Yo en lo personal uso Excel y Power Point para ordenar estas ideas, y siendo sincero, tiende a ser difícil lograr el modo correcto de graficarlas o ilustrarlas. Todo depende de lo que deseas realizar, pero a veces lo mejor es simplemente ordenar los conceptos y encontrar el modo más dinámico y acto para la obra que estés creando.

Comienza a descartar

Tras lo anterior sería bueno comenzar cierto descarte. No debes dejar de lado tú inspiración, pero simplemente habrá cosas que no tienen función en la historia, ya no tienen cabida por cambios que puedes haber hecho en el camino, o cuestiones que simplemente ya no te convencen tanto como en antaño, o que se ven muy forzadas o conveniente para la trama, cuestión que siempre debe ser evitada.

Como recomendaciones generales se pueden dar diversos motivos a tomar en cuenta para descartar una dinámica, como podrían ser:

—No aporta nada a la historia o rompe la rítmica de esta.

En un mundo en el que los reflejos son usados para hacer magia, que los animales usen magia o que las pelotas hablen no son cosas con mucho sentido. Tales elementos, de no ser bien representados, no sólo parecerían irreales, sino que no tendrían relación con la historia que estás presentando, a la vez que destrozan del pacto narrativo tácito que hay entre lector y libro, aquél que hace que crean en lo inverosímil, pero sólo hasta cierto punto.

Puede que haya excepciones; en mi caso, en ese mundo las mujeres embarazadas son capaces de usar magia con la energía de sus vientres. Esto se justifica por la historia, y a medida que avanza la novela cobra un mayor sentido, pero es un elemento que he agregado a consciencia, y para el que estoy preparado al momento de darle una justificación.

—Sólo está para facilitar en un determinado momento la trama.

Hay una distinción entre que un elemento de la magia sea usado para darle resolución al conflicto, y que el elemento sólo esté para darle la resolución al conflicto. Por así decirlo, si un elemento del sistema sólo está ahí para facilitarle la vista a los protagonistas, no tiene sentido el que siga estando allí. No sólo es forzado, sino que a demás parece un poco obvio una vez que se presenta, lo que termina siendo razón de disgusto.

Para compensar esto se puede eliminar tal elemento, si se percibe que en definitiva es totalmente innecesario. Otra alternativa es cambiarlo o buscar un modo en que sea justificado, tal vez incluso necesario, o coherente, como podría ser el tiempo de recarga luego de un determinado hechizo, por dar un ejemplo, o alguna penitencia por hacer magia de manos. Otra alternativa a utilizar sería el tornar esa misma circunstancia o elemento en contra del protagonista, para que así la dinámica esté presente en toda la obra, se pueda ver reflejada en los acontecimientos, y no parezca que ha aparecido sólo porque sí cuando la situación lo ameritaba.

El ejemplo que se me ocurre en esto nos lo da Sanderson en su novela “Elantris”. En su borrador original él había planeado que un elemento tuviese la capacidad de dar todo su poder una sola vez, pero que a cambio, dicha energía era destruida para no poder resucitar. Tal subtrama acabó borrándose de la versión final, pues a demás de ocupar espacio en la historia, se veía muy forzada, y sólo estaba allí para salvar a los protagonistas de una amenaza para la que aún quedaban mejores herramientas para darle resolución al problema.

—Es demasiado.

Simplemente todo está muy sobrecargado. No es sólo variedad, lo que siente el lector es ahogamiento. Hay tanto, y es tan incoherente como un todo, que el lector no es capaz de creerse nada de lo que está leyendo, y lo que es peor, no puede sumergirse en la experiencia lectora ya que se encuentra muy ocupado analizando y tratando de entender el enmarañado de sistemas de magia que has formado sin ningún sentido o distinción.

Lo más recomendable aquí es tratar de limitar. En lugar de pensar en mil modos distintos de hacer las cosas, de infinitos sistemas de magia, considera como un único tipo de magia puede ser usado para múltiples variedades de actos, o la forma en la que dos conceptos pueden ser usados para formar algo distinto, en lugar de formular alguna nueva norma, regla, o excepción.

Aquí menciono el caso de Ninjago, o cualquier obra que olvide sus propias reglas y que constantemente esté añadiendo más elementos a costa de ir sacrificando elementos como la lógica, la curiosidad del lector, o la coherencia. Por cosas como estas, y el hecho de no estar diseñada para ir más allá de la tercera temporada, es que he dejado de verla.

Comienza la obra

Aunque no me creas, muchas de las mejores ideas vienen cuando aplicas lo que has planeado; es en ese instante en que puedes notar que aporta y que no, a la vez que desarrollas conceptos que pudiste no haber pensado al principio.

Una vez que has conseguido esto, podrás hacer correcciones que en un principio no hubieses hecho, y puede que consigas ver como las ideas y las situaciones se acoplan al mundo de formas en las que no habrías ni siquiera pensando en un inicio, y que siendo sinceros, parecen salidas por arte de magia por lo bien que encajan; incluso hay veces que un concepto ya desechado tiene la oportunidad de regresar, aunque sea de forma diferente. Esto me pasó con una mecánica en mi última novela, habiéndola pensado al principio, pero que por considerarla inútil la deseché e ilógica. Al final en una parte de la historia volví a retomarla, y sinceramente me siento satisfecho por el giro y el uso que llegué a darle a tal elemento en la narrativa.