Mientras ascendía al Pico del Águila me imaginaba que al llegar a la cima podría tocar el cielo, y cuatro horas después literalmente lo estaba haciendo.

---

---

Este es el segundo episodio de mi "Colección de experiencias" reunidas durante mi estadía en Colombia en los últimos seis meses, en los que me dediqué a viajar y a jugar Ultimate Frisbee (razón por la que que el título de la serie lleva ese nombre).

Si deseas leer la primera parte de estas travesías clickea aquí.

---

Resulta que luego de la competencia en Ocaña me quedé una semana más en Cúcuta; me sentía tan a gusto que no quería regresar tan rápido a mi país, aunque ya extrañaba mucho a mi familia. Es que allí tenía muchas cosas que me hacían feliz: discos, el cariño de mis amigos y aventuras, como esta kilométrica caminata.

Estuve buscando información más precisa sobre el Pico del Águila, pero no encontré, aparentemente no es una zona turística, lo único que hallé sobre la montaña fueron referencias de las minas de carbón que hay allí, así que todo lo que compartiré es relativo a mi experiencia.

Fueron dos de mis amigas de La Roca Ultimate Club, quienes organizaron el viaje. Para Brenda Cuellar como para mí iba a ser la primera vez en subir, pero Astrid Robayo ya había ido en dos ocasiones anteriormente, así que llevábamos a alguien que "conocía el camino" (uso comillas porque igual nos perdimos 😂); también nos acompañaron tres amigos más, familia de las chicas: Oriana, David y Ricardo.

La hazaña la realizamos un martes, ese día madrugamos porque debíamos subir temprano para regresar antes de que oscureciera. Así que nos equipamos con varios litros de agua, algo de comida y agarramos camino.

La ruta que tomamos para ascender al Pico del Águila fue la Avenida 10, ubicada a la salida del municipio Los Patios en el Norte de Santander. Allí hay un camino que lleva a un tramo del Río Pamplonita, un espacio de recreación donde la gente acostumbra a bañarse los fines de semana.

Las montañas que señalan mi dedo eran las que debíamos atravesar para llegar hasta aquella meseta, una altiplanicie de unos 50 metros de alto y unos 15 de ancho en su cima. Ésta se caracteriza por poseer una roca de al menos dos metros de altura que vista desde lejos simula ser el pico de un águila.

Apenas comenzábamos el recorrido y ya estaba sorprendida por el escenario que se presentaba delante de nosotros. Las extensiones a los pies de la montaña son usadas para la agricultura. Me pareció una obra de arte las formas que se produjeron en la tierra debido a la recolección de la cosecha, y me impactaba el contraste entre aquel color arena y el azul intenso del cielo.

Como ya mencioné, nos perdimos dos veces; sólo éramos guiados por el sentido común: "si el Pico está en esa dirección, pues vayamos hacia allá", pero eso no nos funcionó la primera vez, porque el camino que tomamos nos dirigió hacia la casa de un campesino en la que habían cinco perros que nos pusieron a correr de regreso.

Tomamos la otra vía que quedaba, esa sí nos direccionó a donde deseábamos, y la travesía se ponía cada vez mejor. Sólo veíamos matorrales a nuestro al rededor, pero al mismo tiempo escuchábamos el sonido de las piedras que el río arrastraba. 

Según Astrid, el lugar estaba irreconocible, aseguraba que la última vez que fue el acceso era mucho más fácil; pero eso no nos detuvo, y qué buena elección porque en poco tramo recorrido apareció frente a nosotros un paisaje que... me dejó sin palabras.

Allí estaba el Río Pamplonita. La composición del lugar me tenía emocionada, era como estar en un carnaval por la viveza de los tonos entre la vegetación y el cielo, equilibrado con la neutralidad del agua, y la silueta de otra montaña posando en la profundidad.

El clima ya alcanzaba los 30°, así que provechamos para refrescarnos, y también para hacer unas fotos (y yo lanzar mi frisbee).

🚩 El verdadero reto

Creímos que ya había sido suficientemente desafiante estar perdidos y ser casi mordidos por aquellos perros salvajes, pero realmente lo divertido apenas empezaba.

No conseguimos ningún camino de tierra para cruzar, así que debimos adentrarnos al río, aunque el suelo era muy inestable por la cantidad de rocas y había corriente medianamente fuerte.

Sin embargo, tener que meternos al agua fue una de las mejores situaciones que se presentó. Cuando el río me llegaba casi a las rodillas veía como salía vapor de mi cuerpo, pensé que me estaba desintegrando (bueno, no... es broma, pero así era como me lo imaginaba 😅).

