Relaciones dinámicas entre la individualidad y el colectivo en un Ensamble Teatral.

Cultura y ensamble.¹

Durante el Siglo XX se vivió el ascenso de las masas al poder social, tanto lo que podemos nombrar como capitalismo, comunismo y en mucho mayor medida las dictaduras surgidas en aquel siglo se encargaron de aplastar el valor de la individualidad. Durante el Siglo XX pudimos observar el agrupamiento de países que en algunos casos eran muy distintos culturalmente, pero que gracias al control desde el poder político se mantenían unidos aunque en constante tensión. Al separarse estos países las tensiones internas terminaron en algunos casos produciendo violentos choques.

Dentro del teatro esta manera de concebir al ser humano en función de la masa a la que pertenece también ofreció resultados, los principales maestros dedicaron un gran esfuerzo para crear ensambles que funcionaran bajo un cierto principio de unión. Stanislavsky, Grotowsky y Brecht por ejemplo concibieron parte importante de su trabajo pensando siempre en la formación del ensamble adecuado para sus propósitos. Sin embargo dentro de sus ensambles también procuraron, en diferentes grados, impulsar la genialidad individual.

Grupo el Galpón, de Arístides Vargas
(Imagen 1)

Con la llegada del Siglo XXI se ofrece la posibilidad de una revancha de la individualidad por encima de las masas.² Lo que es único se le percibe con un valor mayor a lo que es producido en masa; sin embargo la llegada del siglo ofrece nuevos retos a la individualidad artística, ya que es una época que tiende a destruirla por el hecho de ofrecer al individuo tecnologías nuevas que facilitan enormemente la labor que históricamente al artista le costaba años dominar. Ante esta situación habrá que contar siempre con la experiencia y el trabajo creativo de los genios artísticos, de los grandes maestros y de quienes están en la búsqueda constante de la individualidad artística en esta época de excesiva información. Necesitamos, como artistas, formular claramente la pregunta ¿Quién soy yo? y fortalecer la individualidad.

El teatro sólo puede existir con individuos fuertes, sin embargo no se debe confundir esto con la idea del héroe.³ El héroe personifica la necesidad de la masa de tener a alguien al que pueden seguir, pero en un momento determinado este héroe se convertirá en el objeto odiado por la masa y tendrá que destruirlo de alguna manera. La televisión ofrece muchos ejemplos de artistas que se colocan rápidamente en esta posición ya que es función de este medio ofrecer una amplia proyección que alcanza grandes niveles en el imaginario de la masa, pero está posición resulta efímera, falsa, ya que después de un corto tiempo se estará promocionando un nuevo rostro, una nueva moda y la masa olvidará pronto a aquel artista cuyo impulso fue desgastado por la producción y consumo voraces. A lo efímero y ficticio del héroe hay que oponer un punto de vista distinto acerca del mundo, de la personalidad y de la creación.

Paradojas

Todo ensamble teatral genera en sí mismo la posibilidad de la individualidad, mientras más fuertes sean las individualidades el ensamble será más fuerte a su vez, ya que las posibilidades de diálogo, discusión y desbalance que pudieran existir entre las individualidades harán más fácil el camino de conseguir objetivos artísticos profundos. Sin embargo hay que reconocer con claridad los diversos momentos por los que atraviesa el ensamble: nacimiento, funcionamiento, crisis y muerte. Se debe encontrar la manera de reconocer cuando un ensamble está vivo, puede tratarse de un ensamble teatral o de una escuela, cuando estas agrupaciones están enfermas, es decir su funcionamiento y objetivos se encuentran perdidos, lo mejor es la separación, de lo contrario se corre el riesgo de generar relaciones y energías negativas que pueden llegar a formas violentas de resolución.

Constantin Stanislavski en Locandiera, de Goldoni, en 1898
(Imagen 2)

Este proceso de separación puede referirse a un único individuo también, donde éste puede decidir abandonar el ensamble o bien el ensamble puede decidir empujar al individuo a salir, este complicado proceso de separación debe tratarse de la manera más armónica posible para ambas partes, comprendiendo cuándo es el momento justo en que esta separación deba ocurrir. Si las individualidades artísticas que son expulsadas o deciden abandonar el ensamble son fuertes, lo más probable es que en torno de ellas se formen nuevos ensambles con vida propia. Lo ideal dentro del teatro es que la muerte de un ensamble o la separación de una individualidad artística, genere siempre nuevas posibilidades de ensamble, ya que sin este proceso el teatro no puede existir.

