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La vida es una enorme caja de sorpresas, algunas totalmente desagradables y otras extremadamente maravillosas...

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Lo mas extraño de todo es que su decisión nunca llegó como pensé que llegaría. Simplemente dejé pasar el tiempo. Nuestras conversaciones se volvieron frecuentes e interminables, siempre me hacía reir cada vez que hablabamos y, al vernos, era imposible pensar en algo malo. Con el tiempo, el tema de "ella" se volvió innecesario; nunca mas la mencionamos. Eramos dos grandes amigos con un secreto muy bien guardado.

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Después de algunas semanas, hicimos planes para ir a la playa. Ambos disfrutabamos mucho del sol y la arena. Ese día, él pasó por mi en su auto. Condujimos por la carretera con la música a todo volumen, entre cantaretas y risotadas; simplemente nos olvidamos de todo y nos consentramos en divertirnos juntos.

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Llegamos a la playa y me deshice de mi ropa en cuestión de segundos, él me miró atónito, obviamente conservaba puesto mi traje de baño pero parecía estar deslumbrado al verme, luego de algunos segundos salió de su boca una frase que me robó el aliento, me dijo que me veía hermosa y radiante. Me sonrojé al instante, lo que pareció divertirle. Rebusqué entre mis cosas hasta conseguir mi bloqueador solar, se lo tendí y él lo tomó sin ningún atisbo de duda. Se sentó a mi espalda y comenzó a ponerme la crema aplicando pequeños y deliciosos masajes.

Cuando terminó me puse de pie y corrí hasta el agua. Él, nuevamente sin dudar, se levantó y corrió detrás de mi. Entramos al agua y, sin pensarlo, salté a sus brazos y me besó. Fue un beso lento y tierno, cargado de mucho mas que solo ternura. Poco a poco el beso fue tomando intensidad hasta que nos separamos el uno del otro y quedamos sin aliento. Ultimamente a mi corazón se le olvidaba latir cuando estaba con él.

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El día fue grandioso, la playa, la arena, el sol, su voz, sus labios, su mirada... todo fue maravilloso. Subimos al auto para regresar a casa. Una vez que estuvimos allí lo invité a pasar. Me miró con una gran sonrisa y entró detrás de mi al edificio. Al entrar al apartamento nos dimos cuenta que las palabras se habían quedado atoradas en el ascensor, así que comenzamos a besarnos lenta y sugerentemente. Luego, el deseo simplemente se apoderó de nosotros y, finalmente, cumplí mi promesa, fui suya por esa noche, la mejor de mi vida, y por muchas otras más.

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Al terminar, me miró fijamente a los ojos y me dijo en voz baja que siempre me elegiría a mí sin importar nada; su decisión sería yo, yo y unicamente yo. Solo pude sonreir para evitar que escaparan mis lagrimas de alegría.

Lo besé una vez más y así supe que no necesitaría nada más. Ya era feliz así como estaba.

Fin

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¡Hey! No dejes de leer la primera parte de esta emocionante historia y no te pierdas su segundo capítulo para que puedas disfrutar del tercero y estar al tanto de cada detalle.

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Gracias querido lector por invertir tu tiempo en leerme. ¡Un beso!

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