El escritor peruano, ganador del Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, posee una obra extensa en la que reúne cuentos, obras de teatro, memorias, ensayos, crítica y sobre todo, novelas (casi una veintena). La última novela del autor fue publicada en 2016 por Editorial Alfaguara y lleva el nombre de Cinco esquinas, haciendo referencia a un barrio de la capital peruana, clave en la trama de la novela y característico de la época en la que ésta se sitúa.

Según el autor:

"La idea de esta novela comenzó con una imagen de dos señoras amigas que de pronto una noche, de una manera impensada para ambas, viven una situación erótica. Luego se fue convirtiendo en una historia policial, casi un thriller, y el thriller se fue transformando en una especie de mural de la sociedad peruana en los últimos meses o semanas de la dictadura de Fujimori y Montesinos..."

Y así es, la novela abre con una escena erótica entre dos mujeres adultas, mejores amigas desde hace años, Marisa, la esposa de Enrique Cárdenas (Quique) y Chabela, la esposa de Luciano. Estas dos mujeres que nunca habían tenido una experiencia similar, llegan a ella debido a la obligación de tener que quedarse juntas tras la hora del toque de queda, establecido por las autoridades del país, con lo que ya una sombra comienza a teñir de condicionamientos el accionar de los personajes.

Continúa el autor:

"La dictadura de Fujimori utilizó el periodismo amarillo, el periodismo de escándalo, como un arma política para desprestigiar y aniquilar moralmente a todos sus adversarios..."

Y en esto se agregan otros personajes determinantes: Rolando Garro, jefe de la revista Destapes, un semanario vulgar que en sus páginas muestra gráficamente los escándalos (normalmente sexuales) de los personajes de la farándula ncaional; la Retaquita, su mano derecha; Ceferino, el fotógrafo y Juan Peineta, recitador de poemas caído en desgracia por culpa del propio Rolando. Garro chantajea a Quique con unas fotos de una orgía en la que éste participó tiempo atrás y al no poderlo coaccionar, estalla el escándalo. Detenciones, juicios, demandas, torturas e incluso asesinatos, son las consecuencias de haber intentado maniobrar los hilos del poder, creyéndose titiritero, no siendo más que una simple marioneta.

Aunque el propio Vargas Llosa dice que "también está la otra cara, cómo el periodismo, que puede ser algo vil y sucio, puede convertirse de pronto en un instrumento de liberación, de defensa moral y cívica de una sociedad", esa parte no se muestra de forma apropiada en la novela. Quiero decir, los "periodistas" y la revista Destapes representan el lado vil del periodismo salvaje, vulgar, loco por vender, no interesado en moral, ética o valores sociales, pero cuando una serie de acontecimientos lleva a la Retaquita a "corregir" esa línea y actuar como periodistas de verdad la ficción se hace poco creíble, haciéndolo parecer como una impostura, como algo anti natural dentro del transcurrir de la novela.

Es cierto que la novela cuenta con elementos trabajados anteriormente por el autor: el abuso de poder, el erotismo, los tiempos de la dictadura; pero quizás por el manejo deficiente de esos elementos (o, con el perdón del escritor peruano, no a la altura de sus obras anteriores) ésta quizás sea la menos vargasllosiana de sus novelas, al menos de las que he leído. Porque, a ver, es una historia normal, que fluye hacia un desenlace, que tiene algo de thriller, algo de novela erótica y algo de novela política, pero que carece de algo que tienen otras de sus novelas: unicidad. Mis autores favoritos son aquellos que, al leerlos, me despiertan esa sensación de decir "esto no podría haberlo escrito nadie más". ¿Quién puede imaginar a alguien diferente a sus autores, escribiendo Cien años de soledad o Rayuela, por ejemplo? Y Vargas Llosa me produce esa sensación en sus libros. Pero no en Cinco esquinas. La mayor parte de la novela presenta características sencillas: un tiempo lineal, biografías completas de cada uno de los personajes (o casi) y un único narrador que relata los hechos. Sólo en el capítulo XX Vargas Llosa entra en contacto con su yo de los mejores tiempos. No quiero decir con esto que un autor deba hacer siempre lo mismo, porque precisamente él ha intentado cosas diferentes a lo largo de su obra, sino que en Cinco esquinas el autor pierde algo de lo que lo hace único, algo de esa magia que lo encumbró hacia el premio Nobel.

El libro puede leerse y disfrutarse, por supuesto, más como una lectura algo ligera, que como una ficción desafiante para el lector (como La ciudad y los perros o La casa verde) y siento que aunque no explota ciertos recursos narrativos ni aprovecha todos los elementos presentes con la fuerza que pudo haberlo hecho (sacar más punta, por ejemplo, a la dictadura; o reflejar otro tipo de personajes para un retrato más completo de la sociedad) es un libro aceptable, quizás hasta recomendable para aquellos a quienes Vargas Llosa les parece demasiado pesado; he aquí un libro que pueden leer sin problemas. Finalmente, aclaro que no tengo nada que reprochar al genio detrás de tantas obras entrañables, porque tiene más de medio siglo escribiendo para nosotros y seguramente ya está preparando alguna nueva novela por allí que esperamos con ansias.