Betty toma un trago del mejor vino de la taberna, y al instante sufre una arcada. Desde un principio debió saber, por la suciedad y mugre, que la mejor bebida alcohólica del lugar sería una cerveza tan enhielada que casi se podría llamar agua mal hervida. Un mal inicio para la única noche del año, en la que por tres años seguidos, los únicos orgasmos que ha tenido se los ha provocado ella misma en el baño.

Pasando con saliva aquél mal trago que se ha repetido tres veces consecutivas, se pregunta que hizo para merecerse día tan ingrato. Rascándose el cuello, su dije de plata se mueve de un lado para el otro, en lo que le parece un llamado de atención muy severo a su propia cordura; o aquél alcohol es más fuerte de lo que ella creía, o en realidad está muy desesperada por ser violada como para dejar ver una pieza tan costosa en un lugar hasta donde por un poco de cuero la matarían.

—¿Qué hace una mujer tan linda en este lugar?

—Pasando halloween —dice ella—. ¿No me ves el disfraz?

Con aquella blusa negra y su jeans ajustado, Betty cree que está usando el mejor disfraz que ha podido comprar con el mínimo de recursos. Sin embargo, por la reacción del joven de ojos claros, tiene la certeza de que el traje es aún más efectivo de lo que pensaba.

—Te has disfrazado de… ¿desempleada?

—No, me vestí de cazadora de engendros chupa-sangre —contesta, irónica.

—Claro, y yo soy bebedor de glóbulos rojos. —Pide un trago, y al instante pregunta—: ¿A qué te dedicas?

—Soy una sensual profesora de yoga. —Levantando la pierna su pantalón se rasga, permitiéndole elevar su pie hasta por encima de su cabeza—. ¿Bastante flexible, no crees?

Betty nota el sonrojar del joven como una buena señal; ya piensa en sexo. Pidiéndole al barman otro trago, Betty toma hasta el fondo, acción que pasa a imitar el chico, con muy buena gana. Tras tres rondas que pasan rápido, Betty se va cansando por la poca iniciativa de su objetivo.

—Sabes, hoy planeaba salir a la calle desnuda —dice Betty, moviendo su cabello—. Pero me pareció que eso era indecente, aún con mi suerte, ¿no lo crees?

—S-sí.

El chico se le queda viendo los senos, y Betty fantasea con que le pida tener sexo en el baño. Tal escenario sería reivindicador; marcar su éxito en el mismo lugar en donde por tantos años tuvo que conformarse con un vibrador, sus manos, o lo que tuviera a la mano.

—Vamos a bailar, en otro lado.

Bueno, eso le basta, siempre y cuando acaben singando.

Betty camina por las calles oscuras, oyendo con desgano las voces de los hombres y mujeres que con ánimos celebran la fiesta más inexacta y falsa que a alguien pudo habérsele ocurrido. Betty se pregunta cuando quedarán lejos aquellos murmullos y podrá ir directo a tener sexo.

—Vamos a un callejón —dice el chico, señalando un lugar oscuro.

—Eso es válido.

Betty se alegra, pues con sólo ver el callejón, sabe que su deseo será satisfecho. Aunque no le guste la basura a los lados y los sonidos de los gatos, termina por admitir que no esperaba nada mejor para la noche.

—Entonces…

El chico se esfuma, y Betty se da cuenta de eso. Avanzando más hacia el callejón, se muestra asustada, con el labio temblándole, la mano izquierda puesta en el dije que lleva, mientras que con la otra se baja los pantalones. Si aquél chico quería montar un rol, ella no se va a negar.

—Chica tonta, nunca se la he chupado a una profesora de yoga… —consigue oír Betty, como palabras llevadas por el viento.

Los pelos se le engrinchan por el susto, y con nerviosismo, una presión electrizante recorre su espalda hasta dotar su cuerpo de la rigidez de una tabla recién cortada. En aquél estado percibe el caminar del chico, cada vez más cerca de su cuello, avanzando con la ropa puesta, lamentablemente.

—¿Te acuerdas de que te dije que era un chupa sangre? —murmura con una sonrisa.

Tragando saliva, Betty siente como el chico pone sus manos en ella. Al voltearse con brusquedad, ve los grandes dientes y la enorme lengua bulbosa y hueca del joven, abriéndose en dos partes como si alguien la hubiera picado a la mitad.

—Ya, lo recuerdo, pero esperaba que esto fuera una fantasía erótica de tú parte —dice ella, con enorme pánico ante la idea de que su ansia carnal no será satisfecha— ¿No prefieres tener sexo primero y luego morderme?

—¿Con un ser como tú? —pregunta con una mueca de desagrado—. ¡Mejor estaban las pu…!

Betty le golpea la nariz con su cabeza, y aprovechándose de que se encuentra aturdido, pone sus manos en el dije.

—Ya, y yo te dije que era una caza chupa-sangres, pero aún así esperaba tener sexo contigo primero.

Abriendo la joya, una enorme luz se libera, y al instante el chupa-sangre se pone las manos en los ojos.

—Debiste tener sexo conmigo antes —dice con desagrado al sacar su pistola—. Al menos así entre los dos nos habríamos calmado las ansias.

Betty dispara a la frente del chico, quien falleciendo, cae en el pavimento, sin que nadie se alarme por ello.

—Odio la noche de halloween.

De vuelta al bar, Betty se cuestiona que clase de malatio ha tomado para tener tan mala suerte en esa fecha del año, en la que pasa las mejoras horas sola en un baño, y en donde los tragos le saben a un no sé qué barato.

Fin

Aquí las fuentes utilizadas:
El dibujo es de mi autoría, como parte del concurso de @MINOTAUROTOTAL
Los link de los separadores

Espero que les haya gustado este post, hecho para el concurso de @MINOTAUROTOTAL . Sinceramente, me resultó más grato de lo que yo esperaba.

Como pueden ver, aquí le doy mi toque particular al Halloween, la festividad sin sexo. El personaje de Betty ya lo estaba planeando en mi mente para una historia a la que no le pienso dar mucha prioridad, y sinceramente, fue grato escribirla como una adicta al sexo; no sé si eso quede en la versión final, pero me haría gracia ver como eso se mezcla con su arco de cazadora de alienígenas inmigrantes.

Tampoco creo que en su mundo se celebre el halloween tal cual como lo he plasmado, pero bueno, eso no hace que deje de tener gracia la historia, en la que tuve que esforzarme para que fuera reconocible el folklore de la festividad, pero sin que este cuento acabase siendo un cliché fantasmagórico o algo por el estilo.

En cambio, me quedó como el cliché de protagonista de fantasía paranormal; bueno, espero que no me demande Parabellum.

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Una entrada introductoria, ¡sobre como escribir subgeneros en fantasía!	Blog
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¿Cómo pasa el halloween un escritor?	Blog