Prólogo

    Cuando el amor envuelve a los protagonistas, estos el tiempo comienzan a percibirlo diferente. Nunca son suficientes los momentos que pasan juntos, y las circunstancias siempre se inclinan a interrumpir su unión, por lo que empieza a nacer en ellos el deseo de tener más tiempo para su amor. Sin embargo, este deseo, una vez cumplido, desemboca en consecuencias que, sin el más mínimo asomo de preaviso, los lleva a situaciones peligrosas e incluso trágicas. ¿Lo valdrá todo por amor? ¿Triunfará dicho sentimiento al final? Pronto lo averiguarán...

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En el bosque de los espíritus

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    Antiguamente en estas mismas tierras tuyas y mías, cuando aún vivía la magia, existió un inmenso bosque con una peculiaridad fantástica. Era llamado El Bosque de los Espíritus, y debía su nombre a que los humanos contaban que allí era adonde iban las almas de los hombres buenos y las mujeres buenas al perecer. Pero la verdad sobre El Bosque de los Espíritus iba más allá de eso.

    En aquel bosque se daba un fenómeno único. En él había, entre los árboles, figuras masculinas y femeninas de madera que crecían de la tierra de manera natural, y cuando el sol y la luna eran visibles en el cielo al mismo tiempo, la luz que ello producía entre las hojas de los árboles hacía a la comunidad de madera tomar vida. Ello duraba el tiempo que la luz del sol y la luna entrara entre las hojas de los árboles.

    Hubo una época en la que en aquél lugar fantástico existieron dos figuras que protagonizaron una historia de amor y travesía. Ghazlor era el hombre de madera; Ghazzurb la mujer.

    Cada veinticuatro años, cuando el astro rey y el astro reina Sol y Luna se encontraban en las posiciones exactas en el firmamento para dar vida al bosque de los espíritus, Ghazlor y Ghazzurb se encontraban. Se contaban el uno al otro interesantes historias y además imaginaban travesías mágicas que les gustaría vivir. Realmente disfrutaban hacerse compañía.

    Pero unas cuantas horas de conversación cada veinticuatro años un día dejó de ser suficiente para Ghazlor y Ghazzurb; querían ser humanos para poder amarse y estar juntos con libertad. Y es que, las figuras de madera tenían un don especial: podían convertir a una figura de madera en humano si toda la sociedad de madera así lo acordaba. El costo de esto era que debían sacrificar una puesta de sol y luna, y como la mayoría de individuos de madera eran viejos y malhumorados, ninguno estaba dispuesto a sacrificar una puesta de sol y luna para que otro se volviera humano; mucho menos dos.

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    Un día de sol y luna, cuando las figuras volvieron a la vida, se sorprendieron al ver que el bosque estaba destrozado. Muchos árboles habían sido arrancados de sus raíces, y muchas figuras de madera habían sido movidas de su sitio. Ghazlor era una de ellas…

    Con desesperación Ghazzurb buscó a su amado por todo el estropeado bosque, pero no tuvo éxito en encontrarlo.

    —Fue un huracán, Ghazzurb —informó Ghazharamed, el hombre de madera más influyente de la comunidad—… Debió llevárselo fuera del bosque…

    Las figuras de madera no podían salir de El Bosque de los Espíritus. Si lo hacían, la luz única que se creaba al atravesar las hojas de los árboles del bosque mágico, no los alcanzaría, y se quedarían para siempre como figuras inmóviles…

    Ese día la puesta de sol y luna fue larga… Aunque muchas figuras fueron arrastradas por el huracán, solo Ghazlor fue arrastrado a fuera del bosque.

    El día acabó. Ghazzurb se congeló como una figura de mirada triste, con expresión de espíritu roto…

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    A la siguiente puesta de sol y luna, el bosque ya se había recuperado y lucía una vez más lleno de vida. Los seres de madera siguieron su rutina normal de cada veinticuatro años, como si nada hubiese ocurrido. Sin embargo, Ghazzurb simplemente se sentó en el suelo con la cabeza baja durante casi toda la puesta.

