Frío y calor
se cuelan por cada resquicio de su piel. Sin dolerse por todo el peso del vacío, hacía gala de la histriónica calma con la que disimulada su paz.

Las grietas que lleva a cuesta son marcas de los adversarios que han caído en sus intentos de descifrar el paisaje de su desnudez.

Ella seguía adelante, a despecho de sus heridas invisibles, entre miradas ejectadas cual serpentinas; tenía el coraje de lucir intacta y tranquila frente a los ojos de los demás. Intrépida, disimulaba tantos espacios que no merecían estar desiertos, disfrazó con ropa y prendas su alma desecha y vulnerada por bellacos intrusos.

Un día entendió que era imposible fingir sus fisuras y las aceptó como un reto para el inventario de sus aprendizajes. De esa forma, aquella adversidad, carente de peso, tomaría grandes significados cuando lograra armar el rompecabezas de lo que se prometía a sí misma.

_{Rotundos vacíos siguen allí, expectantes,
perforan con ansiedad y nervio al aún verde pensar,
el miedo se cuela por los azabaches del valiente,
irrumpe con descaro su cuerpo hasta trepar en las ideas.}

_{Pero desnuda o con ropa, están rotas las costuras
de su bella figura de dama que posa frente a la sociedad,
pese a estar incompleta, se erige, sonríe y lucha
contra el único dedo que la señala, de los otros cuatro
que a sus dueños apuntan, excepto que el índice
tienes balas verdaderas
y el resto solo permite las de salva.}

El vacío nos completa de tropiezos,
pero son los malos pasos los que nos conducen al mejor destino. Ella seguirá coleccionando bitácoras de buenos momentos que suplan con el valor correcto de sonrisas, alegrías y amor, lo que anhela su emprendedora alma.