The Virgin Spring (Película): la inocencia y la venganza. El primer Oscar de Ingmar Bergman
Hace unas semanas publiqué entradas sobre algunas de las películas del reconocido director sueco Ingmar Bergman. Aquellos a quienes les interese conocer algo más sobre el trabajo de este director, pueden revisarlas:
- Un verano con Monika (Película): mi primer encuentro con Ingmar Bergman
- Fresas salvajes (Película): la retrospectiva final
- El séptimo sello (Película): la vida, la muerte y la fe
Esta vez hablaré de la película que le valió a Bergman su primer Oscar a Mejor Película de habla no inglesa: The Virgin spring, traducida al español como El Manantial de la Doncella.
Al igual que The Seventh Seal se trata de una historia ambientada en la Edad Media. El rey Töre (nuevamente aparece acá Max von Sydow) envía a su hija Karin (Birgitta Valberg, otra asidua colaboradora del director) en compañía de Ingeri, quien odia a Karin en secreto, para hacer la ofrenda de las velas en el altar de la Virgen y cumplir con la tradición. Desde el inicio se ve el contraste entre ambas muchachas: Karin es mimada, vanidosa, ingenua y muy consentida por parte de sus padres que no pueden ser rigurosos con ella. Ingeri es salvaje, huraña, bastarda, a su vez embarazada de un bebé bastardo. Antes de cruzar el bosque, Ingeri, por miedo a la oscuridad del bosque no continúa, pero Karin sí y encuentra a unos pastores que la invitan a compartir su comida. Ingenua, ella acepta, y sólo se da cuenta de la maldad de estos hombres cuando es demasiado tarde: la violan y la matan. Ingeri que, arrepentida por haberla dejado sola, había seguido sus pasos, presencia la escena. Aunque no hubo un desnudo pleno y es breve, la escena es bastante fuerte, sobre todo si se considera el año de la película (1960).
La salvaje vuelve a casa, atormentada por la culpa: deseaba la muerte de Karin desde que estaba embarazada. Y luego, por azar, karma, o intervención divina, los asesinos, huyendo de su zona, van a dar al castillo del Rey Töre donde éste les da alojamiento. Ante la hospitalidad de sus anfitriones, uno de ellos ofrece a la reina un vestido: es el vestido de su hija, el mismo que le ayudó a ponerse esa mañana. Allí, bajo su techo, están los asesinos de su niña. ¡Qué temple! ¡qué aguante! el de la reina que, serena, avisa a su esposo. Esta madre también se culpa ”Que dios me perdone por esto” por la muerte de su hija, pensando que la razón de esa desgracia fue su amor desmedido a su niña y por los celos que tenía del padre de la criatura. Tras ejercer la venganza, el padre cuestiona a Dios:
“Tú lo permitiste. La muerte de una inocente y mi venganza. No lo entiendo.”
Y cuando recupera el cuerpo de su hija, intenta expiar su pecado:
“Te pido perdón. No conozco otra manera de vivir... Construiré una iglesia como penitencia.”
Y este es un tema recurrente en la obra de Bergman: la relación de Dios con el hombre. La duda, la incomprensión, o la incapacidad de comprensión de esa voluntad divina que otros aceptan sin inmutarse, suele presentarse en muchas de sus películas. "¿Si Dios es bueno y nosotros somos buenos por qué suceden estas cosas?" parece decir Bergman a través de la boca dell Rey.
Como en cada película que he visto de Bergman, la dirección y la fotografía en blanco y negro son excelentes y se reiteran aquí los temas de la relación del hombre con Dios, los designios de éste, la fe, las crisis de fe, la culpa, pero sobre todo los entresijos del alma humana que puede albergar la inocencia de Karin, la maldad de sus asesinos, la envidia de Ingeri, el amor de los padres de la doncella, su deseo de venganza, y un sin número de emociones, a veces antagónicas o contradictorias. Sin embargo, en lo particular, no me pareció mejor que El séptimo sello por ejemplo, de allí que 7/10 me parezca una puntuación justa para una película celebrada por la crítica y que, claro que es muy buena y es referencia obligada dentro de la obra de Bergman, pero que, en mi opinión, no representa su mejor trabajo.
