Una fiesta en el consejo de Personalidades Halloweeneanas (Cuento)

in #spanish6 years ago (edited)

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Una fiesta en el consejo de Personalidades Halloweeneanas

Cuando el halloween llega los humanos lo celebran en fiestas de disfraces. Una forma insulsa de satisfacer sus deseos de superioridad, en un mundo en donde hasta el más pequeño de los espantos es más potente, inteligente, y espialidoso, que el más apto de los humanos.

Apartando eso, los monstruos también celebran el halloween; obviamente, la celebración que ellos hacen es muy superior y más sofisticada, nada que ver con la que celebra la raza humana. En lugar de cientos de personas en una casa, todos los monstruos del mundo se reúnen en un mismo terreno, en donde disfrutan hasta el amanacer, cuando se van a trabajar en puestos burocráticos, wall street y oficinas de abogados.

No cualquiera puede entrar a esa fiesta. Por ello, es necesario que se pase una prueba de admisión ante el consejo de Personalidades Halloweeneanas, en donde se determina que monstruos son validos para aparecer en la celebración, según factores empíricos y razonables como el merchandising o el folklore.

Bajo ese escenario, el chupa-sangre está ansioso por entrar. Luego de meses desde su creación, el ser casi-legendario está listo para ser recibido por el consejo, quien le abrirá las puertas a la fiesta en la que las brujas ríen de forma simpática y los gatos se dedican a mover calderos.

Al frente de sí un minotauro entra a la sala, en donde espera recibir la aceptación del consejo. Luis no puede evitar reírse ante la idea, pues todos saben que de todos los animales halloweeneanos, el minotauro es el más patético. Sin productos, sin popularidad, incluso las historias de moda se lo saltan; algunas, como Gravity Falls, incluso se inventaron los hombres tauro para no tener que hacer mención a un ser tan horrible y patético.

Tras un par de minutos, el minotauro sale llorando como el perdedor patético que siempre ha sido, y Luis le dirige una mirada de burla al bajar su parpado y sacarle la lengua.

La sala a la que Luis se adentra es octagonal, con pisos de tela negra y alfombras ennegrecidas. Las paredes, de un chillón color morado, parecen recibir con asco el techo de paja y telaraña que sostienen, y que poco a poco, se irá deshaciendo con el pasar de la noche.

Montados en estrados de toda clase de materiales, los monstruos que regentan la admisión le dirigen una mirada amable al recién llegado. Incluso una bruja le extiende unas galletas, pero Luis las termina rechazando al notar como un slender man le queda mirando raro.

—Preséntese —dice un vampiro con máscara de calabaza, montado en un estrado de juez con las piernas cruzadas.

—Mi nombre es Luis, y soy un chupa-sangre.

Limpiándose los dientes, el vampiro le pregunta:

—Entonces, ¿sos uno de los míos? Si ese es el caso entonces puedes ir directo a la puerta de…

—No, no es uno de los tuyos —dice un hombre lobo blanco, lamiéndose los pies mientras se acomoda en un cojín de pelo de perro.

Todos se quedan viendo a Luis, y con espanto, este se siente intimidado ante seres tan ilustres, y el creeper que yace entre los arboles.

—No soy un vampiro, soy un chupa-sangre.

—Perdona, pero a los vampiros también los llaman así —dice la bruja que le ofreció las galletas.

—Sí, pero yo soy una clase de monstruo nuevo. Estaré de moda en unos meses, ya sabes, cuando el escritor…

—Espera un momento —dice un ángel negro—. ¿Me estás diciendo que has venido aquí, aún cuando nadie te conoce?

Temblando, el chupa sangre asiente.

—En realidad sí soy conocido. Hay un escritor muy bueno que hace cuentos sobre mí.

—Ajá —dice el vampiro con una mueca—. Escribe cuentos de vampiros…

—¡No hace cuentos de vampiros! —exclama Luis, tan frustrado como cuando no lo dejaron llevar un poco de la tierra de su hogar en el avión.

Cruzándose de brazos, el hombre lobo parece enojado.

—¿Qué te hace tan especial como para ser una especie aparte? Yo soy un hombre lobo blanco, y nadie me llama “Lobo blanco”; soy de la misma especie que todos los demás lobos.

—Pero es que yo soy un chupa-sangre. Tengo colmillos, soy pálido, salgo poco, y tengo una lengua con la que puedo hacer…

—¡Suficiente! —exclama el juez—. Obviamente, sos un vampiro mal hecho.

—De resto, ya tuvimos suficiente con la moda de Crepúsculo —añade el hombre lobo, rascándose su enorme pansa por debajo de su camisa.

—Dejando de lado tú naturaleza, ¿tienes algo que te haga merecedor de estar en estas fiestas y no ser otro engendro sin gloria?

—Bueno, dejando de lado las historias en las que aparezco…

—Y que nadie ha leído —acota la bruja.

—Ajá, sí, dejando de lado eso, creo que vuestra aceptación, a largo plazo, me será útil para ser integrado entre los círculos de monstruos conocidos. De mí podrían hacerse campañas virales, marcas, un nuevo tipo de beso, algún reto que será de moda y luego estará en el olvido… de todo un poco.

Los monstruos analizan la propuesta con ojo crítico; incluso slender man parece estarlo considerando.

—Ya, pero, ¿cómo esperas que un niño pueda dibujarte? —pregunta el vampiro—. ¡Sos horriblemente humano!

—¿Y eso importa? —pregunta—. No todos los monstruos se pueden dibujar, ¿verdad?

