ANÉCDOTA #2: De hija única a hermana mayor.

in #spanish7 years ago

Esta es una de mis historias favoritas para contar, a pesar de que no empieza de la forma más bonita.

Eso sí, esta es una de las historias que te lleva a decir, mira sí, los bebés cambian vidas y perspectivas.


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Para que puedan entender un poco todo lo que vendrá, les cuento un poco de mí.

Mi papá murió cuando yo tenía tres años y desde ese momento hemos sido mi mamá y yo contra el mundo. A pesar de que cuando yo tenía como siete años llegó mi padrastro a nuestras vidas y a nuestro hogar. Hemos seguido siendo ella y yo. Por otra parte, nuestros familiares más cercanos son mi tía y mi abuela materna. Tres mujeres y una niña, yo, contra el mundo. A mis 11 años, nació la primera y única hija de mi tía, ahora eran tres mujeres y dos preciosas niñas consentidas a más no poder.

Como toda niña, siempre quise tener hermanos o hermanos con quienes jugar pero era algo que solo quedaba como un deseo y nada más. Cuando mi prima nació, a pesar de los celos, la quise -y quiero- como una hermana. La adopté como mi hermana y me resigné a no tener nunca una de sangre.

Pero cuando tenía 16 años, en agosto de 2014, mi mamá dio la noticia que nunca espere recibir, estaba embarazada.

Y es ahí donde comienza esta historia.


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Mi mamá no anduvo con rodeos y después de hacerse el examen en secreto, nos llamó a mi padrastro y a mí para comunicarnos la gran noticia. Con cero sutileza, sin anestesia, ni preparación alguna, mi mamá dijo algo más o menos así:

Tengo algo que decirles, me hice los exámenes y bueno, estoy embarazada.

Nosotros no sabíamos si reírnos o qué porque aja, era algo casi imposible de creer.

Aclaro: Mi padrastro se supone que no podía tener hijos. Y además ambos están en sus cuarenta y pico así que las probabilidades de verdad que eran muuuuy pocas.

En fin, nos muestra hasta el examen, esos donde tu no entiendes ni pío pero el positivo al final es bastante obvio. Y seguimos sin creerle. Yo me hice la loca y ellos fueron al médico juntos para confirmarlo. Y mira sí, ¡MI MAMÁ ESTABA EMBARAZADA!

Adivinen quién siguió haciéndose la loca, sí, yo.

Yo no estaba feliz, en lo más mínimo. Era una locura.

16 años de mi vida siendo hija única para venir a tener una hermana a esa edad.

16 años de mi vida siendo la consentida, la que lo tenía todo para tener que compartir con el nuevo integrante, dios, no.

Todo mundo feliz, aunque asombrados por lo que pasaba y yo tan:

Aja me da igual, hablemos de otra cosa.

Meses de negación y de aislamiento porque me incomodaba hablar del nuevo integrante de la familia. Meses donde me negué a ir con mi mamá a los controles prenatales.

Meses donde nada de lo que me dijeran me ayudaba integrarme, solo aumentaban mi incomodidad. Mis ganas de cavar un hoyo y desaparecer para no tener que tener un hermano.

Cuando mi mamá me dijo que era niña, creo que me aislé aún más y el rechazo creció. Me preguntaban por qué no la quería y yo no podía responder.

Ahora me doy cuenta que los celos me mataban por dentro y eso me hacía tenerle cierto resentimiento a ese pobre ser que a penas crecía en el vientre de mi mamá.

En algún momento del embarazo mi mamá me otorgó la tarea de escoger un nombre para la bebé o como a ella le gustaba llamarle, mi hermana.

Yo no demostraba mi afecto por ella pero no por eso iba a ponerle un nombre horrible, no, me negaba a eso. Luego de semanas, optamos por Camila y Camila se quedó.

Camila Betania.


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El Betania es por la Virgen de Betania, creemos en ella y visitamos su Santuario con frecuencia debido a que queda cerca de donde vivimos. Prometo hablar de ese lugar más adelante en otro post.

Cuando nació fue una locura total y yo solo pensaba:

Quiero irme de aquí, sáquenme de aquí. Llévenme a mi casa.

Pasaron los días y yo solo la veía de lejos, no quería cargarla ni nada. Creo que lo hice una vez y fue obligada porque todos andaban con la broma y aja, tuve que hacerlo. Irónicamente me gustaba comprar ropa para ella con mi mamá pero ciertamente, era de la única forma que yo demostrara algo de afecto.

Recuerdo una vez cuando ella estaba de meses que nos dejaron a las dos solas porque mi mamá tenía que salir a comprar, Camila comenzó a llorar y aunque la cargué, ella no paraba de llorar así que yo comencé a llorar también y llamé a mamá para que me auxiliara porque me estaba volviendo loca. Graciosamente logre calmarla -no sé cómo- y cuando mi mamá regresó, sin haber hecho lo que tenía que hacer, ya la niña estaba tranquila y sin rastro alguno de lágrimas.

No fue hasta que ella tenía como tres meses que yo decidí cargarla por primera vez. No estuvo mal. A los cuatro meses, ya la cargaba con más soltura y no mostraba tanta resistencia. Incluso en mi promoción de Quinto Año usó un vestido que yo escogí para ello, amarillo pollito pero le quedaba precioso.


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Cuando estábamos solas, o nadie nos veía, solía mirarla. Solía disculparme por lo mala hermana que había sido antes y le decía cuan hermosa era y cuanto la quería.

Poco a poco fue creciendo mi cariño y amor por ella.


La cargaba, jugaba con ella, le tomaba fotos.

Y también le hacía maldades, para que negarlo, es típico de hermanos.

Cuando comenzó a sentarse, la quise otro poco más porque ya estaba más durita, más grande. Era más fácil estar a su alrededor sin temor a hacerle daño.

Con el pasar de los meses, ella se convirtió en parte esencial de mi vida.


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Al mudarme por cuestión de mis estudios, una de las cosas más difíciles fue dejar de verla a diario. No poder estar ahí todos los días para verla crecer es algo que me entristece pero todo se soluciona cuando llego a casa y ella me recibe con los brazos abiertos. Y en esos pocos días que logro estar con ella, me enseña directa o indirectamente todo lo que me perdí en mi ausencia y me hace tan feliz verla, estar ahí para ella.

Amo verla crecer. Como ríe, aprende, juega, duerme, como se molesta y por qué, como pronuncia las palabras y como de cómica se ve cuando está contando un chisme o quiere decir algo importante. Amo como me dice echi porque esa su forma de pronunciar mi nombre -Génesis- aunque ya tenga tres años.


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Recuerdo mi vida sin ella y admito que sin duda, me encantaba pero mejor que ese pasado, es un futuro donde estamos juntas.

Amo cada rasgo de ella, y aunque quizá fuese feliz sin ella, el giro que dio nuestras vidas con su presencia es algo que no cambiaría. Ya la tengo, ya sé lo maravilloso que es que nuestras existencias hayan coincidido, no quiero experimentar algo diferente a eso.

Gracias a ella, mi vida cambió sin esperarlo, aunque quise poner resistencia.


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Un poco más de mi experiencia como hermana mayor y de mí siendo una persona cursi: aquí.


También hay un montón de posts en mi instagram que hablan sobre ella. 1, 2, 3, 4 y más pero esos son los que encontré primero.


Gracias por leerme. Y si te gustó esta publicación, pues puedes votar, comentar o dar resteem.

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Sort:  

a mi me paso algo parecido con mi hermanito, saludos desde venezuela

Suele pasar entonces jahaja

También soy de Venezuela, saludosss.

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