No me equivoqué cuando usé el término "Ultimate" en el título de la publicación, porque este viaje se basa en eso: el mayor sueño de un atleta es desarrollarse profesionalmente y vivir de su disciplina, así que cuando recibí esa llamada para informarme que había sido nominada como "la jugadora de experiencia que el equipo necesitaba”, sentí que los años de esfuerzo una vez más daban sus frutos.  

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📷 Fotografía realizada con mi Canon EOS Rebel T2i.

"Hasta lo Ultimate de la tierra" es parte de la "Colección de experiencias" que viví en Colombia en los últimos seis meses, donde visité algunas ciudades para jugar Ultimate Frisbee. A eso se debe el nombre de esta serie, porque esta disciplina me ha llevado muy lejos, y espero viajar hasta el fin de la tierra jugando con el disco. 

El Ultimate Frisbee es un deporte competitivo sin contacto físico que se juega con un disco volador. Consiste en dos equipos (uno atacante y otro defensivo), cada uno con siete jugadores, que deben sumar puntos capturando el frisbee en la zona de anotación. Esta disciplina se caracteriza por promover el espíritu de juego, aquí los árbitros no participan, por lo que el juego se basa en los valores de cada atleta. 

Diego Rondón es el nombre del gran amigo y promotor de Ultimate en Colombia que me llamó para darme una de las mejores noticias de mi vida.

Semanas antes de recibir la propuesta me sentía frustrada por no tener las posibilidades económicas para cubrir mis necesidades básicas deportivas debido a la situación de mi país, (fue cuando compartí el post sobre la marca personal que rompí gracias a la frustración) y de repente recibo aquella invitación a reforzar a La Roca Ultimate Club de Cúcuta en el Torneo Soul Up, realizado en septiembre del año pasado en Ocaña, Norte de Santander.

La solución a mi frustración fue salir a correr, no para huir de esta, al contrario, para afrontarla y superarla. Gracias a ése sentimiento logré mis primeros 8.3K. 

Asimismo, era mi primer torneo en el país hermano. Apenas colgué el teléfono entendí el mensaje que la vida me estaba dando. Comprendí que aquello que necesitaba para proyectar mi pasión tenía un gran valor pero no monetario, no necesitaba dinero para adquirirlo porque todo estaba en mí. Acepto que materialmente sí requerimos de ciertas cosas, pero si lo tuviéramos todo no tendríamos motivos para esforzarnos. Así que muy agradecida opté por trabajar con lo poco que poseo, y que me hace sentir afortunada.

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👣 Era la hora

📷 Fotografía realizada con mi Smartphone Samsung Galaxy SIII de 8MP, vía a San Antonio del Táchira.

¡Steemit me cayó del cielo! La red tiene mucho que ver en esta travesía; porque para la fecha del viaje el único dinero con el que contaba eran apenas 9 SBD del mes y medio que tenía de haberme unido a la plataforma, y fue lo que utilicé para poder trasladarme desde Puerto La Cruz hasta Colombia, ya que el equipo sólo cubriría mis gastos en su país. 

Renuncié a mi trabajo con el equipo de fútbol profesional, y pedí un permiso de dos semanas en el consultorio de Fisioterapia donde trabajaba; organicé mi bolso, la mitad era ropa y la otra mitad comida; les pedí la bendición a mis padres y emprendí el camino hacia uno de mis sueños. 

En total fueron 26 horas de viaje. No conseguí un autobús directo a mi destino, así que partí de Puerto La Cruz haciendo escala en Barinas, luego en San Cristóbal y finalmente en la frontera de San Antonio del Táchira que da paso, a través de un puente, a Cúcuta. 

Llegué justo al atardecer; cuando observé aquel sol entre las nubes que parecía encendido en un fuego dorado dije “¡Esta es una señal! El viaje está comenzando muy bien”. 

📷 Fotografía realizada con mi Smartphone Samsung Galaxy SIII de 8MP, atravesando el puente Simón Bolívar.

En la mitad del tramo fronterizo me esperaban dos compañeras de La Roca, Astrid Robayo y Brenda Cuellar. Fue muy gracioso porque no nos conocíamos, y yo pasé a su lado sin distinguirlas cuando de repente escuché a mis espaldas “esa chica se parece a Milka”, instantáneamente supe que se referían a mí, porque mi nombre no es nada común. Cuando giré hacia ellas nuestro saludo fue una risa descontrolada y un abrazo muy apretado. 

Al siguiente día de haber llegado me reuní con el equipo para entrenar. No puedo expresar con palabras lo increíble que se siente que personas que no conoces te reciban con tanto cariño; desde ese instante cada integrante de La Roca se ganó mi corazón.

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📌 El clima, la armadura, los juegos y la semilla

Partimos hacia Ocaña la noche antes. Nos hospedamos en carpas en un Club Recreacional cercano al Estadio Hermides Padilla (donde se realizaría el torneo), y minutos después de organizarnos comenzó a llover. Obviamente el clima se nos hizo mucho más frío, allá la temperatura promedio es de 22° mientras que en Cúcuta normalmente es de 28° en adelante. Claro, visitamos el municipio en Septiembre, plena temporada de lluvias. Por suerte sólo hubo precipitaciones durante las dos noches de estadía, en los partidos el clima estuvo a favor.

