No soy yo -- Lecciones de un intercambio (Parte 3)

in #spanish6 years ago (edited)

¡Hola, gente de Steemit! Hoy regreso por acá después de una larga pausa; tal vez necesaria para poner un poco los pensamientos y sentimientos en orden. Aquí estoy, y como me propuse cuando publiqué la primera parte de esta serie, tengo que terminar este conjunto de posts en los que comparto algunas cosas que aprendí durante mi proceso de intercambio en Buenos Aires. Los invito a pasarse por mi blog para leer las dos partes anteriores, pues las hice con un gran cuidado para que mis lecciones personales pudieran encontrar algún tipo de aplicabilidad en la vida de todos los que las leen. Así mismo haré con este capítulo, por lo que les recomiendo que se pongan cómodos, se sirvan un buen café (siempre lo digo, pero ojalá que sea colombiano), lean hasta el final y dispongan su mente, pues tal vez hoy aprendan algo nuevo (ese es mi objetivo). Sin más preámbulos, bienvenidos a esta tercera parte de Lecciones de un intercambio. Hoy les traigo: No soy yo



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No soy yo


La religión es uno de los sistemas que más daño le ha hecho a la humanidad. Si me conocen personalmente y saben el lugar que ocupa Dios en mi vida, tal vez les causa algún tipo de sorpresa leer la afirmación que acabo de hacer. Por eso es necesario aclarar que en este contexto, cuando menciono la palabra "religión" me estoy refiriendo a aquellos métodos que el hombre ha inventado para acercarse a lo que él cree que es un ser superior. Con esta palabra no me estoy refiriendo a la figura de Dios como tal, pues con Él no tengo ningún tipo de problema y de hecho le debo toda mi vida. Solo hago referencia a esos dogmas que a muchos nos enseñan desde pequeños y que son una parte fundamental de nuestra cultura.

Desde lo que he podido conocer y vivir, puedo afirmar que Jesús es mi salvador y que en la Biblia encuentro las respuestas más profundas que necesito en mi alma y en mi espíritu. Durante casi toda mi vida he asistido fielmente a alguna iglesia cristiana y hace muchos años realizo varias labores en la congregación a la que asisto en mi ciudad de origen. Por lo tanto, es claro que estoy involucrado con la religión. Sin embargo, eso no hace que considere que todo es perfecto, pues así mismo he aprendido que todas las afirmaciones deben ser puestas a prueba de alguna manera para poder creer en ellas. Esta actitud crítica parece bastante filosófica y alejada de cualquier idea de Dios, pero la verdad es que el mismo Pablo en una de sus cartas la recomienda:

"No se burlen de las profecías, sino pongan a prueba todo lo que se dice. Retengan lo que es bueno." 1 Tesalonicenses 5:20-21

Soy consciente de que las instituciones religiosas le han hecho un gran daño a la humanidad. Escándalos de corrupción, manipulación de los textos sagrados para lograr objetivos ocultos, faltas a la moral, prejuicios que se alejan completamente de lo que se debe predicar, y en fin. La sociedad se ha cansado de ser bombardeada por un sinnúmero de errores que han cometido líderes de diferentes sistemas de creencias (no solo hablo de lo relacionado con los cristianos o los católicos) y, sin lugar a dudas, esto ha hecho que haya una repulsión generalizada hacia todo lo que tenga que ver con la fe.



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Por todo lo anterior, en la actualidad es totalmente complicado hablarle de Dios a las demás personas. Esa es una preocupación que me ha asaltado durante toda mi vida, pues aunque lo he intentado, la verdad es que me ha ido muy mal con eso de traer gente a Jesús. Busqué muchas estrategias hasta que me rendí, y aunque yo daba frutos en muchas áreas de mi vida, mi historial compartiendo el mensaje de salvación era realmente paupérrimo.

El título de esta serie de posts es Lecciones de un intercambio, así que tal vez algún lector se esté preguntando qué tiene que ver esto con viajar, estudiar en otro país, estar lejos de casa, Argentina y en fin. Pues bien, resulta que durante mi proceso de intercambio descubrí nuevas facetas en mi relación con Dios (algunas las cuento en los capítulos anteriores) y una de ellas está relacionada con la manera a través de la cual puedo hablarle de Él a los demás. ¿Y saben qué? La mejor manera de evangelizar NO EXISTE. En los siguientes párrafos explico esa idea.

