Una tarde de Agosto, el vuelo 843 de American Airlines con destino a Puerto Rico atraviesa una tormenta, nubes espesas, con mucha lluvia, relámpagos y estruendosos truenos acompañan a los pasajeros en este viaje. El piloto decide subir a 15.000 pies para superar la tormenta, pero llega a dicha altura y no logra hacerlo, no se ve nada alrededor, se comunica con la torre de control pidiendo instrucciones, pero no responde, la radio está muerta, no hay comunicación ni por radio ni por teléfono satelital.

El experimentado piloto, con más de 23.600 horas de vuelo, decide subir aún más, a 20.000 pies, pero la tormenta sigue, sube a 25.000 pies, nada, no logra salir de la tormenta. De repente los motores fallan, dejan de funcionar, el avión empieza a caer, pide a los pasajeros que se abrochen los cinturones, que el personal de vuelo tome posiciones, caen, 23.000 pies..., 21.000 pies..., nada, sigue cayendo tan suave y lento como puede planear a pesar de la tormenta, 18.000 pies..., 15.000 pies..., 12.000 pies..., busca desesperadamente hacer arrancar los motores, pero no lo consigue, continúa planeando.

Los pasajeros entran en pánico, las azafatas tratan de tranquilizarlos y revisan que todos los pasajeros tengan puestos los cinturones de seguridad, les dan indicaciones de lo que deben hacer en caso de que caigan en el mar. 10.000 pies..., 8.000 pies..., continúa cayendo... 7.000 pies..., 6.000 pies..., la tormenta parece cobrar más fuerza, las nubes oscuras y densas parecen tragarse el avión... 5.000 pies..., 4.000 pies de altura, nada que encienden los motores, se preparan para impacto...

3.000 pies..., 2.000 pies..., se encienden las alarmas!, caen las mascarillas desde los compartimientos superiores, los pasajeros se ponen los chalecos salvavidas..., 1.500 pies..., 1.000 pies..., de repente, la tormenta cesa, se despeja el ambiente, se empieza a ver la proximidad de la costa, el piloto hace un gran esfuerzo planeando para llevar el avión hasta la playa, intenta con la radio, nada!, el teléfono satelital..., nada!, todas las comunicaciones siguen muertas..., 700 pies..., la playa está muy cerca, se divisan las palmeras..., 500 pies..., 400 pies..., el piloto trata de encender los motores..., nada!, baja el tren de aterrizaje y logra bajar un poco más la velocidad, el enorme 747 de AA está condenado a estrellarse...

El piloto enfila el avión hacia la costa, girandolo para usar la playa como pista de aterrizaje... anuncia: - Todos en posición de impacto! las azafatas y los pasajeros se inclinan hacia delante, se protegen la cabeza con los brazos, se aseguran los cinturones..., 300 pies..., 200 pies..., 100 pies de altura..., el piloto levanta la nariz del avión para aterrizar de barriga... 50 pies..., 25 pies de altura..., todos gritan al ver la copa de las palmeras por las ventanillas el avión..., impacto!

El avión finalmente toca tierra, hay un ruido ensordecedor, a pesar de que el piloto antes de tocar tierra, movió los alerones para desacelerar, el ten de aterrizaje se hace pedazos y una gran nube de arena y restos de palmeras vuelan por los aires..., finalmente, el avión se detiene, el personal de la tripulación atiende a los pasajeros, muy pocos heridos gracias a Dios, abren las compuertas, salen los toboganes y empiezan a evacuar el avión, uno por uno van saliendo, una vez todos reunidos en la playa, el capitán y su copiloto revisan que no hayan fuga de combustible y tampoco haya fuego en la aeronave, todo bien.

Deciden hacer dos equipos de exploración uno hacia el norte y otro hacia el sur, el resto es atendido por las azafatas quienes buscan provisiones en el avión para saber con cuanta comida y bebida cuentan, los pasajeros buscan en su equipaje abrigos y comida, reúnen todo. Uno de los equipos, el que se dirigió al norte, se adentra hacia la selva, y descubre una montaña, altos picos cubiertos de nieve yerguen desde la tierra, una penumbra rodea el bosque, cae la noche, no tiene idea de donde se encuentran, parece que estuvieran en un mundo perdido.