Debe tenerse claro que el ensamble teatral no es constantemente uno, debe poseer una estructura cambiante que permita activar la vida y la creatividad del grupo de artistas, se debe evitar siempre aferrarse a dogmas, reglas y costumbres que impidan esta constante movilidad. La libertad de un grupo, paradójicamente proviene de la lucha y del esfuerzo; la masa en cambio busca un sólo rostro, un sólo acuerdo, de ahí proviene su agresividad.

El ensamble trabaja siempre a partir de la energía generada entre sus integrantes, esta energía provocará siempre tensiones o polarizaciones, las cuales son comunes en la naturaleza y en particular en la naturaleza humana; en el caso de un ensamble teatral con individualidades débiles esta energía se traduce siempre en agresividad que busca destruir antes de ser destruido, pero en el caso de un ensamble artístico fuerte, estas tensiones naturales son sublimadas mediante un trabajo de manejo de la energía que siempre da como resultado la creación y el arte verdadero. El ensamble deberá hacerse cargo de las oposiciones escondidas entre los integrantes y traerlas a la superficie para resolverlas, sólo así podrá continuar su correcta funcionalidad.

Proceso de educación y ensamble.

La disciplina y la democracia en el teatro solo llegan a producir resultados a corto plazo en el proceso de crecimiento del grupo. La primera dependerá del autoritarismo del director o del maestro que coordina al ensamble y será su fuerza casi exclusivamente la que sostenga la unión, por otro lado la democracia produce una diversidad de voluntades y objetivos diversos que pueden propiciar el caos, sin embargo estos dos conceptos no deben descartarse como herramientas en momentos específicos del grupo pues pueden ser útiles en la resolución de problemas y el funcionamiento adecuado de un ensamble teatral.

Dentro de un ensamble no puede existir únicamente la vida armónica, esta sería falsa, se debe procurar un ataque artístico constante, altos niveles de discusión y el esfuerzo para crecer y crear nuevas formas; para ello habrá que contar con un organizador adecuado para el grupo, que cree las condiciones necesarias para su crecimiento. El entrenamiento puede crear nuevos balances en el ensamble, a través de él se pueden buscar las estrategias, ciertos enfoques y provocaciones, la creación de nuevas complicidades de trabajo, el impulso del talento individual así como las tareas específicas que coloquen al grupo en un buen funcionamiento.

Escena de Gólgota picnic de Rodrigo García.
Carnicería Teatro. Foto: David Ruano.
(Imagen 3)

Vía artística

Hay que tener siempre presente la diferencia entre las relaciones humanas y las relaciones artísticas, los grupos basados en el primer tipo mantienen su unión a través de conceptos como el amor el respeto, la convivencia, mientras que las relaciones artísticas están basadas en la diferencia, la separación y la confrontación. Se debe comenzar por la individualidad en el terreno artístico, y aunque el grupo esté en constante movimiento la base ha de ser la armonía individual, ya que a través de esta, otras personas se pueden unir. El ensamble crea su propio rostro y si es fuerte su trabajo creativo será valioso para el espectador, quien logrará ver lo trascendente del teatro, sin importar, incluso, si tal o cual actor lo hizo bien o mal.

El caso de los genios o los autodidactas que han logrado destacar son casos de crecimiento excepcional que sirven de luz para iluminar los caminos y ofrecer puntos de vista específicos. La historia nos ofrece un modelo del peso específico que cada época dio a la individualidad o al ensamble.

El artista del teatro deberá cuestionarse siempre sobre la vida del ensamble, ya que sin este el teatro no puede existir, este trabajo puede llegar a constituir la más hermosa experiencia, pero también debe ser consciente de los procesos naturales del ensamble que incluyen además del nacimiento y la creación, también el choque, la separación y la muerte.

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NOTAS:

Nota 1: El presente ensayo fue escrito a partir de la participación en el coloquio sobre el tema “Ensamble e individualidad” llevado a cabo en el marco del proyecto “The new face of the acting teacher” impartido por el Maestro Jurij Alschitz en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM, México.

Nota 2: Sobre el concepto de individualidad en el siglo XXI, vale la pena revisar el siguiente artículo de María de Lourdes Souza.

Nota 3: En el sentido político de caudillo

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Fuente de las imágenes:
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