En ese momento todos nos preocupamos por quitarnos los zapatos para que "no se mojaran", pero les voy a dar el consejo más importante de este post: cuando salga a una expedición de este tipo olvídese de pretender verse presentable al final del recorrido, al contrario, llévese la ropa más cómoda y usada posible, y prepárese psicológicamente para entrar en verdadero contacto con la naturaleza.

Resulta que al cruzar el río volvimos a usar nuestros zapatos, pero no habíamos caminado ni 30 metros cuando nos encontramos con que todo el paso por el que debíamos trasladarnos estaba encharcado. Obviamente la única opción era continuar, y ya se imaginarán cómo quedaron los zapatos que "no queríamos mojar".

En el tramo entre el Río Pamplonita y los pies de la montaña hay muchos arroyos, lo que hace bastante fresco el paseo; al final no te va a importar haber caminado sobre barro.

Ya adaptados al ambiente nos ocurrió algo muy curioso: lo único que continuaba rodeándonos eran los matorrales, pero de la nada se abrió paso a un arrozal. Fue como si nos hubiesen teletransportado de un lugar muy distinto a otro con sólo dar un paso.

Una vez más quedamos hipnotizados por el juego de tonalidades que irradiaba la naturaleza, pero personalmente lo que más me sorprendió fue estar frente a esa imponente cosecha de arroz. Jamás había visto una, y me preguntaba cómo era posible que esos diminutos granitos en esas delicadas ramitas fuesen los que compraba en el supermercado. ¿Se dan cuenta de la majestuosidad del asunto? ¡Qué trabajo tan complejo el de los campesinos!

Salimos de nuestra perplejidad y ¡Por fin íbamos montaña arriba! pero una cuesta con tal inclinación más un sol que ya iba en 32° no son la mejor combinación para unos senderistas novatos. Sin embargo, entre risas el camino se aligeró.

Apenas llevábamos dos horas de trayecto, nuestra energía iba en picada; el sendero era más extenuante de lo que pensábamos, pero ya estábamos allí, después de lo vivido hasta ese momento era mayor la motivación por llegar a la cima.

El principal atractivo de esta montaña es la explotación de carbón que en ella se realiza; además de eso, la hace especial que desciende una cuenca hidrográfica por una de sus laderas, según observé en unos avisos. Y me resultó muy agradable saber que aunque sea un sitio rural, promueven la preservación de la naturaleza, por ejemplo, mediante la prohibición de la caza silvestre. 

Mientras más caminábamos mejor se ponía la vista, comenzamos a ver las nubes más cerca y se podía apreciar la inmensidad de Los Patios, la mejor parte era que todo estaba sumamente limpio, no se percibía basura en ninguna parte.

No se cuántos kilómetros llevábamos recorridos, pero las piernas comenzaron a fallar, así que cada cierto tiempo nos sentábamos a descansar, pero entre uno y otro descanso sin darnos cuenta nos estábamos quedando sin agua.

En la vía conocimos a este amiguito, que a diferencia de los primeros perros con los que estuvimos frente a frente, no nos atacó. Al contrario se veía muy amigable y sobre todo sediento, entonces compartimos nuestra hidratación con él.

En el Ultimate Frisbee promovemos la idea de que "el disco es nuestro amigo", por lo que le damos el mayor uso posible. Fue por eso que sirvió como bebedero para el perrito.

Ahora la misión no era sólo llegar a la cima, sino encontrar agua para poder continuar. Justo vimos subiendo a unos campesinos que llevaban a un burro cargando agua, por lo que asumimos que pronto encontraríamos algún lugar para conseguirla.

Diez minutos después hallamos una pequeña finca donde había un pozo para patos y lo estaban llenando de agua con una manguera. Literalmente ¡Vimos el cielo!, pedimos permiso y nos bañamos, llenamos nuestros recipientes, comimos un poco bajo la sombra de un árbol gigante, y continuamos con el viaje.

Más adelante nos topamos con estas singulares perforaciones en un área de la montaña, desconocemos de qué se trataba, pero por los escombros y los detalles de la fachada que parecían cortados con alguna maquinaria, imaginamos que es producto de la mano del hombre.

Entramos en ellas para explorarlas, no eran muy profundas, pero había una cantidad anormal de polvillo.

