El cuerpo como espacio de juego en la fotografía se dio naturalmente en mi con el acercamiento al autorretrato y una exploración natural al doloroso yo desde la poesía hasta el audiovisual.

La fotografía nos permite desvestirnos, desvestir ese cuerpo que a veces sentimos ajeno a nosotros. Estar solo, es precisamente encontrarse desnudo, a veces inmóvil, perdido, sin saber más de uno mismo que el cuerpo que habita y cree entender.

Pero como es característico de las Artes visuales, el tiempo de meditación para una obra por lo general no puede estar impulsado únicamente por el deseo visceral de crear, también se tiene que querer decir algo, expresar algo, por más onírico que pueda llegar a ser, por eso es tan divertida la experimentación fotográfica, porque vas aprendiendo en el camino, abrazado por la inmediatez del medio.

Mi desnudez no fue casualidad, pero tampoco fue voluntaria. Fuera de ese impulso primario en estas fotografías, ellas empezaron a formar una relación entre el cuerpo erótico y el cuerpo intervenido; lo íntimo y lo ajeno. Necesitaba expresar cómo el mundo estaba afectando mi cuerpo, cómo yo misma lo lastimaba y dejaba que fuese lastimado.

Siempre he sido muy obstinada del porqué llaman las cosas de la forma en lo que lo hacen: (ahora que lo pienso es un capricho bastante fotográfico) ¿erotismo? ¿autorretrato? ¿fotografía erótica?... ¿fotografía móvil?, lo siento eso es para otro post. ¿Bajo qué estándares se considera una foto erótica? ¿es el erotismo más una insinuación que un hecho? quizás esto último sea lo más acertado en el campo de la fotografía, luego pienso ¿sólo lo bello es erótico? pero sería lo mismo que pensar que sólo lo bello es arte, cuando nuestra vida está regida por el deseo y su manipulable erotismo, la crudeza de esto es lo que muchos no llegan a entender, puede en el "arte erótico" existir sobretodo un interés estético, sea cual sea su intención.

Pero como no pretendo que esto se convierta en una tesis sobre el cuerpo y la fotografía, debo hablar de estas fotos desde su raíz: mi sufrimiento.

Parece fundirse el dolor en mi piel, se calienta el cuellos, las orejas, la espalda con cualquier recuerdo, veo mi cuerpo una vez más como no lo había visto antes, con los ojos perdidos, con la piel perdida, con el cuerpo arropado por la ansiedad, deformado por la mentira desmedida, que tiñe de carmesí todos los espacios. Comienza el juego, tomo el atrevimiento de exponerme ante la figura conocida pero no explorada.

Un juego con la figura y la visión directamente filtrada por el lente de mi cámara, permitió el resultado de las primeras fotografías, ellas juegan con la posición de mis piernas, manos, y aunque el foco fue un infierno, conseguí algunos resultados interesantes de un dialogo erótico entre mi cuerpo y la cámara, que yo no conseguía ver, eran nuevos gestos de mi cuerpo expresado.

El cuerpo se comunica generalmente de una manera sexual, este tipo de comunicación nos ubica ante la alteridad personal, es decir, ante el otro, ¿puede ser ese otro el rostro concreto de, precisamente, ese cuerpo erótico de la fotografía? si separo a mi yo corpóreo de mi yo espiritual, la alteridad, aquella que nos vuelve sujetos éticos, se establece con mi otro yo, aquel que me afecta.
Entonces el lenguaje de mi fotografía se convierte en el calendario y tiempo del deseo y la celebración de un cuerpo.

Pero dentro de esa celebración, primero debe existir el dolor de la aceptación de un cuerpo marcado, inestable y con un montón de defectos. Terminan por formar parte de nosotros elementos externos que intervienen nuestro cuerpo , que nos afectan, que nos cambian, que nos hacen menos perfectos y que terminan por lastimarnos para quizás tamizar esos defectos que no podemos aceptar o que de alguna manera nos representan. El cuerpo se expresa como extensión al querer ser vistos y suele ser ignorado por lo que es.

La imagen genera y evoca lo moral, no sensaciones directas. Y lo que nos genera nace de la experiencia, o revive experiencias. Activa nuestras sensaciones y nuestro pensar. Al ver el resultado de estas fotografías, me daba cuenta que muchas veces así es como me veía: fea, con rabia, difusa, nunca con demasiada claridad sobre quien soy, sobre el cuerpo que habito, esto me entristeció un poco, me tranquiliza que por los momentos sigo buscando sentirme cómoda con quien soy desde mi poesía, mis fotografías, mi cuerpo expresado y gesticulado a través del quehacer artístico.

"El erotismo depende de nuestro propio nivel de refinamiento espiritual y corpóreo, hacer del arte un generador de estados de conciencia que se sitúen en una esfera superior con respecto a aquella en se desarrolla el trajín cotidiano"
Armando Rojas Guardia

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