Cuéntame qué os pasó (Novela)VIII

in #spanish7 years ago

Capítulo 10
Doña Remedios falleció un mes después. La llamada de la dirección del centro psiquiátrico notificándoles tan fatal desenlace, apenas les cogió por sorpresa. De hecho, Maruja tuvo una premonición la tarde anterior que, unida a la gravedad del estado de salud de Doña Remedios hacía vana cualquier esperanza de recuperación.
La mañana, fresca a pesar de estar bien entrada la primavera, se le antojó de una tristeza inusual, sólo comparable al más aciago de todos sus recuerdos.
A pesar de que nunca había sentido aversión hacia los cementerios, una mirada hacia el lugar donde habrían de reposar los restos mortales de su madre para toda la eternidad, la provocó un escalofrío, seguido de un agudo dolor en el pecho. Naturalmente Ramiro estuvo todo el tiempo a su lado, acompañándola. Lógico era pensar que había que guardar las apariencias, aunque su matrimonio fuera un barco a la deriva, sin posibilidad, al menos por el momento, de regresar a buen puerto.
Devueltas las cenizas a las cenizas y el polvo al polvo, Maruja se sintió completamente sola; desamparada en un mundo que, por primera vez en su vida, le pareció extraño y completamente hostil. Desde luego, Ramiro no tardó demasiado tiempo en encontrar trabajo, de representante también, aunque su mal querencia hacia ella era mayor cada día, sin importar las continuas manifestaciones de afecto hacia él.
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Capítulo 11
La primera de las palizas fue motivada por una llamada de teléfono que hizo aflorar en el corazón de Ramiro unos celos por completo injustificados. A consecuencia de ello, Maruja comenzó a pensar que el destino –ese caprichoso fatum de las comedias griegas-, era, sin duda, un duendecillo burlón, que poco o nada entendía del sufrimiento humano y si lo hacía, apenas le importaba. De poco sirvieron los intentos por hacerle comprender a Ramiro que el hombre que había marcado su número de teléfono y había preguntado por Maruja, se refería a otra persona que no tenía absolutamente nada que ver con ella, a excepción de tener su mismo nombre, común, suponía, a muchas mujeres españolas.
No obstante educada en la sumisión, siempre buscaba excusas para disculpar una actitud violenta que apenas dejaba entrever una pequeña puerta abierta a esa utopía que, a falta de un nombre mejor, se denomina esperanza y que aflora a los labios de las personas cuando sufren o anhelan algo con todas sus fuerzas.
Que Ramiro bebiera era una cuestión que siempre había intentado comprender desde la perspectiva humana de la más absoluta de las paciencias, aunque nunca, hasta entonces, le había visto borracho. Ella sabía, por su padre que en paz descanse, que el alcohol, tomado sin mesura y proporción, cambia el carácter de las personas, aunque algunas lo admitan mejor que otras y sus borracheras sean puramente anecdóticas.
Pero la regularidad con la que Ramiro consumía alcohol, comenzó a resultar peligrosamente alarmante.
Al principio, ella aceptaba más o menos bien sus explicaciones, encaminadas a hacerle comprender que la naturaleza de su trabajo le obligaba a tener que alternar con los clientes para cerrar negocios cuyo porcentaje de comisión, unido al sueldo, les vendría muy bien en el futuro, del que no tardarían en volver a recuperar su antigua posición. Maruja quería creerle. Necesitaba creerle, porque al fin y al cabo Ramiro era lo único que le quedaba en el mundo, una vez fallecidos sus padres y hacía de tripas corazón, procurando disimular el disgusto que sentía cada vez que acudía a casa embriagado.
Hubo una época, después de la última borrachera, en la que el carácter de Ramiro, huraño y agresivo hasta entonces, pareció dar un giro de ciento ochenta grados y volver a ser, durante algún tiempo, aquél Ramiro que la había conquistado, haciéndola sentirse una mujer completamente enamorada. Hasta se podía dialogar con él. Tanta fue su sorpresa, que su propia inocencia la indujo a correr un tupido velo sobre su más reciente pasado y perdonarle los numerosos sinsabores que la había hecho sufrir. Entonces, cuando menos se lo esperaba, llegaron las violaciones, amparadas en derechos maritales, que incluso la más salvaje de las fieras respetaba, aunque se encontraran en el más asqueroso rincón de la jungla. La primera fue la peor de todas, precisamente aquélla que más profundamente había dejado huella en su alma y que jamás podría olvidar y mucho menos perdonar, por muy buen corazón que tuviera.

Parte I: https://steemit.com/spanish/@juancar347/cuentame-que-os-paso-novela-i
Parte II: https://steemit.com/spanish/@juancar347/cuentame-que-os-paso-novela-ii
Parte III: https://steemit.com/spanish/@juancar347/cuentame-que-os-paso-novela-iii
Parte IV: https://steemit.com/spanish/@juancar347/cuentame-que-os-paso-novela-iv
Parte V: https://steemit.com/spanish/@juancar347/cuentame-que-os-paso-novela-v
Parte VI: https://steemit.com/spanish/@juancar347/cuentame-que-os-paso-novela-vi
Parte VII: https://steemit.com/spanish/@juancar347/cuentame-que-os-paso-novela-vii

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Duele hasta leerlo, pero qué poco se han hablado estas cosas. Maruja callaba porque callaban todos.

Los silencios del silencio. Ahora hay menos silencios, pero todavía perduran los viejos ecos. Y como ves, hablar de ciertos temas hace que en el fondo, la gente mire para otro lado. Las tristezas no alimentan, las injusticias tampoco. Hoy la mayoría de la gente sólo quiere 'vivir la vida', rebozarse en la paranoica alegría del Matrix y dejarse de penas y tragedias.

Prosa muy digna. Enhorabuena.

Lo escribí hace muchos años y como dije en cierta ocasión, no he querido retocarle ni una coma. Creo que he evolucionado algo desde entonces y esto lo vuelvo a decir, para demostrar que el desánimo no lleva a ninguna parte y que el trabajo y la perseverancia, tarde o temprano dan sus frutos. Esta obra, con todos sus fallos y defectos, forma parte de mí y como tal la acepto y la muestro. Muchas gracias, maestro, y un fuerte abrazo.

wonderfull photographey

Violaciones amparadas en derechos maritales... Demasiado! En aquellos tiempos esos conceptos de derechos maritales eran tan machistas.

No gusta leer estas cosas y seguramente por ese motivo, la mayoría de escritores no se complique la vida. Somos demasiado hipócritas , a la hora de la verdad, y generalmente hacemos como el avestruz: escondemos la cabeza en la tierra, esperando que el peligro pase de largo y no nos roce. No es que sea cruel la vida, sino que nosotros la hacemos cruel.

Si, son fuertes este tipo de lectura, pero reflejan una realidad

Por desgracia, así es.

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