La lucha es rosa

El Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama se celebra el 19 de Octubre. Es pertinente, por lo tanto, rendirles homenaje a todas las mujeres que han enfrentado esta enfermedad y a todos quienes se han preocupado y ocupado por minimizar su persistencia...

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Era yo un niño de ocho años aproximadamente cuando a Anabel, nuestra hermana mayor, le diagnosticaron cáncer de mama y fue intervenida con la finalidad de extirparle el seno izquierdo. Los especialistas habían asegurado, por supuesto, que esa era la única solución para intentar erradicar el mal. Una vez que se llevó a cabo la operación, comenzó su convalecencia en casa, con todas las esmeradas atenciones que le prodigábamos sus hermanos y, sobre todo, nuestra madre, quien todavía se encontraba en este mundo.

Anabel, sin embargo, nunca se recuperó. Fue una compleja y agobiante experiencia escucharle, cada noche, los quejidos del sufrimiento que le causaban los intensos dolores y observar además el rostro desesperado de mi mamá, mientras se dedicaba a darle cualquier remedio con el propósito de aliviarla, sabiendo quizás que nada de aquello alejaría la implacable tortura que estaba padeciendo su hija.

A los pocos meses, falleció Anabel y, aunque nadie lo pronunció en alta voz, algunos debieron pensar que, por lo menos, la muerte la había librado de aquel constante sufrimiento. Recuerdo que, desde mi infantil perspectiva, solo me identificaba con las manifestaciones de dolor de los demás, pero no estaba plenamente consciente de lo que sucedía. Nuestra madre le guardó luto hasta el final de su vida.

Unos cuantos años más tarde, Maritza, otra de nuestras hermanas, fue diagnosticada también con cáncer de mama. Al principio, se convirtió en un hecho impactante porque era inevitable que el recuerdo de lo que había pasado con Anabel se extendiera como una inquietante sombra en nuestro ánimo. No obstante, entendimos inmediatamente que esa actitud no iba ayudar en nada, que era necesario insuflarle a Maritza una gran dosis de entusiasmo y esperanza para superar el cáncer.

Debíamos tener presente, por otra parte, que las condiciones no eran las mismas. Durante todo ese tiempo la ciencia médica había evolucionado significativamente y existían muchas más alternativas para tratar el mal. Como familia, ya no estábamos todos en la gran casa donde crecimos juntos, pero el amor que nos inculcó nuestra madre prevalecerá siempre, sobre todo en momentos como estos. Maritza entonces contaba con todos sus hermanos y con sus tres hijos, quienes ya ejercían una profesión y velaban fielmente por ella.

Comenzó a luchar con todas sus fuerzas y sus ganas de vivir contra el cáncer, y logró vencerlo. No fue fácil; más de una vez tuvimos que animarla cuando se sentía abatida por los contratiempos de la enfermedad. Fue sometida igualmente a la extirpación del seno y, luego, a unas sesiones de quimioterapia cuyas secuelas la dejaban exhausta, pero ya estaba convencida de que no debía rendirse por todo lo que, hasta ese momento, le había prodigado la vida y por los futuros nietos que, de acuerdo con los planes de sus hijos, no tardarían en llegar.

Se recuperó por completo y continuó su vida con toda normalidad. En la actualidad, Maritza se encuentra en los Estados Unidos muy feliz junto a sus hijos y nietos. Allí, lejos de Mucoelrío, nuestro pueblo, se dedica a realizar lo que siempre le ha gustado: tejer con todo tipo de hilos, conocer los lugares que le atraigan y cantar siempre, con esa voz inigualable que tiene.

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Invito a los amigos: @venturabogarin, @alessgsl y @genomil a participar en este concurso: La lucha es rosa.