Desde ese punto ya estábamos a media hora más o menos de llegar a nuestro objetivo. Ya sentía que podía tocar las nubes, pero mientras no las alcanzaba con mis manos, las alcanzaba con mi frisbee.

⛰️¡Hicimos cumbre!

Llegó un punto en el que después de 4 horas, ya andábamos por inercia y en silencio... Cuando de repente Astrid dice "¡Llegamos!", me senté en el piso sin decir nada y comencé a observar a mi al rededor. La vista era realmente increíble, pero seré sincera: esperaba mucho más. Un minuto después ella dice "¡Vamos!", y yo no entendía nada.

¿Ven el cerro de la foto? Pues el verdadero objetivo era llegar hasta allí arriba; el pulso se me aceleró, mis expectativas revivieron y la adrenalina comenzó a incrementarse.

Debo confesar que sentí un poco de temor porque la meseta era muy inclinada, y la única manera de subir era escalando. Debías sujetarte fuertemente de las plantas y pisar muy bien los extremos de las piedras.

A estas alturas de la travesía es muy importante ser conscientes sobre la complejidad del altiplano, debemos ser responsables y no exponernos si sabemos que no estamos preparados físicamente.

Aún cierro los ojos y puedo reproducir en mi mente el sublime momento en el que me puse de pie sobre la cima.

Si observan detalladamente la fotografía, en la parte de abajo alcanza a observarse el arrozal que atravesamos; yo lo veía y no podía creer que hubiésemos superado toda esa ruta.

El día se nubló, y la brisa era suave; mejor dicho, el clima era perfecto, tanto como aquella vista. Desde allí visualizamos Los Patios, parte de Cúcuta, Ureña y San Antonio del Táchira.

Esta gran roca es a la que se debe el nombre de la meseta; es la que le da forma al "Pico del Águila".

Estar sobre ella te despierta el vértigo, pero no vas a querer bajarte.

Esa cima te abofetea, te estruja y te dice "¡Despierta! ¡Esto es vivir", contempla la inmensidad ¡Reacciona! Eres apenas una pequeña partícula entre tanta magnitud ¡Vé a descubrir el mundo!".

Pero la historia no termina aquí.

Después de aquel encuentro majestuoso, volvimos a la realidad: si subir fue complicado, bajar no iba a ser más fácil. Lo bueno es que esta vez podíamos ir sentados, aunque ver hacia abajo en algunos casos no era tan agradable.

Tomamos el mismo camino de regreso, nos tomó dos horas volver. Descender fue mucho más sencillo; en cierto momento se desataron los mosquitos, y quizás eso ayudó a que nos apresuráramos más.

Terminamos esa tarde bañándonos en el río, entre el agua fría del afluente y últimos rayos del sol.

---

💡 Recomendaciones

Si te animas a hacer senderismo en esta ruta te aconsejo que te equipes con:

1. Mucha agua.
2. Más agua.
3. Otro poquito de agua.
4. Comida. Especialmente frutas, o alimentos ligeros que funcionen como fuente de energía.
5. Ropa cómoda, y si es posible la más usada que tengas.
6. Protector solar.
7. Repelente contra mosquitos.
8. Acondicionarte físicamente unos días antes.
9. Un botiquín de primeros auxilios.

---

☁️  El límite es el cielo

Constantemente reflexiono sobre el efecto que el Ultimate Frisbee ha surtido en mi vida, y siempre concluyo con total seguridad que este es el deporte de los superpoderes, porque me ha transformado positivamente en los últimos siete años. Dígamos que el disco ha sido como la "luz en mi camino".

¡Miren hacia donde me llevó esta vez! Sé que existen cumbres mucho más altas, pero arribar al Pico del Águila tiene un valor especial para mí porque es lo más cerca que he estado de las nubes por mis propios medios (he volado en avión, pero eso no cuenta).

Además, no fui la única para la que resultó bastante significativo el viaje. Brenda nos contó al finalizar la travesía, que cuando iniciamos ella pensó que no lograría subir, pero se arriesgó mentalizada en que llegaría hasta donde el cuerpo le permitiera ¡Y mira qué sorpresa!

Si pasan por el Norte de Santander les recomiendo totalmente esta ruta, es muy segura (si te cuidas de los perros salvajes y los mosquitos 😄); resulta increíble la manera cómo te conecta con la naturaleza.

Aún cuando veo la montaña desde Los Patios, no puedo creer que haya estado ahí.

---

📷 Todas las fotografías fueron capturadas con la cámara de 8MP de mi Smartphone Samsung Galaxy SIII.

---