Arena y mar (Poema Original): un nuevo comienzo lejos de casa.
El contenido de este poema me causa curiosidad hoy día. Lo escribí hace más de diez años y surgió de la idea de reencontrarse con un amor de la infancia, tras una vida (o gran parte de ella) separados. No se trata de una historia personal, ni alguna que haya oído entonces, pero dada la situación actual de Venezuela, pensando en tantos y tantos que se han ido ¿acaso no podría ser esta la historia real de alguno de ellos? No podía imaginar al escribirlo que hoy estaríamos así, pero hoy sí quiero imaginar la posibilidad de que, si un par de personas abandonan este país, puedan llegar a un lugar mejor y que por capricho del azar (o recompensa del destino), se crucen en tierras lejanas con un amor de la infancia que represente, no sólo el sentimiento, sino también la sensación de estar en casa. Entonces, esta fantasía adolescente va para ellos: para los amantes separados, vueltos a reunir, que espero que en algún lugar del mundo, existan.
“Arena y mar”
Pensé que el océano infinito nos había separado eternamente
que era capricho de la vida que no te volviera a ver
creí que sería así, pero afortunadamente
esta noche mi Diosito me dejó verte otra vez.
Tantos años, vida, tantos años sin verte
aún éramos niños cuando nos topamos esa tarde
recuerdo despedirte con mi pecho ardiendo fuerte
ahogando un grito hermoso con mi alma de cobarde.
Voy a construirte un castillo de arena
como el que hicimos, de niños, el que tanto te gustó
cuando jugábamos a que tú eras la sirena
y yo el marinero que tu cariño rescató.
Esas tardes que parecían no terminar jamás
el muelle infinito que sentía nuestros suaves pasos
éramos tú y yo, yo y tú, nadie más
sólo nos veía Dios desde el ocaso.
Y aquellas noches donde estábamos a solas
y una bóveda casi negra nos cobijaba
las estrellas se mecían sobre las olas
la luna, nuestra cómplice, nos alumbraba.
Y sus destellos cubrían tu rostro como aquella vez
que un ardor fuerte me quemaba desde los huesos
me miraste, nos miramos y después
compartimos el más tierno e inocente de los besos.
Y entre lágrimas nos prometimos volver
y henos aquí, a tantos kilómetros de aquel lugar
mas Dios sabía que no íbamos a poder
por eso hizo un plan para volvernos a encontrar.
Y aunque estemos lejos del suelo donde están nuestras raíces
no importa vida mía, nos volvimos a encontrar
no falta más nada, podemos ser felices
yo puedo ser la arena y tú puedes ser el mar.
Que buen poema
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