La Horda

Un saludo a todos, el siguiente relato fue inspirado por el arte digital de @xpilar, los invito a que visiten su blog. La imagen que motivó este relato es la siguiente.

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La Horda

―Creo que deberíamos irnos, la tormenta llegará pronto, la marea ya está cubriendo buena parte de la isla ―comentó Víctor, señalando la costa, donde el nivel mar ya había alcanzado a los árboles que estaban a más de veinte metros de la playa.

Un intenso viento mecía violentamente la copa de los elevados pinos y el oleaje empezaba a llegar a la colina sobre la que Paula y Víctor estaban a la espera de un fenómeno que se daba sólo una vez cada década.

―No podemos, en cualquier momento pasará, no podemos irnos de aquí, estamos justo en la ruta ―respondió Paula, quien observaba fijamente el turbulento horizonte.

A lo lejos, al este, nubes de tonalidades purpura y marrón se retorcían violentamente, dejando caer cientos de relámpagos que destellaban entre ensordecedores estruendos. La tormenta era la más violenta que se hubiese registrado en los últimos doscientos años, y el haber cruzado la mayor parte de las cálidas aguas del océano de Selene, había contribuido a intensificarla.

A la distancia se podía ver como se levantaban trombas que levantaban agua de la superficie del mar para soltarla en las nubes, arrastrando en ella, pequeños peces y moluscos de los que habían sido introducidos siglos atrás, justo antes de que la terraformación debiera ser detenida.

―Literalmente van a llover peces en el continente, cuando llegue la tormenta ―comentó Víctor, viendo las trombas que, como rítmicas columnas, se movían llevadas por los intensos vientos.

―¡Ahí vienen, ya está pasando! ―gritó Paula repentinamente, mientras observaba el horizonte oeste, justo en dirección contraria a la tormenta.

―¡Maldición, los veo!, ¿es seguro estar aquí?, estamos justo en su camino ―exclamó Víctor alarmado, mientras ante sus ojos, una nube de color gris plomo, empezaba a tomar forma haciéndose cada vez más oscura y grande sobre el mar hacia el oeste de la isla.

―Sí, estamos bajo el deflector de la nave, aquí estaremos bien ―respondió Paula.

La extraña nube que crecía mientras se aproximaba a cada vez más, se movía de una extraña forma, era como si de ella se proyectaran dedos o columnas que giraban y se retorcían, aproximándose a la superficie del agua y luego se elevaran nuevamente, parecía tener vida, como si se tratara de alguna especie de gigantesca criatura, que extendía sus múltiples y aterrorizantes apéndices, intentando atrapar su presa.

―Esto me asusta, no puedo creer que estemos aquí…, en serio, deberíamos irnos…― dijo Víctor tartamudeando con una voz casi ahogada, mientras avanzaba unos pasos hacia a la compuerta de la nave.

―Ya te dije que no corremos peligro, si nos elevamos probablemente nos alcance antes de que salgamos de la atmósfera, se extienden casi hasta los cuarenta quilómetros de altura ―respondió Paula, sin apartar la vista de la nube que casi estaba por llegar a donde ellos se encontraban ―. Ya está llegando, mira como los tentáculos tocan el mar justo frente a la costa de la isla.

Desde su posición en lo alto de la colina, pudieron ver como los monstruosos aprendieses de la nube empezaban a tocar los arboles de la isla, eran como tornados que se movían de forma diagonal y casi horizontal, arrasando y atrapando todo lo que tocaban, a su paso, sólo tierra despoblada de vida iba quedando, como si una máquina excavadora arrancase pedazos del suelo de la isla, llevándose con ella todo a su paso.

Entonces, como si de una enorme mano, con múltiples dedos se tratara, de un punto elevando de aquella gigantesca pared gris que se aproximaba, un fragmento de ella se proyecto sobre la colina donde se encontraban, oscureciendo todo el cielo sobre ellos. Ante tan sobrecogedora visión, Víctor agacho su cara y sus ojos apretando sus fuertemente sus párpados, como quien espera que algo inevitablemente lo golpee; mientras Paula, casi hipnotizada, observaba con atención como aquellos dedos, que parecían estar formados por infinidad de partículas que se movían rápida y agitadamente se aproximaban, cayendo desde todas las direcciones sobre ellos, como intentando asir toda la colina, como si fuera un simple monton de tierra.

Recobrando su perdido valor, Víctor nuevamente abrió los ojos y levanto el rostro, para ver como los turbulentos dedos, chocaban con la invisible barrera deflectora, produciendo intensos destellos azules, para ser repelidos dispersándose en todas direcciones, como si del chorro de agua que golpea la base de una cuchara se tratase.

En los alrededores de la barrera, infinidad de diminutos dispositivos del tamaño de pequeños insectos, devoraban, como langostas, todo a su paso. La nube estaba formada por cientos de millones de estos minúsculos robots de carroñeros, que en los tiempos de la terraformación fueron los encargados de deshacerse de la materia orgánica muerta, acelerando su desintegración y retorno al ecosistema; pero ahora, debido a un mal funcionamiento de la IA que gobierna la adecuación de este planeta, lo que fue causa del abandono de este mundo, cada diez años, eran generados en masa en un corto periodo de tiempo y lanzados al ambiente con la extraña instrucción de devastar toda materia orgánica que encontraran a su paso.

Minutos después, tan rápida y violentamente como se habían aproximado desde el continente, situado más allá del horizonte, al oeste de la isla; se alejaron en su imparable camino a circunvalar el planeta. Pronto se encontrarían con la tormenta que al este se aproximaba, probablemente la atravesarían sin prestarle mayor atención, quizá hasta restándole buena parte de su intensidad a su paso.

Texto original de @amart29 Barcelona, Venezuela, Agosto 2019

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• La Horda

Sólo me queda agradecer a @xpilar por permitirme usar su arte digital en mi publicación y por motivarla. Muchas Gracias @xpilar

Gracias a todos por visitar mi publicación, espero sus comentario y agradezco su apoyo, hasta la próxima

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