Las profecías 'q nos tragamus'

"Todos los problemas del mundo han sido resueltos"
Ésa era la máxima que marcaba el universo de los últimos tiempos. Nada, ni nadie, era indispensable. Todo tenía solución, incluso la muerte. Cualquier elemento era sustituible. Era la cúspide de una raza perfecta, que antes se llamaba "humanidad".

Los últimos vestigios de la anterior civilización, aquella llena de "defectos", fueron extinguidos y enterrados. Ahora se imponía un nuevo orden que sepultaba el anterior. Todos conformes con el nuevo fundamento...

El final de una carrera había llegado, para coronar de perfección la imperfecta naturaleza del hombre. "La replicación biológica" fue la última estocada de la ciencia para agotar la resistencia sobre la superioridad del nuevo mundo.

Todo estaba decretado y no había ya nada que hacer.
Las profecías se cumplieron; el hombre alcanzó la perfección. Muchos siglos antes había sido anunciado el advenimiento del superhombre. Toda noción de Dios fue derribada y enterrada.

Aquellas profecías dibujaban el clímax del ingenio humano. Todos los que escuchaban o leían se emocionaban y deseaban poder pertenecer a ese tiempo en que el hombre no tuviera nada de qué arrepentirse, por haberlo alcanzado todo. Todos deseaban pertenecer a ese deseable futuro sin fronteras.

Perfecto era en todos sus caminos. Agotado ya todo defecto. Pero, junto con los defectos, se fueron también los sueños. Murió, también, el alma del hombre, la razón misma de la existencia. Y la humanidad fue víctima de su propio engaño, despojada para siempre de su propia esencia y su corazón convertido en gélido desperdicio.

Créditos del texto: Amaponian Visitor (@amaponian)
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