Pensaba que la vida había terminado luego de haber sido estrangulada a sangre fría. Sus amos desconocían su muerte. Era pequeña e indefensa. No sabía de defensas. Su asesino fue hábil pero como no hay crimen perfecto, la verdad debía salir a la luz. Se llamaba Artemis y su vida solo duro 90 días.

[Artemis Bastis]

Se dice que las casualidades no existen y que todo efecto tiene su causa. El crimen fue realizado la madrugada del sábado 16 de marzo. El cielo se adornaba con una Luna creciente. A cuatro noches del equinoccio de la primavera y de la enrojecida Luna llena.

La misma noche del nacimiento de Artemis en otra parte de la ciudad, nacían otras crías entre ellas su alma gemela la cual fue rescatada de la muerte un día después del trágico acontecimiento. Entre ambas hay un alto parecido físico y espiritual. Incluso en sus nombres. Quizás ambas estaban destinadas a encontrarse pero la Parca se ocupó de que así no sucediera. La muerte de una dio salvación a la otra incluso sin conocerse. La que vivió y sigue viviendo se llama Artemisa. Sí, una letra marca la diferencia en sus nombres que hacen tributo a la diosa de la caza y de los animales salvajes.

[Artemisa de Atenea]

“Los dioses griegos y egipcios no existen” repiten una y otra vez los clérigos. Pero la gracia de estas deidades se ha visto reflejada en esos dos días. Una muerte, una vida rescatada, una luna creciente… todo fue tan rápido que no permitió dar llantos por la vida asesinada. Fue y es como si que hubiese una parte de Artemis en Artemisa, sus actitudes, sus sentimientos, su sabiduría misma.

Al igual que dos hadas pueden nacer de un mismo llanto. Estas dos mujeres han nacido en partos distintos lo han hecho un mismo día en una misma ciudad dividida por el Manzanares y muchos kilómetros.