La Maldición de Quimera

in #spanish5 years ago (edited)

Un saludo a todos, el siguiente relato fue inspirado por el arte digital de @xpilar, los invito a que visiten su blog. La imagen que motivó este relato es la siguiente.



Fuente


La Maldición de Quimera

―¿Es cierto que una mujer murió aquí? ―pregunto Patrice en tono aprehensivo. Mientras observaba las lecturas de los sensores ―. Uno de tus compañeros me dijo que su fantasma rondaba por aquí.

―Eso tengo entendido, no sé, que tan cierto sea, pero la leyenda circula entre todos los estudiantes de Biología de la academia de Cerbero, al parecer era una bióloga de la División de Ingeniería Ambiental e investigadora de la academia. ―respondió Silvio, quien piloteaba el pequeño sumergible ―. Al parecer la información fue ocultada.

―Nunca había oído algo de eso en la facultad de ingeniería, por allá las únicas leyendas que circulan son las que explican la desaparición de las chicas de algunas especialidades; en los primeros años de ingeniería aeroespacial sólo hay una niña, por cada diez niños ―dijo en tono burlón, sin apartar la vista de la proyección de las lecturas ―. Tu te crees eso de lo del fantasma.

―Claro que no, esas son pamplinas. Pero para ser sincero, siempre ha existido un algo misterioso y atemorizante sobre este planeta, muchos de los que han trabajado aquí, por mucho tiempo, han sufrido de trastornos del sueño, pesadillas y depresión ―respondió Silvio, en tono sombrío ―. Un antiguo maestro mío, al parecer debió ser internado con síntomas de demencia, tras pasar un año llevando una investigación aquí.

―Y, ¿de qué murió la mujer? ―pregunto Patrice.

―Según cuenta la leyenda, fue hace más de cinco mil años, la tipa enloqueció y se suicido o se mató por accidente, unas versiones dicen que se quitó el casco porque no soportaba más la soledad y otros dicen que fue a causa de algún tipo de delirio, el caso es que murió envenenada por los gases atmosféricos ―respondió Silvio.

―La verdad es que este planeta es raro, es cierto que los cristalodermos son la única forma de vida que existe en todo el lugar ―continuó Patrice.

―Es cierto, no se ha encontrado evidencias de la existencia de otra forma de vida, ni macro, ni microscópica, aquí sólo habitan los cristalodermos ―respondió mientras se acercaba a un grupo grande de unos veinte, sumergidos a varios kilómetros de la costa.

El sumergible rodeó al grupo, que se encontraba organizado en una formación compacta que asemejaba un círculo, luego se detuvo a una decena de metros de ellos. Horas después Patrice y Silvio empezaron a sentir una extraña sensación de desasosiego, la peculiar agrupación de columnas cristalinas les era particularmente perturbadora, era como si los extraños seres pudieran de alguna forma saber lo que pensaban, como si pudiesen ver a través de ellos.

―Creo que deberíamos irnos de aquí ―dijo Silvio, que sólo se dedicaba a ver a las extrañas criaturas.

―Sí, no me siento nada bien, creo que en cualquier momento volveré el estómago ―concordó Patrice ―. Esperemos un par de horas más, creo que, con eso y la data recolectada por los sensores del satélite, será suficiente. Espero que podamos encontrar algo en ellos que sirva.

Durante la noche, en la nave, ninguno de los dos logró dormir, extraños sueños los acosaron, en ellos vieron la imagen de una mujer ataviada con un traje espacial, sin su casco, flotando a las orillas de una playa rodeada de cristalodermos, en su rostro una mueca de angustia y desesperanza, a su alrededor extrañas formas que se retorcían como nubes de gas, estirándose y girando comprimiéndose como si tuvieran vida, parecían flotar en aire en aquella playa donde flotaba sin vida.

Al día siguiente perturbados por aquello, decidieron volver a Cerbero, una noche en Quimera había sido suficiente. Dedicaron la mayor parte de los veinte días que duraría en viaje a analizar los datos recolectados por los sensores, para no encontrar nada que demostrará algún tipo de comunicación entre los cristalodermos.

Todo cambió a poco menos de un día de entrar en órbita alrededor de Cerbero, en una ignorada frecuencia de ondas de radio casi al límite de los 3 hercios, Patrice encontró una señal, un extraño tren de pulsos que parecían propagarse desde el centro mismo de la ubicación del grupo de cristalodermos, de inmediato comunicaron sus hallazgos a la facultad de biología de la Academia de Cerbero, los financistas del proyecto.

Poco después de enviar el paquete de datos, cuando la nave que los transportaba ingresaba en la atmósfera del planeta, una falla en las placas del blindaje de calor, causó un estallido que acabo con la vida del biólogo Silvio Buonaffina y del ingeniero en radio tecnología astronáutica Patrice Fernández. Ambos serían reconocidos post mortem como los descubridores de los mecanismos de comunicación de los cristalodermos de Quimera, mecanismos que aun permanecen sin ser explicados.

Texto original de @amart29 Barcelona, Venezuela, Agosto 2019

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Sólo me queda agradecer a @xpilar por permitirme usar su arte digital en mi publicación y por motivarla. Muchas Gracias @xpilar

Gracias a todos por visitar mi publicación, espero sus comentario y agradezco su apoyo, hasta la próxima



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