Atlas, era la inteligencia artificial que controlaba las funciones vitales de la astronave, había alcanzado la singularidad, solo unos meses antes de abandonar Alpha Five. En tal sentido, Atlas era, como un adolescente en cuanto a su deseo de aprender, pero extremadamente responsable y preocupado por la vida humana.

— Si capitán, si desea le activo el modo holográfico.

— Gracias, respondió Cooper como si se tratara de una persona. De hecho, durante los preparativos del viaje, fue Cooper quien tuvo las primeras interacciones con Atlas, él estaba muy impresionado de lo rápido que aprendía las habilidades sociales, hasta el punto, que llegó a un grado de intimidad que nunca había experimentado con otro ser humano. Atlas era su amigo, y en esas circunstancias, su mejor amigo.

La puerta se desmaterializó al traspasar el umbral de la sala y de inmediato, tomaron asientos en unas butacas de color azul que salieron a su paso.

—Atlas, por favor, ¿qué piensas al respecto? — le habló Cooper, tal como a un colega.

Rebeca, le miró con disimulo, pensaba y analizaba el tono con que dialogaban Atlas y el capitán. Ella también se había relacionado con Atlas, pero nunca logró la espontaneidad que veía entre ellos. Su mente racional, no obnubilaba su intuición, Cooper, consideraba a la inteligencia artificial, uno más de su tripulación, en él o ella, confiaba sin reserva.

—Capitán — Atlas, le interrumpió Cooper, —deja las formalidades ante Anderson.

—Como pidas Chris — respondió Atlas en tono relajado.

—Mi nombre es Rebeca — con una sonrisa que apenas mostraba su blanca y simétrica dentadura, dijo la doctora.

Se sentían en confianza, como si tratara de una reunión familiar, era obvio, entre el comandante de la misión y la científica había una incipiente química que ambos buscaban encender en esas circunstancias extremas; lo extraño era entender como Atlas parecía encajar perfectamente.

Esta historia continuará....