Caramba, un buen enredo constituye hablar sobre el binomio sumisión-dominación, al ser una actitud que predomina en las conductas que adoptamos ante otras personas.

Yo pienso que son caras de una misma moneda, con la particularidad de que no depende del azar el predominio de una sobre la otra cuando se echa al aire en su caída al suelo.

No tiene nada de malo en ser sumiso o dominante, ante ciertas circunstancias lo mejor es ser sumiso y en otras habrá que ser dominante. ¿Quién o qué determinará la conducta más conveniente? No es necesario ser muy sabio, obviamente las circunstancias, y sería un poco osado en agregar un condicionante sine qua non: aprender de nuestros propios errores.

Pero ¿Dónde está el problema? Creo, en los extremos, es decir, querer ser siempre dominante o sumiso sin importar las circunstancias.

Ahora, ¿se puede ser sumiso y dominante al mismo tiempo? Es una pregunta interesante, no creen.

Por lo general, manejamos el asunto desde las relaciones interpersonales, en primera instancia, en los distintos roles que asumimos en nuestro entorno que van desde lo filial y laboral en la mayoría de los casos, hasta extenderlo a lo societal.

En segunda instancia, se tiende a asociar la sumisión con docilidad en algunas sociedades como la nuestra, la latina, pensamos que tiene un cariz negativo y de debilidad. De tal manera que vemos con buenos ojos el ser dominante asociándolo con un deseado liderazgo y agresividad. Nada más apartado de la realidad.

Pienso en el dinamismo y complejidad implícitas en las relaciones humanas y como los estereotipos hacen más mal que bien. Así que debes reflexionar muy bien antes de decantarte por asumir cualquiera de estas actitudes. Aquí veo otro problema también asomarse, la manipulación, pero esto daría para otra publicación. Lo digo, porque quien no ha adoptado en su vida cualquiera de estas actitudes por conveniencias mintiendo en el camino. Hay un problema moral.

Para cerrar, viene a mi mente un ejemplo de una persona que siendo sumiso fue inmensamente dominante sin querer. Es un personaje bíblico a quien invito a estudiar con detenimiento: Moisés.

Podría extenderme bastante sobre el personaje, mas solo diré de él que era un hombre humilde y pacífico que cumplió la encomienda de emancipar a un pueblo. Curiosamente, inicialmente puso varios peros hasta que no le quedo otra opción que obedecer (sumiso), luego actuó con base en lo ordenado ejerciendo una autoridad (dominante) por largo tiempo sobre muchísimas personas y en circunstancias extraordinarias. Sin embargo, si lee y estudia con detenimiento el aparte sobre él, apreciará que la humildad y el amor estaba detrás de sus actos, tal vez por eso fue escogido para esa misión.

Tal vez la solución al dilema entre la sumisión o la dominación recaiga en la búsqueda de la verdadera humildad.

PD: En la imagen de la presente publicación esquematiza las relaciones en supuestos opuestos: ganar-perder, paz-miedo, supervivencia-instinto, haciéndolas instrumentalmente excluyentes. Como modelo podría estar bien, aunque no tengamos consenso en su opuesto, por ejemplo: paz-miedo, mejor paz-guerra. Y si lo contrastamos con la actitud de Moisés se vuelve totalmente inoperante al volcarlo en lo intra-personal y sus efectos en los demás. Alguien podrá argüir en contra: no es valido por tomar un personaje legendario o mítico. Yo le diría, esta bien a pesar de mis creencias. Ahora, le preguntaría cuántas personas realmente humildes conoces y cómo actúan. De seguro, a ellas tampoco podrías definir por el esquema. En definitiva, la humildad es una buena solución al dilema.