luz en mi hermético caparazón inexpugnable. Dentro de mi caparazón era imposible ver hacia afuera, y yo no sentía la necesidad de hacerlo, pues pensé que todos estaban adentro.

Lo inevitable pasó, tuve que decir adiós, y halle más excusas para encerrarme más, para fingir más, para mentir y mentirme más, todo estaba justificado con tal de no enfrentarme a nada, con tal de salir airoso sin ningún rasguño, con tal de hacer creer a mi cerebro que podría tener a la chica, mientras todo lo demás ardía.

Fueron meses difíciles de sortear, bajo esta fachada, ya casi consumida y exponiendo su interior, yo no quería que nadie supiera, me daba vergüenza que supieran lo blando y débil que era, porque me lo había creído tanto que incluso muchas personas también se lo creyeron. Y un día simplemente se desmorono.

Por aquellos días estaba de viaje, había visitado varios estados de mi país, y pensé que de tanto fingir yo ya estaba empezando a creerme que de verdad, había logrado sobrevivir a la tormenta, ¡y Tan Rápido! Pufs, un crack, “me deberían de dar el balón de oro” pensé, ¡Pamplinas¡

Al regresar a Caracas, fue cuando todo se quebró, de verdad, no le deseo a nadie pasar por lo que pase, y sé que hay cosas peores, pero dejarse hundir como yo lo hice, no se lo deseo a nadie, y desde aquí solo te puedo decir “Pana, habla y busca ayuda”

Había ocurrido un fuerte terremoto en alguna parte del mundo, yo muy asustado, llame, escribí, e hice señales de humo a mi ex pareja. Ella estaba bien, pero estaba en un sitio donde yo no quería que ella estuviera, donde yo pensé otras cosas, aparte de la realidad. El ácido sulfúrico subió a mi cabeza y aquello me lo guardo para mí y los involucrados.

Aquella noche no dormí. Me encerré con un iPod, una botella de ron y unos cigarros en mi cuarto, llore y grite a mis almohadas. Era como caer, era como todo este tiempo hubiese estado en una cuerda floja, esperando que una pequeña brisa o una gran tormenta me lanzara al abismo y a la oscuridad. Y yo caí, en un hueco oscuro y profundo. Solo me encontré, batallando a muerte contra el ácido que se apoderaba de mis neuronas, de mi química cerebral, que usaba sus más fieras armas e inclusive me quitaba las mías y sacaba tajos de mi carne a fuerza, haciéndome mirar mientras lo hacía. Era yo contra el Balrog.

Ya mi corteza, mi coraza inexpugnable, mi armadura de kryton y diamantes no existía, solo quedaba yo, desnudo antes las destructivas armas de la mente, bajo los factores químicos de la ansiedad y la depresión. Todo lo malo, lo que nunca pensé que habitaba en mi salió a la luz y me hacía muchísimo daño, llegado a ese punto era imposible fingir más, era imposible mantener la fachada de tipo duro al que nada le hace daño.

Me convertí en un “online stalker” y además, me culpaba por que se fuera, me culpaba si se quedaba, me culpaba de pensar mal, me culpaba si era verdad, me culpaba sentirme así y lo más horrible no sabía cómo parar, era destructivo. el ácido estaba en todo mi ser y no abandonaba mi cuerpo.

Tenía “crisis” en donde pataleaba cual niño malcriado, mientras lloraba y golpeaba mis muslos con tal fuerza, que deje moretones. Ya no era algo normal, yo sabía que no podía ser normal. Todas mis noches terminaba tratando de calmarme y terminada en posición fetal llorando.

Pensé que no era lo suficiente, me culpe por sentirme así teniendo tanto, me culpe por no poder ayudarme a mí mismo y por arrastrar a otros a mi hueco. Y aun así yo trataba de fingir, yo trataba de que no se notara, tarea imposible. Estaba montado en cólera, tuve un encontronazo en el metro, decía y maldecía de manera nada normal en mí, yo no me reconocía a mí mismo ni tampoco el hueco en el que estaba hundido, tampoco conocía ni entendía razones.

Era violento, y gracias a dios, o a lo que sea, no termino en nada grave. Yo sentía que mi mundo estaba derrumbándose, que todo había caído de manera vertiginosa. Por aquellos días estaba de pasante en terapia intensiva, un ambiente en donde ves gente entrar y nunca salir de la UCI, duro y hostil donde, muchas de las razones por las que la gente huye se encuentran todas juntas en ese lugar y yo me culpe por ello, me culpe por no ser suficiente.

Un día tenía gripe, por lo que no podía asistir a la UCI a realizar pasantías, aquel día fui a buscar ayuda, pague en secreto de mucha gente una sesión, de verdad tenía miedo de verme consumido y tan hundido que no lograra ver salida. Solo acudí a una, y no me dieron diagnóstico alguno, el consultorio quedaba del otro lado de la ciudad, por lo que camine desde mi casa hasta el consultorio.

Una sillón, me senté allí y vi personas que acudían a terapia por la situación del país, y yo me disfrazaba de manera camaleónica entre ellos. Al entrar me presente, y comencé a escupir todo lo que me había guardado con lujo de detalle, no recuerdo nada de lo que dijo la terapeuta, para mí era “BLA BLA BLA BLA “ pero, hablarlo, vaya que me hizo sentir mejor.

Trate de hablarlo, a veces querían darme consejos,(casi todos) pero yo solo quería que me escucharan, así que hable con varias personas, amigos cercanos, con quienes me desahogue y comencé a sacar todo. Pero no saque todo el ácido.

Todavía quedaban algunos pequeños frascos, como minas dejadas a mis pasos, y algunas veces granadas que me lanzaban, y sin trinchera donde esconderse. Me vi en una situación similar a la que ya hacía tiempo había pasado. Y el ácido corrió, y lleno mi sangre nuevamente, más veces de las que quiero públicamente admitir, y claro, tuvo sus consecuencias, consecuencias que me reservo para mí y los involucrados. Pero esta vez había tomado un enfoque diferente, no decidí fingir, no decidí esconderme en mi armadura. Decidí abrazar lo ocurrido, dejar que fluya dentro de mí, apreciar los buenos momentos entender los malos e incluso con lo latente de las consecuencias me siento mal, pero bien.

Decidí, tener el control, enfrentarme a los aspectos químicos, dejar que fluyan pero por sobre todo, decidí que esta vez, iba a tomarme el tiempo necesario de aprender.

No hace mucho leí “juan Salvador gaviota” y decidí ser como el, intentar e intentar, no importa si en el proceso soy exiliado de la bandada de gaviotas, sé que el camino aprenderé, y quien sabe, capaz entro en otro nivel de entendimiento y comprensión. Posiblemente tú fuiste una Juan Salvador gaviota y yo tu testarudo pedro, quien al final se convertiría en maestro.