Saludos fraternos #steemados amigos y amigas:

A continuación les entrego la segunda parte de esta historia.

... se dispuso a hacerle el amor a su esposa como estaba dispuesto y diez minutos después dormía el sueño de los justos, o de los rápidos debería decir...

Aqui pueden leer la primera parte: Coincidencias. Parte I

Coincidencias. Parte II

Por: Arturo Pérez Arteaga:.

Esa noche no fue nada normal, por alguna razón inexplicable su sueño fue más profundo que el de cualquier otra noche, hasta el punto que no escuchó ni una sola vez el sonido del reloj de péndulo de su sala. Estaba don Alejandro, relajado, muy relajado.

Al siguiente día se despertó extrañado porque un rayo de luz del sol se filtraba por su ventana, hecho este que nunca había experimentado hasta ese día, porque desde que tenía uso de razón se había levantado a las cuatro y media de la mañana cuando el sol aún no se ha asomado. 

La primera sensación fue de asombro y de inmediato surcó por su ser un escalofrío que le alertó y le indicó que algo andaba mal, de un salto salió de la cama:

- ¡Mierda! Me quedé dormido.

Acto seguido se dispuso a salir en carrera en dirección al cuarto de baño, cuando por instinto intentaba mirar el reloj de pulsera que estaba sobre su mesa de noche. 

El tratar la ejecución de estas dos cosas de forma inusual y descoordinada lo llevaron a caer de bruces en el piso, lo que provocó la sonrisa muda de su esposa que descansaba en la cama, pero no dormía, de hecho, me atrevería a apostar que ella no se quedó dormida, pero al notar el milagro que estaba ocurriendo con su esposo y luego de verificar que aún respiraba, decidió no despertarlo sino simular el sueño y ver a donde iría a parar ese día que había comenzado como ningún otro desde que ella vive con ese hombre.

- ¡Maldición! –expresó con mucha rabia mientras levantaba el adolorido cuerpo del piso de la habitación- me quedo dormido y para colmo me doy mi coñazo, ¿Qué más me puede pasar?.

En verdad ya en poco tiempo lo sabría.

Eran las 7:05 de la mañana de un hermoso sábado, del que don Alejandro no pudo percatarse porque su humor, generalmente neutro, ni muy alegre, ni muy gruñón, se había tornado de perros al estar en una situación que por primera vez no estaba bajo su total control. 

Continuará...

 Fuente de la primera imagen  

 Fuente de la segunda imagen  
 

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