CLUB5050 -Lunes de Escritura: Lo que más cuesta (Parte Final)... por @alanasteemit

Ella pensó:

─ Esto es una señal, las flores del jardín, el pasaporte, las flores secas que dejó dentro del pasaporte,
─ nunca te pude olvidar, así que te buscaré, necesito verte y sentirte nuevamente.

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Se despidió de las flores del jardín, aquellas que habían nacido de las semillas que él le había entregado en aquel aeropuerto y sin voltear empezó su viaje a Perú.

En el vuelo pensaba y repensaba en su mente los distintos escenarios que podía encontrar ¿Qué tal si él se había casado?, ¿y si ya no vivía allí?, ¿si no le correspondía como ella anhelaba?, ¿pero que tal si la estaba esperando?, nunca se sintió tan insegura y nerviosa.

Se prometió que pasara lo que pasara, bien valía la pena intentarlo y esta vez no dejaría pasar la oportunidad de vivir un amor tan genuino, así este le costara dejar atrás sus comodidades económicas.

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Y allí seguía el imponente Machu Picchu, cargado de esa vibración que elevaba el espíritu, lo recorrió como si se tratara de un castillo, ya que aquel muchacho no estaba en el pueblo, en su puesto de artesanías, entre las flores que hoy veía de otra manera.

Pero inevitablemente su sonrisa iba desapareciendo al recorrer cada espacio sin encontrarlo, por lo que se decidió buscarlo en aquella cabaña que había sido testigo de la entrega que sucedió entre ambos.

Tocó la puerta con determinación,

─ Quizás el día lluvioso le impidió salir
─ Quizás se encuentra indispuesto

Pensó en las razones de porque no estaba en esos lugares y en las razones de porque no le abría la puerta y después de tantos intentos la desesperación la ganó y se sentó en la entrada de la cabaña a llorar como una niña que ha perdido un tesoro preciado.

Una lugareña que estaba pasando por ese lugar se le acercó y le preguntó si todo estaba bien, si le pasaba algo y ella con un llanto desvergonzado le explicó que estaba buscando al chico que vivía en esa cabaña y no lo consiguió ni en el pueblo, ni en las extensiones del Machu Picchu.

La lugareña con una sonrisa y una mirada cargada de ternura le respondió:

─ ¿Te refieres a Sebastián?, ¿el mismo de sonrisa y mirada hermosa?

─ ¿Sebastián?, nunca supe su nombre, ni siquiera tengo una foto junto a él, pero si reconozco esa mirada profunda y esos ojos claros. ¿Sabrá usted donde está?

─ Él se fue de viaje hijita, le respondió la lugareña, fue a recorrer otras fronteras, pero nos dejó la dirección donde se encuentra

La lugareña se rió y le siguió diciendo:

─ No sé porque nos dejó la dirección, porque ninguno de nosotros podríamos llegar ni en sueños al lugar donde él está, pero quizás tú si puedas encontrarlo, si eso pasa por favor dale mis saludos

Ella asintió con la cabeza y se fue a la cabaña de la lugareña a buscar la dirección que justo había dejado anotada en un papel que aun conservaba su aroma.

Primera vez que ella otorgaba un abrazo con tanto cariño a alguien sin importar nada más que la idea de agradecer por el gran detalle de acercarla más a él. Leyó la dirección y se dio cuenta que Sebastián (su gran amor) estaba en Egipto y sin pensarlo empezó a planificar el viaje para su nuevo destino.

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Llegó al mismo hotel que estaba escrito en aquel papel que guardaba la lugareña y en recepción preguntó si no se encontraba Sebastián, rogando a los cielos que no pidiera su apellido u otra información porque la desconocía, pero la sonrisa y el buen porte que traía la hacían persona segura para entregar esa información, por esa misma razón la recepcionista le dijo que si, que justamente en ese momento estaban dando un paseo que entraba dentro del paquete de hospedaje.

La misma chica preguntó si podía hospedarse y si podían acercarla a aquel lugar, para su alegría le dijeron que si, que justamente otro grupo de turistas estaban por salir en el segundo lote de paseos, así que sin pensarlo se unió a ellos con el anhelo de encontrarlo y darle la sorpresa.

Su emoción era tal que no se le pasó por la mente si él estaría acompañado, sólo se marchó y su corazón latía muy rápido. Miró y miró sin encontrar su rostro, hasta que vio a un grupo de personas que con mucha alegría estaba tomando fotos y él era quien las estaba tomando.

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Ella se aseguró de no ser percibida, no hasta saber cual era la condición de él (si estaba sólo o acompañado), pero su pecho se llenó de mucho aire y suspiró como quien quisiera tragarse al mundo en una sola respiración, sentía que lo amaba aun mas, siempre amable, siempre dispuesto para los demás, cualidades que nunca había notado hasta que lo conoció.

El chico entregó la cámara y envolvió su cuello con una bufanda, no se unió a nadie más, sólo se retiró a tomar unas otras fotos, pero esta vez propias.

Esto fue la gran señal que ella estaba esperando y sin ninguna cautela se le acercó y lo abrazó con tanta pasión que las lágrimas salían solas, a él le costó algunos minutos entender quien lo había apretado con tanto frenesí y pudo ver su rostro, sus ojos chinos y su cabello negro azabache.

El momento fue mágico cuando él con mucha alegría le sonrió y le correspondió el abrazo, sin decir una sola palabra, sólo esperó que ella recuperara el aliento después de llorar y reír al mismo tiempo. Luego que estaba calmada, sus manos bordearon el rostro de él y lo besó.

─ Quiero saber tu nombre completo, quiero muchas fotos contigo, quiero que vivamos los que nos toque vivir, como gustes, yo no lo impediré, quiero que me enseñes a ver la vida desde tu óptica, deseo estar contigo, quiero vivir esta felicidad que hoy siente mi pecho, quiero que me digas que sí.

Esas fueron las palabras de ella, mismas que fueron respondidas con otro beso que duró buena parte de la tarde, un mundo que recorrer les esperaba, unas páginas en blanco serían testigo de la nueva historia que se empezará a escribir a partir de este momento.

Fin

Si deseas leer las primeras partes de este cuento te las dejo debajito:

CLUB5050 -Lunes de Escritura: Lo que más cuesta (Parte II)... por @alanasteemit

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