Sentada en el sofá de mi sala descansando luego de un arduo día, observo un porta retrato de mi familia puesto en la mesita central , ésta foto fue tomada en la puerta de la casa de mi abuelita en Tovar Edo. Mérida y enseguida vino a mi mente el recuerdo de aquel último diciembre que pasamos con ella en su casa, donde aún se encontraba dinámica, alegre y bien lúcida.

Recuerdo que aquel día nos preparábamos para llevar a nuestros hijos a la Cascada de Bailadores, un pueblo muy cercano a Tovar, pintoresco y muy atractivo por su verdor, su molino de trigo artesanal, su tradición histórica y sus hermosos cultivos de rosas.

Mi abuelita se percató del movimiento del viaje y llamó a mis hijos para contarles éste hermoso cuento, llamado: La Leyenda de la Cascada de Bailadores y fue así como comenzó éste lindo cuento:

LA CASCADA DE BAILADORES

Hubo una vez una hermosa princesa llamada India Carú, hija del Cacique Toquisai, quien estaba a punto de casarse con el hijo del Cacique de los Indios Mocotíes, un joven muy apuesto y bien guerrero. Todo estaba preparado para la boda y los corazones de los novios palpitaban de gran emoción por el gran evento.

Pero cuando ya todo estaba listo para la boda los centinelas de las altas montañas divisaron a lo lejos unos seres extraños montados en sus caballos y con armas en sus manos.

Todos los guerreros fueron al combate tanto los Indios Bailadores como los Indios Mocotíes, y fue así que entre fuego, hierro y caballos, se desató un torrente de sangre, donde entre tantos guerreros el novio de la princesa Carú también cayó abatido.

El alma de la princesa Carú estaba rota del inmenso dolor que sentía, y en un arrebato de desesperación, pensó que quizás el Dios de la Vida que habita en la cumbre de la montaña le devolvería la vida a su amado, por lo que con una estremecedora fuerza cargó sobre sus espaldas el cuerpo inerte, subiendo con él la montaña.

Pero al tercer día las piernas de la princesa Carú desfallecieron, y abrazada al cuerpo de su amado sin vida, comenzó a llorar quedándose dormida y luego sin nada de aliento, quedó sin vida al lado de su novio guerrero.

El Dios de la montaña recogió todas sus lágrimas y las arrojó al cielo para que su pueblo y todos los habitantes que a él llegaran, nunca olvidaran a la princesa Carú y su inmenso amor por su amado.

Y desde entonces brota la Cascada de Bailadores, que son las lágrimas eternas de la princesa Carú y su llanto inagotable del amor del corazón indígena.

Mis hijos luego de escuchar tan hermoso cuento, quedaron más que emocionados por ir a conocer la fastuosa Cascada que brota aún desde lo alto de la montaña en Bailadores con las lágrimas de la princesa Carú.

Ésta historia, nuestra abuelita también nos la contó cuando mis hermanos y yo estábamos pequeños, porque LA TRADICIÓN SE TRANSMITE DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN; y como tal será una de mis tareas que así se mantenga en la familia.

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Tanto el escrito como las imágenes son creaciones propias, ligadas a mi persona tanto en lo personal como en lo profesional

LAS FOTOS FUERON TOMADAS CON MI CELULAR CAMEO Xtm.