    Cuando ya faltaba solo una hora para volver a inmovilizarse, Ghazzurb no pude resistir más y comenzó a sollozar y posteriormente llorar de inmenso dolor.

    Los demás a su alrededor, al verle tan triste y sola, reflexionaron un momento. Se dieron cuenta de lo feliz que era Ghazzurb en compañía de Ghazlor, y se conmovieron al notar la extrema tristeza que ahora era la única compañía de aquella desamparada mujer de madera.

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    —Levántate, Ghazzurb —le pidió Ghazharamed extendiéndole la mano para ayudarle a levantarse.

    Ghazzurb subió la mirada y se sorprendió no al notar a Ghazharamed, sino al resto de la comunidad que se empezaba a reunir a su alrededor.

    Con expresión de no saber lo que estaba pasando, la mujer de madera tomó la mano de Ghazharamed y con su ayuda se puso de pié.

    —Tienes que ir a buscarlo —le dijo Ghazharamed en tono serio.

    Ghazzurb lo miró con un poco de confusión durante unos segundos por no estar segura de a lo que Ghazharamed se refería, pero volvió a mirar a su alrededor y entonces lo entendió…

    Todos empezaron a tomarse de la mano. El rostro de Ghazzurb demostraba impresión y nerviosismo. Poco a poco por fin todos estaban conectados, y entonces dos figuras detrás de Ghazharamed pusieron cada una, una mano en cada hombro de él para conectarlo con toda la sociedad de madera. Ghazzurb ahora se había volteado hacia Ghazharamed y lo miraba con nervios y un poco de miedo. Todas las figuras de madera cerraron los ojos y bajaron la cabeza. De inmediato comenzaron a brillar como la luz que se infiltraba entre las hojas de los árboles y, siendo Ghazharamed la única figura con la cabeza arriba, puso sus dos manos en el centro del pecho de Ghazzurb.

    —Encuéntralo —le ordenó Ghazharamed…

    Ghazzurb entonces sonrió de alegría y consuelo.

    —Gracias —dijo a Ghazharamed con expresión de sincero agradecimiento—. Y gracias a ustedes también —agregó, esta vez dirigiéndose a las demás figuras.

    De pronto las figuras de madera emitieron una luz tan intensa y poderosa que Ghazzurb no pudo evitar el deslumbro aunque cerró los ojos, y pronto, quedó inconsciente…

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    Al recobrar la consciencia, Ghazzurb se encontraba en el suelo. Podía mirar desde allí a Ghazharamed inmovilizado; y al levantar su torso para sentarse, pudo notar también a las demás figuras de madera solidificadas a su alrededor. Ella estaba desnuda; humanamente desnuda.

    Los habitantes de madera habían sacrificado dos puestas de sol y luna para hacer a las figuras de Ghazzurb y Ghazlor seres humanos. Ahora solo debían encontrarse…

    Ghazzurb se puso de pie y con mucha seriedad volvió a agradecer a Ghazharamed mirando su figura inmóvil, y luego a todos los demás. Con prisas improvisó con recursos del bosque una vestimenta para cubrir su cuerpo, y emprendió su viaje hacia afuera de lo que siempre había sido su hogar.

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    Al salir del bosque, Ghazzurb se encontró con un pequeño lago de inmediato, en el cual a lo lejos podía verse a una persona que flotaba cerca de la orilla del otro extremo. Ghazzurb rodeó el lago para acercarse a esta persona y preguntarle si no había visto al hombre que ella buscaba.

    Cuando el huracán pasó, arrasó todo a su paso. Muchos árboles fueron arrancados de sus raíces y elevados por los aires. Muchas figuras de madera aunque estaban protegidas por los árboles fueron empujadas bruscamente; algunas terminaron cerca de los confines del bosque a punto de ser expulsadas de él. El huracán fue tan intenso, que varios árboles fueron a parar al lago, donde todavía Ghazzurb, después de un poco más de dos décadas, podía notarlos.