En la mañana siguiente nos levantamos muy temprano, ya que entregarían los uniformes, o mejor dicho, la "armadura"; por el bajo presupuesto con el que contaban cuando los mandaron a hacer, no recibí uno, pero... ¡Recibí algo mejor! Cada camisa llevaba el nombre de los integrantes del equipo ¡Y allí estaba el mío! Me sentí tan feliz.

En el primer día de juegos todos teníamos algo en común: cosquillas por todo el cuerpo, la emoción nos tenía inquietos; pero los nervios se calmaban cuando antes de cada partido nos reunimos en un círculo a orar.

La Roca es un equipo cristiano con el objetivo de evangelizar a través del deporte, y aunque no practico su religión, apoyo totalmente su labor porque están trabajando en base al amor para cosechar más de éste y así proyectar luz a la humanidad.

Recuerdo que en la primera oración del torneo di gracias a Dios por entre tantos millones de personas en el mundo habernos escogido a nosotros para disfrutar de esa experiencia, y le pedí que aún así, por favor, no nos diera facilidades, porque los caminos sencillos no llevan a un lugar que valga la pena. Y así fue.

Perdimos todos los partidos, pero el valor de un trofeo jamás se podría comparar con la ganancia espiritual que tuvimos. Yo siento que tanto fue el aprendizaje que llegamos a la competencia siendo unos y regresamos a casa siendo otros.

La adrenalina que te produce el Ultimate te ayuda a conocerte y a conocer a tus compañeros, porque es un estado en el que la elevación de la epinefrina te "vuela la cabeza" por así explicarlo. Y creo que allí es donde radica la parte más difícil de practicar esta disciplina: el autocontrol. Siempre digo que este deporte nos enseña a ser mejores personas por eso, porque debemos aprender a mantener el respeto y la tolerancia en cualquier situación.

Voy a ser muy sincera: no me importaba ver el marcador en cero, cuando observaba a mis compañeros hacer jugadas sorprendentes sobre el frisbee, el corazón se me exaltaba de alegría y eso lo valía todo. Cómo saltaban, cómo corrían, cómo lanzaban el disco, cómo volaban por él... ¡Todo! ¡Todo lo valía!

También hubo momentos de frustración, pero de ahí fue donde sacamos la mejor energía. Por ejemplo, nos encontrábamos discutiendo los aspectos positivos y negativos que estaban influyendo en nuestro juego, a lo que uno de los chicos, Ronald Sánchez, comienza a cantar la siguiente canción:

"Una vez en un concurso de semillas, ahí estaba la más chica viendo a todas desfilar. Y le hacían esa broma medio tonta, le decían "que se pare" y parada estaba ya.

De seguro que pensó "una pulga como yo jamás sera capaz de lograr nada importante. Que de mala ser tan insignificante, como quisiera ser como pepa de aguacate, ella siempre segura y elegante".

Y el jurado al mirar a las concursantes pasó a un lado de las grandes y se fue a su lugar y le dijo "semillita tu ganaste el concurso para hallar la figura principal de una historia que va a ser mas famosa que Pelé" y así es como fue que semilla de mostaza se volvió toda una estrella literaria, jamás pensó que al ser la semilla mas enana iba a ser la representación mas clara de lo que Dios va a usar para hacer las cosas grandes...".

Instantáneamente adoptamos una mejor actitud y nos identificamos con el "Concurso de Semillas" de Santiago Benavides. Comprendimos que así como la semillita, nos encontrábamos en un proceso de crecimiento, y que nos estábamos nutriendo para en algún momento germinar.

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  Perdiendo también se gana 

Les compartiré algo muy personal: después del primer juego me sentía ineficiente, porque sentí que pude haber dado mucho más para ganar el partido, sentía tal presión en mi pecho que me desahogué llorando, a lo que una de las líderes del club, Tatiana Rueda, se me acerca.

Me dijo que no podemos mostrarnos débiles al mundo, que debemos hacernos fuertes por fuera para proteger la energía divina que llevamos dentro, y me recomendó que la próxima vez que quisiera descargar mis emociones lo hiciera en privado, porque hay personas que me ven como un ejemplo de deportista a seguir, pero las debilidades no son admirables.

Le hice caso, dejé mi cuerpo y mi corazón en el campo en los próximos partidos. Al día siguiente me convencí de que "Dios se manifiesta a través de la gente", porque recibí tres mensajes de él.

Un amigo, que en Colombia es reconocido como uno de los mejores jugadores de su ciudad, me dijo que estaba jugando muy bien, y que quería regalarme una camisa, ya que usamos la misma dorsal (setenta y dos). Luego, uno de los mejores equipos de Bucaramanga también me invitó a reforzarlos porque les hacían falta chicas, y el hecho de que entre tantas jugadoras que asistieron a la competencia, me hayan convocado a mí, me motivó increíblemente; por último, en el partido final, uno de los jugadores del equipo contrario me obsequió una gorra con la frase "no dejes de seguirlo".

De regreso a Cúcuta hice todo este análisis, y concluí que estás bendiciones no le ocurren a cualquiera; por eso atesoro cada detalle.

La invitación de La Roca representó para mí una gran responsabilidad porque si alguien te invita a jugar es porque cree que tienes algo bueno para aportar, y aunque siete años después aún sigo sintiéndome una novata en esto, la manera más genial de agradecerle a alguien que cree en tus destrezas es dándole lo mejor de ti. 

En general, toda esta experiencia me enseñó que "cuando algo va mal, puede ir mucho mejor". Y aquí voy, haciendo volar el disco tan lejos como sea posible.

Y a ti ¿alguna llamada te ha cambiado la vida?

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