ANÉCDOTA #1: Un día en el psiquiátrico.

in #spanish7 years ago

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Fuente de la foto

Fue en el mes de mayo cuando asistí por primera vez a un psiquiátrico, esto debido a que comencé a cursar la materia de Práctica II en Psicología.

Es extraño describir cómo me sentí, porque fue una mezcla de sentimientos pero aquí vamos.


Antes de comenzar.

Antes del acontecimiento, no estaba ansiosa. O no lo dejaba ver. Realmente guarde en el fondo de mi mente y mis pensamientos el hecho que estaba por ir al psiquiátrico en cuanto comenzará el semestre. No quería mortificarme por eso, así que ocupe mi mente en otras cosas.

Sin embargo, cuando me daba la oportunidad de pensar en ello, me recordaba que lo que iba a ver probablemente me impactaría –cosa que sucedió, pero de eso hablaremos después–, nunca había visto algo así y tenía que ser fuerte. Además, pensaba en que tenía que dar lo mejor de mí, porque todos mis pacientes lo merecen. Estaba ansiosa, me daba terror no ser lo suficientemente buena y fallar porque eso traería repercusiones.

Una semana después, llegó el día.

Asistí al Instituto Neuropsiquiátrico Guacara, ubicado en Guacara, Estado Carabobo, Venezuela.

Antes de siquiera ver el establecimiento, sabía que no iba a ser el lugar más aseado, ni que estaría en las mejores condiciones porque siendo honestos, el país es un desastre y los lugares de asistencia médica no reciben los recursos que necesitan, casi que están abandonados a su suerte, y eso incluye los psiquiátricos.

A pesar de esto, la primera impresión estuvo bien, por fuera el lugar lucía normal. Un poco de tiempo después, pude sentir a mi corazón acelerarse cuando comenzamos a entrar al pabellón de hombres; el primero que íbamos a visitar ese día –además de ser el primero del recinto–.

En ese momento me di cuenta de lo que estaba pasando, luego de cinco semestres estaba en el psiquiátrico por primera vez..

Ya en el pabellón de hombres, muchos de ellos se acercaron a la entrada y comenzaron a saludar, tomaban nuestras manos y le daban un buen apretón como cuando estás realmente gustoso de conocer a alguien. Otros nos miraban desde distintos puntos del lugar y unos cuantos alzaban su mano en forma de saludo.

¡Qué grato fue ser recibida con tanto entusiasmo!

Eso sin duda aligero un poco la presión y nervios que sentí al entrar.

Atravesamos el pabellón masculino mientras mi mirada se dirigía a todas partes, no podía mantener los ojos quietos, quería detallar todo lo que pudiera. Grabar en mi mente cada segundo de esa experiencia. Y así lo hice –o eso creo, porque me caracterizo por tener una memoria parecida a la de Dory, sí, la de Buscando a Nemo–.

Al entrar en el siguiente pabellón, el de mujeres, el grupo y yo tuvimos una experiencia muy similar a la anterior. Fuimos recibidos con alegría, aunque con un poco más de parloteo.

Uno se perdía entre tantos abrazos, saludos y peticiones, nos preguntaban o pedían cigarros, comida y demás.

Confieso me habían advertido sobre los abrazos y que estaba reacia a ellos pero una vez que llegó el primero, no pude evitar la acción de devolverlo y hacer lo mismo con todos los demás.

Me quedé en ese pabellón hasta que terminó la visita.

Conversé con muchas de las que se encontraban internadas ahí, conocimos un poco más de ellas, de su rutina, sus gustos. Estar ahí, alejado del mundo e interactuando con ellas que a pesar de todo, tienen tanto para dar, fue enriquecedor. Reímos más de lo que esperaba, me sentí muy cómoda entre los pacientes y mis compañeros.

Estar con ellas me hizo querer sacar a flote esa parte solidaria y altruista que todos tenemos.

Es luego de un par de horas que el recorrido llegó a su fin. Al salir de ahí no pude hacer más que liberarme de la bata que me provocó tanto calor y respirar profundo, percatándome que, efectivamente, me sentía bien a pesar de todo. Había sido un buen día, una primera experiencia muy gratificante y motivadora.

Y es que esas personas son… no sé cómo describirlas. No viven en las mejores condiciones, padecen de alguna patología y aun así, reciben a los estudiantes con un ánimo envidiable, nos tratan bien, ríen con nosotros. Y sí, seguro tienen sus días malos, como todos, e incluso peor. Pero cuando están en sus días buenos, son únicos.

Y aparte de todo lo vivido, descubrí un par de cosas ese día.

  1. Estoy dispuesta a hacer lo que esté a mil alcance por mi paciente, por quienes viven ahí en el psiquiátrico –y por todos mis futuros pacientes–.

  2. También descubrí que estoy donde quiero estar. Porque aunque sea difícil y a veces tenga alguna crisis o miedo, sé que graduarme y ejercer esta carrera tan increíble es lo que quiero hacer.


A mí me gusta escribir mucho acerca de lo que me pasa, de los momentos que marcan mi vida y este fue uno de ellos. Fue un antes y después en la carrera y en mi vida. Ya vendrán más escritos como estos, como también vendrá un contenido bastante variado.
Si te gusta como escribo, sígueme para estar pendiente del resto de mis publicaciones.

Y si te gusto esta publicación, votame y comenta abajo, me gustaría conocer sus opiniones.

Gracias por leer.

¡Feliz comienzo de semana a toda la comunidad de Steemit!


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Debe ser una experiencia muy enriquecedora...
Me alegro mucho que estés donde quieres estar!
Te sigo para leerte!
Un saludo :)

Lo es, definitivamente lo es. Cada vez que me voy me llevó algo nuevo de ese lugar y de cada persona que ahí vive.

¡Gracias!
Me llamaron la atención tus publicaciones así que te seguí de vuelta. Saludos y cuídate.

Muchas gracias! :(

Toda una experiencia

Sin duda alguna, jahaja.

te sigo colega

Seguro que vas a llegar muy lejos en tu profesion! Me gusta tu forma de narar,es digna de una novela.

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