Todos sacan de unos folios dibujos de ellos. Incluso el monstruo del espagueti volador tiene un dibujo suyo.

—Bueno, pero hay cosas más importantes para un monstruo de halloween…

—No vendes productos.

—Eres muy delgado —dice un esqueleto.

—Y no me pareces políticamente correcto, ni todas esas cuestiones que están tan de moda.

—Y-yo —titubea nervioso—. Yo puedo…

—Es evidente nuestra sentencia.

Nervioso, Luis intenta pedirle misericordia a los jurados, quienes le miran con total indiferencia.

—No hay productos tuyos, no eres atractivo para el público, y a demás, no estás a la moda. No te podemos asociar con el halloween.

—¡Por qué! —exclama Luis—. Pero los slender mans están aquí, ¡y ellos hace rato que pasaron de moda!

De un árbol plantado en el bosque de la choza, el ser antes mencionado aparece con su característico traje negro y un rostro carente de orificios.

—Ellos van a tener una película, por lo que sí cuentan —dice una bruja, guiñándole el ojo al sensual ser, quien al instante desaparece.

—¡Y qué hay de los creepers!

El ser verde se le acerca, y con un sonido similar a un silbido hecho por labios aplastados, va expandiéndose y titilando de modo acelerado.

—¡Ok, perdona, ya entendí!

El mob explota sin dejar rastro, aturdiendo los sentidos de Luis por completo. Los siguientes minutos los pasa en la total sordera, sin ser capaz de entender algo de lo que le dicen. Cuando por poco llega a pensar que lo estaban halagando, consigue escuchar las ofensas que dirigen en contra de su persona.

—¡Ya, dejen de quejarse de mí! —exclama Luis, llevándose las manos a los oídos.

Una roca atraviesa la ventana, golpeando a Luis. A través del cristal fracturado, se puede ver al minotauro, notablemente fuera de sí.

—Cervantes, encárgate de él —dice el vampiro, pidiéndole el favor al zombie de la esquina.

Tras insignificante interrupción el conde continúa con su charla, sin dejar de destacar que al golpear a Luis, el minotauro cumplió con la fantasía de todos en la habitación.

—Mira, Luis, no nos pareces algo original. No sos un buen monstruo, no eres halloweenesco, y no creo que seas un personaje notable ni ahora, ni nunca. Ahora, retírate, por favor, y deja que otra raza tenga oportunidad.

—¡Por favor, al menos denme el año que viene otra oportunidad!

—Por su puesto, ni que fueras un minotauro —dice el hombre lobo, riéndose—. Pero sinceramente, no creo que seas alguna vez criatura de halloween. Ni hoy, ni mañana, ni ayer.
—Y eso se debe a un motivo.

—Una verdad.

—Una realidad.

—Y es que no eres acto para niños —culmina el vampiro, tras señalar a los guardias que saquen a Luis a patadas.

Retirándose de la zona de selección, Luis camina por la acera, decepcionado. Ahora parece que no sólo no basta con ser un monstruo, tener marketing, y tentativa de fama. También debes ser acto para todo público si es que quieres tener éxito en este mundo tan despiadado.

Enojado por la injusticia, Luis piensa que al menos tiene la suerte de no ser un minotauro, a diferencia del ser que tiene a su lado. Decide dirigirse rumbo a su casa, pero tal vez se desvíe para pasar bebiendo un rato. Después de todo, no puede pasarle nada malo. Es un monstruo, y algún día, será un ser halloweeneano, aunque de momento tenga que conformarse con irse a una fiesta de humanos; siendo franco, puede que eso no sea tan malo.

—Oye —le dice un minotauro que desde hace rato camina a su lado.

—No, no pienso ser tú amigo ahora que ambos hemos sido rechazados, monstruo mediocre.

—He…

—¿Qué?

—Te iba pedir que te mantuvieras lejos de mí —le dice el minotauro—. Ya tengo suficiente mala fama como para que me tomen fotos a tú lado.

Listo, ahora es seguro que tiene que tomarse un trago. Sabes que estás mal en el mundo cuando hasta te rechaza un minotauro.

Fin

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Aquí las fuentes utilizadas:
El dibujo es de mi autoría, como parte del concurso de @MINOTAUROTOTAL
Los link de los separadores

Espero que les haya gustado este post, hecho para el concurso de @MINOTAUROTOTAL , quien con mucha amabilidad señaló que el cuento que había postulado antes no entraba dentro de los requisitos, por lo que me vi obligado a crear otro totalmente desde cero, más o menos. Como pueden ver, Luis el chupa-sangre viene del cuento anterior, el cual no era acto para todo público, por lo que entiendo sino es del agrado de muchos. Eso sí, a un usuario de @MINOTAUROTOTAL al menos le gustó, o eso fue lo que le entendí después de la aclaración que me dio.

En cualquier caso, pueden ver esto como la precuela no canon a lo que ocurre en mi anterior cuento, el cual tampoco era muy canon, por cierto. Espero que ambos hayan resultado de su agrado, y que esta vez, sí pueda dormir con la cabeza tranquila tras haber participado en la última parte del concurso de @MINOTAUROTOTAL. De paso, le agradezco a @fuerza-hispana por su apoyo y excelente trabajo en la curación de los cuentos que se merecen tal honor; espero que este sea uno de esos.

¡Adiós, y si son mayores de edad, iros a leer mi cuento anterior! Os aseguro que cuanto menos, les sacará alguna sonrisa.

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