    Pero el huracán no arrojó solo árboles al lago…

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    La única figura que fue extraída del bosque por el huracán, Ghazlor, también había ido a parar al lago, donde por 24 años flotó inmóvil e inconsciente, hasta que un día de puesta de sol y luna, de la nada, empezó a desprendérsele la corteza de madera, y poco a poco comenzó a volverse humano. Pero por ser la primera vez que el antiguo hombre de madera experimentaba estar en un cuerpo humano, no supo cómo nadar, y aunque intentó e intentó, el agua al final ganó la lucha y terminó en sus pulmones, dejándolo sin vida minutos antes de que Ghazzurb lo encontrara…

    Como pudo, y arriesgándose a ahogarse también, Ghazzurb sacó el cuerpo de Ghazlor del agua, y lloró a su lado sintiendo un lamento inmenso. Allí estuvo durante medio día, hasta que con tristeza se levantó y llevó el cuerpo de Ghazlor al bosque de los espíritus y allí lo cubrió con hojas.

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    Ese día Ghazzurb decidió abandonar el bosque para siempre debido a la gran culpa que sentía, y el camino que tomó la llevó hacia una pequeña comunidad humana. Allí vivió sola y silenciosamente por un tiempo, hasta que un día conoció a un niño huérfano que ablandó su corazón y al cual decidió criar como su hijo. Kolid, era su nombre.

    Ghazzurb le contó durante todo su crecimiento a Kolid historias sobre los Ghaz: una sociedad de hombres y mujeres de madera que existía en El Bosque de los Espíritus y cuyos individuos cobraban vida una vez cada veinticuatro años con la puesta simultánea del sol y la luna. Él nunca creyó reales sus historias, pues pensaba que a su madre solo le gustaba imaginar. «Madre, ya soy un hombre y todavía sigues contándome tus fantasiosas historias» le decía con ternura a Ghazzurb. «Me pregunto a quién habrás conocido que te inspirara a crear a ese tal Ghazlor».

    Cuando Ghazzurb fue convertida en humano, su cuerpo estaba en el estado del de alguien de 20 años. Como figura de madera envejecía lento, pero como humano el tiempo le afectaba segundo a segundo.

    Cuando faltaban diez años para que los 72 años para que El Bosque de los Espíritus volviera a cobrar vida se cumplieran, Ghazzurb falleció... Kolid llevó su cuerpo al bosque de los espíritus y allí la cubrió con hojas, como ella le había indicado anteriormente que quería que se hiciera el día de su muerte. Allí vio Kolid a las figuras de madera inmóviles y se molestó con la vida al recordar con tristeza que su madre le contaba historias ficticias en las que esas figuras estaban vivas.

    Cuando faltaba un año para que se cumplieran los 72 años, Kholid también pereció…

    Al llegar el día de la puesta de sol y luna, Kolid abrió los ojos una vez más.

    —Bienvenido, Ghazkolid —dijo una voz masculina cerca de él.

    Kolid, muy confundido sobre lo que pasaba, miró a su alrededor. Había muchas figuras de madera socializando, y a su lado estaba Ghazharamed, quien le había dado la bienvenida.

    —Tengo muchas historias que contarte, Ghazkolid. Bienvenido al lugar adonde vienen las almas de los hombres buenos y las mujeres buenas después perecer.

    Esto último lo dijo Ghazzurb, quien salió de entre la multitud y se dejó ver ante, ahora, Ghazkolid. Junto a ella estaba, por supuesto, como nunca dejó de estarlo ni acompañarle, Ghazlor…

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Fin.

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¡Eso es todo!

Mis sincerísimas gracias por tomarse el tiempo de llegar hasta este punto de la lectura. Ojalá la hayan disfrutado tanto como yo al escribirla.

Agradezco de manera especial a @roadstories por convencerme de poner a trabajar mi mente en pro de escribir una vez más una historia. Había olvidado lo placentero que es escribir ficción. ¡Gracias road!

Les invito a participar en este concurso que cuenta con 30 STEEM para premiar a los ganadores. Ustedes pueden ser uno de ellos si deciden darle rienda suelta a su imaginación y creatividad escribiendo una historia ficticia, de suspenso o de amor. Acá la información.

Les deseo a todos lo mejor en este día y,

¡nos vemos pronto!

Elieser Urbano.