Es sorprendente, pero ese "historial" del cual les hablé antes mejoró sustancialmente en estos meses en los que he estado en Buenos Aires. Algunas personas con las que conviví me dieron la oportunidad de hablarles de Jesús en conversaciones cotidianas y un buen porcentaje de estas accedieron -por lo menos- a acompañarme a la iglesia un domingo, y al menos uno de ellos decidió comprometerse totalmente con Dios. Al percatarme de este cambio, fue inevitable hacer una retrospección para analizar en qué había mejorado, si es que esa pregunta aplica.

Pues bien, el resultado de toda esa reflexión fue la frase que le da título a este post: No soy yo. Definitivamente es Dios el que pone las cosas en orden para que las situaciones cotidianas permitan hablar de Él. En ningún momento tuve que pararme en medio de la residencia en la que estuve o el departamento en el que vivo ahora a decirles a todos que me escucharan porque les iba a hablar de Dios y gritarles QUE SE ARREPIENTAN PORQUE SE VAN A IR AL INFIERNO (insertar sonido de carcajada maléfica). La verdad es que lo único que hay que hacer es disponerse, porque los mejores espacios para compartir de Jesús se dan en los contextos más casuales. Y bueno, en mi opinión personal, hay tres actitudes que es necesario adoptar constantemente:

  1. No mostrarse perfecto: Una de las terribles mentiras que nos ha vendido la religión es que si conoces a Dios debes llevar una vida perfecta, pues solo así obtienes su aprobación. Sin embargo, si uno lee la Biblia de manera juiciosa, se podrá dar cuenta de que la realidad es que no podemos cumplir NINGÚN mérito para ganar la aceptación de Dios, pues somos salvos cuando creemos en el sacrificio que hizo Jesús en la cruz. Por lo tanto, pienso que mostrarse como una persona pura y sin mancha no ayuda en lo más mínimo, pues le hace creer a las personas que Dios es demasiado lejano y sus requerimientos son excesivamente complejos, cuando la verdad está muy alejada de esa idea. Con esto no sugiero que nos acostumbremos a pecar y fallarle a Dios delante de los demás, sino que propongo que nos mostremos como lo que realmente somos: Pecadores imperfectos que han sido justificados por Jesús. Eso implica no tener máscaras, ser descomplicados en nuestro lenguaje, dar espacio en las conversaciones a temas sin importancia y efectuar acciones que nos alejen de construir una fachada falsa delante de la sociedad.

  2. Sin prejuicios: Como la religión enseña que es necesario ser perfecto para alcanzar la aprobación de Dios, es también responsable de una gran cantidad de prejuicios que hemos adoptado en nuestra cultura. Déjenme decirles que ninguno de esos conocidos prejuicios son apoyados por la Biblia. De hecho, en reiteradas ocasiones, tanto Jesús como los apóstoles que escribieron cartas hacen énfasis en la importancia de no juzgar a los demás. Esa política de cero prejuicios la deberíamos adoptar todos los cristianos, pues no hay nada que espante más a alguien que no conoce a Jesús que sentirse juzgado y señalado. Ese no es nuestro Dios: Nuestro Dios es un padre amoroso que, solamente por gracia, nos acepta y nos limpia. Por lo tanto, cada vez que tengamos algún pensamiento respecto a otra persona o lancemos algún comentario, deberíamos preguntarnos primero: ¿Estoy juzgando a alguien con esto? El mundo necesita amor, no juicio.

  3. Siempre preparado: La sociedad tiene un montón de ideas respecto a Dios que no están en la Biblia, sino que son producto de una terrible manipulación que hemos sufrido históricamente gracias a muchas instituciones religiosas. Por lo tanto, si queremos hablar de Dios correctamente, es necesario que tengamos un buen dominio de la Biblia. Esto parece muy básico, pero es que en definitiva no se puede hablar de lo que no se conoce. Es cierto que una buena parte de nuestra relación con Dios es netamente espiritual y tiene que ver con el tiempo íntimo que pasamos con Él, pero nuestro conocimiento de Jesús debe trascender también a lo intelectual. Es indispensable que leamos la Biblia y la recordemos, pues cuando se habla de Jesús a alguien que no le conoce es posible toparse con ciertas preguntas capciosas a las que es necesario hacer frente.

Pienso que las tres actitudes de las que hablé anteriormente son importantes, pero reitero que no hay una fórmula perfecta que garantice que todos los que nos escuchen van a rendirse delante de Dios. Debemos tener claro siempre: No somos nosotros, es Él; no son nuestras capacidades, es Su Gracia.



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Espero que hayan disfrutado la lectura de este post y que de alguna manera haya sido de utilidad para sus vidas. Si así fue, no olviden dar upvote y resteem. Faltan dos partes de esta serie, así que nos reencontramos pronto. Steem On.



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